jueves, 8 de noviembre de 2012


La revolución de los medios digitales y la ética periodística
Por: Claudia Sandoval Correa

En los últimos años, los avances tecnológicos han permeado y cambiado  la forma de vivir de los humanos, los sectores en los que se desempeñan las personas cada vez están más influenciados por la aldea digital que ha transformado desde la forma de comunicarse hasta los medios que se utilizan  para ello, es decir los medios de comunicación y más exactamente los de información como periódicos, noticieros audiovisuales y radiales.

Es así, como los portales web, ya sean oficiales de ciertos medios reconocidos o no, también se han visto afectados por esa nueva forma de comunicación, en especial el periodismo digital que les ha brindado a los consumidores toda una nueva forma de recibir la información y de interactuar con los generadores de la misma.

De esta forma, los mismos problemas que han presentado los medios convencionales, se han trasladado a los medios digitales, entre ellos la ética profesional a la que faltan algunos periodistas, esa forma mediocre de hacer periodismo que se acentúa más en los medios digitales debido a la cantidad de información que se encuentra disponible y la manipulación de la misma con intereses privados que tienen algunas casas editoriales.

Entonces, es fácil incurrir en el ejercicio errado de la labor cuando se está en la constante lucha por la inmediatez y la chiva por la que los medios se disputan para lograr la atención del mayor número de gente posible, está al alcance de la mano copiar información de otro medio y publicarlo como si fuera propio, cambiando algunas palabras, incurriendo en un notorio caso de plagio que para el consumidor puede ser casi nulo, pasando desapercibida la acción antiética del periodista que según Mario Alfredo Cantarero, “a pesar de ese reconocimiento internacional o nacional, el fraude en periodismo se da como una acción natural”[1], lo que no debería ser así pues el lector merece respeto y tiene derechos como tal.

Así pues, las personas objetivo de la información son consumidores que están en todo el derecho de que se les informe veraz, eficaz y oportunamente, de que se les trate con respeto y a su vez ellos puedan exigirle a los medios que más frecuentan que se les reconozca su posición y deben, en calidad de críticos, exigir también calidad en los contenidos, en la agenda programática de cada medio, de cada portal, que se traten los temas de manera objetiva y no una información manipulada con intereses económicos o políticos, pues de esa manera también irrespetan al usuario.

Dicho lo anterior, para menguar los errores cometidos por los medios convencionales, se crearon figuras que ayudan a contrarrestar las faltas ya sea de la radio, la televisión o los periódicos y esa persona o rol es el del defensor o el denominado Ombudsman, que también se trasladó al mundo digital y como explica Flavia Pauwels, “puede ser definido como aquella persona que en un medio recibe e investiga las quejas del público sobre la exactitud, la imparcialidad, el equilibrio y el buen gusto en la cobertura de las informaciones”[2], exigiendo así que la persona que desempeñe dicho cargo también sea alguien objetivo, ético y sensible ante los hechos que se puedan presentar y no sean correctos.

Así entonces, todas las personas tienen derechos y el máximo es el derecho a estar informado y para ello se crea la defensoría del lector, que tal como lo plantea Javier Darío Restrepo “la Defensoría del Lector, vista así, es un paso adelante dentro del ambicioso propósito pedagógico de convertir en realidad viva el derecho de los que reciben, que se conoce como derecho a la información”[3], es decir que dicho estamento tiene como objetivo velar por el cumplimiento de ese derecho a cabalidad y mediar entre el lector y el medio.

Por otra parte y como se había mencionado, la información en los medios digitales también es manipulada, pero esto se da en consecuencia de la también afamada globalización que es “interdependencia mundial... y el control de los flujos económicos, comerciales y financieros, pero también de información, por un puñado de grupos poderosos que, en casi todos los países, representan una fuerza que puede imponer su propia visión del mundo a los políticos, poner en acción su propia estrategia”[4].

Además de lo dicho anteriormente, a los problemas éticos del periodismo digital, también se suma el sensacionalismo, que se supone no debería darse cuando se tienen en cuenta la autenticidad, la neutralidad y la objetividad, pero que va a estar presente y más si se trata de políticas económicas que lo que buscan es vender, creando así una situación propicia para que fotografías, videos y textos no sean tratados de la manera que merecen sino que llevan implícita o explícitamente contenido que mueve al lector a curiosear la información con el único fin de satisfacer su morbo. A lo que Mauro Cervino agrega:

“Si hacer periodismo es saber comprender distintos lenguajes y traducirlos en relatos, el periodista debe asumir que los relatos, los textos que él produce, representan un material altamente sensible para el lector. Es decir que los lectores (de cualquier medio) trabajan los textos emitidos por el periodista. En el caso del tipo de comunicación instaurado por la red, que permite el intercambio de "muchos con muchos" a diferencia de los modelos tradicionales de comunicación mediática, se tiende a estructurar un escenario en el que se redefinen los limites y el rol de quien produce las noticias y quien las consume”[5]
Por esto y todo lo dicho anteriormente, el lector vuelve a jugar un papel importante, se convierte en constructor de conocimiento mediático y como tal también debería exigirle al medio que usa que sea ético, que lo informe como debe. Los consumidores se convirtieron en personas permisivas, a quienes les da igual si se les engaña o no, porque aprendieron a aceptar la información como verdadera antes de corroborar y comparar con otros medios, dejando así de lado la verdadera calidad con la que se debe tratar una noticia o hecho.

Pero para Juan Jorge Faundes esto no resulta tan fácil, pues las premisas de informar veraz, exacta, amplia y oportunamente “remite a temas epistemológicos relacionados con las nociones de “verdad” y “objetividad”, así como de “información” y de “valor periodístico”, exigiendo una reflexión en torno a ellos que no se puede eludir si se quiere precisar a qué se está refiriendo esta regla”[6].

Y es que para que dichas premisas y los códigos de ética funcionen, éstos deben ser reconocidos por los periodistas, deben ser legitimados para poder aplicarlos, pues muchos podrían pensar que los códigos de la ética profesional no sirven, pero es precisamente por eso, porque el marco de lo común ha encerrado la práctica anti ética donde el que actúa correctamente no es valorado porque “no aporta al negocio de la comunicación”[7]. Siendo así esto un error, pues se debe tener en cuenta también los ajustes que se deben hacer a dichos códigos según cada país, lo cual no es fácil pero conllevaría a una reflexión acerca del tema que permita crear medianamente, a su vez, un periodismo digital de calidad.

Finalmente, se puede decir que el periodismo digital sigue siendo una modalidad naciente que requiere ser intervenido y analizado tanto por sus creadores como por los usuarios, porque es un trabajo en conjunto el que llevaría a ofrecer información de calidad y a exigir el respeto debido que merece el consumidor; todo esto aplicando, para empezar, “los códigos de ética que  sí sirven. Y, como las profecías que se auto cumplen, cuanto más convencidos estemos de que sirven mayor será su eficacia y su utilidad, puesto que más común y habitual será también conocerlos, aplicarlos y reclamar su cumplimiento cuando no se produzca”[8].


[1] CANTARERO, Mario Alfredo. El “refrito” o plagio en los medios informativos [Online]. Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art648.htm
[2] PAuWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio pública argentina [Online] Consultada el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/
[3] RESTREPO, Javier Darío. En defensa del derecho a la información [online] Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art427.htm
[4] RIBOREAU, Guy. La deontología periodística frente a los cambios técnicos y la globalización [online] Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art409.htm
[5] CERBINO, Mauro. Ética y sensacionalismo en el periodismo digital [online]. Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art950.htm
[6] FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online] Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art656.htm
[7] FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online] Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art656.htm
[8] AZNAR, Hugo. “Los códigos éticos no sirven” [Online] Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art581.htm

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