jueves, 8 de noviembre de 2012


Sensacionalismo, credibilidad  y ética
en el periodismo actual
 Por: Lina María Cañaveral Hidalgo.

“El periodista siempre tiene que estar del lado del receptor. El único amo que el periodista debe respetar es el lector. La información la debe entregar con la ilusión de que llegue a todos y todos la crean”.
Javier Darío Restrepo


La credibilidad periodística es el tesoro más valioso que un profesional de la comunicación  puede poseer. No obstante, los medios de comunicación en su afán de informar, se han olvidado del verdadero significado del periodismo, pues la competencia desenfrenada por ser los primeros en dar la “chiva” y  por subir el “rating”,  ha llevado a mostrar noticias sin contextualización, ni un adecuado tratamiento, como lo es  la verificación de fuentes y el respeto a la dignidad humana, siempre en busca del bien común.

En este sentido, se visualiza en los diferentes medios de comunicación noticias que atentan contra la vida privada de las personas  y; aunque  en Colombia, desde el punto de vista jurídico, la Corte Constitucional ha señalado que: “En caso de conflicto insoluble entre ambos, la prevalencia del derecho a la intimidad sobre el derecho a la información es consecuencia necesaria de la consagración de la dignidad humana como principio fundamental y valor esencial, a la vez, del Estado Social de Derecho”.  



Sin embargo, esto no parece importarles a los  periodistas y a los medios, pues entre más  sangre, muertes  o violencia se muestren en las primeras páginas de los periódicos o de los noticieros de radio y  televisión, más popularidad adquieren dichos medios de comunicación.

Es así, como se  refleja el denominado sensacionalismo o amarillismo donde las formas de presentar la información  no se ajustan de forma seria, contrastada y veraz a los hechos y a la realidad sin distorsionarla.  En Colombia el Círculo de Periodistas de Bogotá en el Código de Ética, establece en su artículo séptimo que “el sensacionalismo es una deformación interesada de la noticia, que implica tergiversación, manipulación y engaño, por lo tanto, atenta contra la credibilidad del medio periodístico y burla la buena fe de la sociedad”.

En este aspecto, se encuentran varios ejemplos como el cubrimiento periodístico del asesinato del niño Luis Santiago Lozano en Chía, donde se atentó contra el derecho a la intimidad de esa familia, ya que  todos sus miembros se convirtieron en protagonistas del verdadero "reality" del dolor humano con el mejor rating noticioso, pues solo prevalecía  la imagen de las lágrimas de una madre sufriendo, de niños tristes  y donde  los periodistas solo se les ocurría preguntar ¿cómo se sienten?  El caso más reciente quedó registrado este 15 de mayo en Bogotá, con el atentado al exministro del Interior Fernando Londoño, los dos noticieros colombianos, Caracol y RCN, mostraron durante la emisión de noticias, imágenes impactantes del exministro Londoño caminando junto a unos escoltas, en medio del  caos, la sangre y gente desmayándose; sin duda,  es una falta de respeto con el dolor ajeno.

Para expertos en el tema como, Frank Priess, periodista alemán y director del programa “medios de comunicación y democracia” de la Fundación Konrad Adenauer para América Latina, afirma que “la presentación de víctimas sangrando en la calle, contribuye a una brutalización de una sociedad, que mientras tanto se ha acostumbrado a niveles de violencia espantosa”.

Surgen entonces, estos interrogantes: ¿Cuánta violencia es necesaria mostrar en imágenes, para poner en evidencia la realidad sin distorsionarla? y ¿cuánta violencia en pantalla es tolerable para provocar consternación sin llegar a molestar o a desinformar?

Es por esta razón, que hay que analizar la ética periodística en la actualidad, porque se ha pasado a la superficialidad de la noticia. Para los periodistas, Javier Darío Restrepo  y María Teresa Herrán, en el libro “Ética para periodistas”, expresan que es fundamental analizar qué motiva la publicación de una noticia ¿las ventas o el servicio a la comunidad?, porque es precisamente, ese cuestionamiento el que hay que tener en cuenta, antes de proceder a informar a la sociedad.

Sin duda, el periodismo sensacionalista lo que le interesa es mostrar escenas de violencia, escándalos,  alimentando el morbo con titulares y notas llamativas, pero sin fondo. Además, Restrepo y Herrán convergen en que para ejercer adecuadamente la actividad profesional hay que tener por objetivo “servir a la comunidad y contribuir al bien común”. Por ello, el sensacionalismo es contrario a la ética profesional porque traiciona la buena  fe que el público ha depositado en el periodista, además,  el artículo octavo del Código de Ética del Círculo de  Periodistas de Bogotá explica algunos puntos que el periodista debe tener en cuenta:
1.    Respetar la vida privada, la dignidad y la intimidad de las personas y sólo referirse a aquellos sucesos o circunstancias de carácter privado que adquieren claro interés público.
2.    Debe abstenerse  de explotar la morbosidad del público y la curiosidad malsana
3.    Observar especial cuidado en las informaciones sobre procesos judiciales ya que incluso, sin incurrir en violaciones ilegales de la reserva sumarial, es posible influir en la condena o absolución de los incriminados.

Todos estos planteamientos, de una u otra manera van ligados a la importancia de la credibilidad informativa, ya que se defrauda  al público  en la medida que no hay un criterio definido por parte del periodista, pues éste muchas veces   está limitado por el medio en el que trabaja. Además, otro factor determinante del sensacionalismo está dado por el estilo narrativo, que implica tanto la selección de los hechos como la construcción de los mensajes que ofrece a sus lectores, oyentes o telespectadores.

Surgen  así, los siguientes interrogantes: ¿Cuál es verdadero objetivo del periodista actual? ¿Conseguir una buena cantidad de dinero por una primicia informativa o demostrar una buena calidad profesional, buscando el beneficio de la comunidad?

De la misma manera, la teoría del “morbo” o la idea de violencia como remedio del tedio social es para  el  Licenciado  en Ciencias de la Información Carlos Soria, como “traducir la violencia pura  en entretenimiento informativo, donde la vida se convierte en una película y donde la cultura de la información pasa a ser cultura comercial”.  

Así las cosas, el público está frente a un  periodismo que muestra la desgracia del dolor ajeno. Se ponen cámaras, micrófonos dentro de las heridas y las muertes violentas. Finalmente, como diría el escritor Mario Vargas Llosa “La frontera entre el periodismo serio y el sensacionalista es cada vez menos nítida ya  que el mundo occidental vive inmerso  en una civilización del espectáculo.”

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