Sensacionalismo,
credibilidad y ética
en
el periodismo actual
Por: Lina María Cañaveral Hidalgo.
“El periodista
siempre tiene que estar del lado del receptor. El único amo que el periodista
debe respetar es el lector. La información la debe entregar con la ilusión de
que llegue a todos y todos la crean”.
Javier Darío Restrepo
La credibilidad periodística es el tesoro
más valioso que un profesional de la comunicación puede poseer. No obstante, los medios de
comunicación en su afán de informar, se han olvidado del verdadero significado
del periodismo, pues la competencia desenfrenada por ser los primeros en dar la
“chiva” y por subir el “rating”, ha llevado a mostrar noticias sin
contextualización, ni un adecuado tratamiento, como lo es la verificación de fuentes y el respeto a la
dignidad humana, siempre en busca del bien común.
En este sentido, se visualiza en los
diferentes medios de comunicación noticias que atentan contra la vida privada
de las personas y; aunque en Colombia, desde el punto de vista
jurídico, la Corte Constitucional ha señalado que: “En caso de conflicto
insoluble entre ambos, la prevalencia del derecho a la intimidad sobre el
derecho a la información es consecuencia necesaria de la consagración de la
dignidad humana como principio fundamental y valor esencial, a la vez, del
Estado Social de Derecho”.
Sin embargo, esto no parece importarles a
los periodistas y a los medios, pues
entre más sangre, muertes o violencia se muestren en las primeras
páginas de los periódicos o de los noticieros de radio y televisión, más popularidad adquieren dichos
medios de comunicación.
Es así, como se refleja el denominado sensacionalismo o
amarillismo donde las formas de presentar la información no se ajustan de forma seria, contrastada y
veraz a los hechos y a la realidad sin distorsionarla. En Colombia el Círculo de Periodistas de
Bogotá en el Código de Ética, establece en su artículo séptimo que “el
sensacionalismo es una deformación interesada de la noticia, que implica
tergiversación, manipulación y engaño, por lo tanto, atenta contra la
credibilidad del medio periodístico y burla la buena fe de la sociedad”.
En este aspecto, se encuentran varios
ejemplos como el cubrimiento periodístico del asesinato del niño Luis Santiago
Lozano en Chía, donde se atentó contra el derecho a la intimidad de esa
familia, ya que todos sus miembros se
convirtieron en protagonistas del verdadero "reality" del dolor humano
con el mejor rating noticioso, pues solo prevalecía la imagen de las lágrimas de una madre
sufriendo, de niños tristes y donde los periodistas solo se les ocurría preguntar
¿cómo se sienten? El caso más reciente quedó
registrado este 15 de mayo en Bogotá, con el atentado al exministro del
Interior Fernando Londoño, los dos noticieros colombianos, Caracol y RCN,
mostraron durante la emisión de noticias, imágenes impactantes del exministro
Londoño caminando junto a unos escoltas, en medio del caos, la sangre y gente desmayándose; sin
duda, es una falta de respeto con el
dolor ajeno.
Para expertos en el tema como, Frank Priess,
periodista alemán y director del programa “medios de comunicación y democracia”
de la Fundación Konrad Adenauer para América Latina, afirma que “la
presentación de víctimas sangrando en la calle, contribuye a una brutalización
de una sociedad, que mientras tanto se ha acostumbrado a niveles de violencia
espantosa”.
Surgen entonces, estos interrogantes:
¿Cuánta violencia es necesaria mostrar en imágenes, para poner en evidencia la
realidad sin distorsionarla? y ¿cuánta violencia en pantalla es tolerable para
provocar consternación sin llegar a molestar o a desinformar?
Es por esta razón, que hay que analizar la
ética periodística en la actualidad, porque se ha pasado a la superficialidad
de la noticia. Para los periodistas, Javier Darío Restrepo y María Teresa Herrán, en el libro “Ética
para periodistas”, expresan que es fundamental analizar qué motiva la
publicación de una noticia ¿las ventas o el servicio a la comunidad?, porque es
precisamente, ese cuestionamiento el que hay que tener en cuenta, antes de
proceder a informar a la sociedad.
Sin duda, el periodismo sensacionalista lo
que le interesa es mostrar escenas de violencia, escándalos, alimentando el morbo con titulares y notas
llamativas, pero sin fondo. Además, Restrepo y Herrán convergen en que para
ejercer adecuadamente la actividad profesional hay que tener por objetivo “servir
a la comunidad y contribuir al bien común”. Por ello, el sensacionalismo es
contrario a la ética profesional porque traiciona la buena fe que el público ha depositado en el
periodista, además, el artículo octavo
del Código de Ética del Círculo de
Periodistas de Bogotá explica algunos puntos que el periodista debe
tener en cuenta:
1.
Respetar la vida privada, la dignidad y la
intimidad de las personas y sólo referirse a aquellos sucesos o circunstancias
de carácter privado que adquieren claro interés público.
2.
Debe abstenerse de explotar la morbosidad del público y la
curiosidad malsana
3.
Observar especial cuidado en las
informaciones sobre procesos judiciales ya que incluso, sin incurrir en
violaciones ilegales de la reserva sumarial, es posible influir en la condena o
absolución de los incriminados.
Todos estos planteamientos, de una u otra
manera van ligados a la importancia de la credibilidad informativa, ya que se
defrauda al público en la medida que no hay un criterio definido
por parte del periodista, pues éste muchas veces está limitado por el medio en el que
trabaja. Además, otro factor determinante del sensacionalismo está dado por el
estilo narrativo, que implica tanto la selección de los hechos como la
construcción de los mensajes que ofrece a sus lectores, oyentes o
telespectadores.
Surgen así, los siguientes interrogantes: ¿Cuál es
verdadero objetivo del periodista actual? ¿Conseguir una buena cantidad de
dinero por una primicia informativa o demostrar una buena calidad profesional,
buscando el beneficio de la comunidad?
De la misma manera, la teoría del “morbo” o
la idea de violencia como remedio del tedio social es para el
Licenciado en Ciencias de la
Información Carlos Soria, como “traducir la violencia pura en entretenimiento informativo, donde la vida
se convierte en una película y donde la cultura de la información pasa a ser
cultura comercial”.
Así las cosas, el público está frente a
un periodismo que muestra la desgracia
del dolor ajeno. Se ponen cámaras, micrófonos dentro de las heridas y las
muertes violentas. Finalmente, como diría el escritor Mario Vargas Llosa
“La
frontera entre el periodismo serio y el sensacionalista es cada vez menos
nítida ya que el mundo occidental vive
inmerso en una civilización del
espectáculo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario