La
revolución de los medios digitales y la ética periodística
Por:
Claudia Sandoval Correa
En los últimos años, los
avances tecnológicos han permeado y cambiado
la forma de vivir de los humanos, los sectores en los que se desempeñan
las personas cada vez están más influenciados por la aldea digital que ha
transformado desde la forma de comunicarse hasta los medios que se utilizan para ello, es decir los medios de comunicación
y más exactamente los de información como periódicos, noticieros audiovisuales
y radiales.
Es así, como los portales
web, ya sean oficiales de ciertos medios reconocidos o no, también se han visto
afectados por esa nueva forma de comunicación, en especial el periodismo
digital que les ha brindado a los consumidores toda una nueva forma de recibir
la información y de interactuar con los generadores de la misma.
De esta forma, los mismos
problemas que han presentado los medios convencionales, se han trasladado a los
medios digitales, entre ellos la ética profesional a la que faltan algunos
periodistas, esa forma mediocre de hacer periodismo que se acentúa más en los
medios digitales debido a la cantidad de información que se encuentra
disponible y la manipulación de la misma con intereses privados que tienen
algunas casas editoriales.
Entonces, es fácil incurrir
en el ejercicio errado de la labor cuando se está en la constante lucha por la
inmediatez y la chiva por la que los medios se disputan para lograr la atención
del mayor número de gente posible, está al alcance de la mano copiar
información de otro medio y publicarlo como si fuera propio, cambiando algunas
palabras, incurriendo en un notorio caso de plagio que para el consumidor puede
ser casi nulo, pasando desapercibida la acción antiética del periodista que
según Mario Alfredo Cantarero, “a pesar de ese reconocimiento internacional o
nacional, el fraude en periodismo se da como una acción natural”[1], lo que no debería ser así
pues el lector merece respeto y tiene derechos como tal.
Así pues, las personas
objetivo de la información son consumidores que están en todo el derecho de que
se les informe veraz, eficaz y oportunamente, de que se les trate con respeto y
a su vez ellos puedan exigirle a los medios que más frecuentan que se les
reconozca su posición y deben, en calidad de críticos, exigir también calidad
en los contenidos, en la agenda programática de cada medio, de cada portal, que
se traten los temas de manera objetiva y no una información manipulada con
intereses económicos o políticos, pues de esa manera también irrespetan al
usuario.
Dicho lo anterior, para
menguar los errores cometidos por los medios convencionales, se crearon figuras
que ayudan a contrarrestar las faltas ya sea de la radio, la televisión o los
periódicos y esa persona o rol es el del defensor o el denominado Ombudsman, que
también se trasladó al mundo digital y como explica Flavia Pauwels, “puede ser
definido como aquella persona que en un medio recibe e investiga las quejas del
público sobre la exactitud, la imparcialidad, el equilibrio y el buen gusto en
la cobertura de las informaciones”[2], exigiendo así que la
persona que desempeñe dicho cargo también sea alguien objetivo, ético y
sensible ante los hechos que se puedan presentar y no sean correctos.
Así entonces, todas las
personas tienen derechos y el máximo es el derecho a estar informado y para
ello se crea la defensoría del lector, que tal como lo plantea Javier Darío
Restrepo “la Defensoría del Lector, vista así, es un paso adelante dentro del
ambicioso propósito pedagógico de convertir en realidad viva el derecho de los
que reciben, que se conoce como derecho a la información”[3], es decir que dicho
estamento tiene como objetivo velar por el cumplimiento de ese derecho a
cabalidad y mediar entre el lector y el medio.
Por otra parte y como se
había mencionado, la información en los medios digitales también es manipulada,
pero esto se da en consecuencia de la también afamada globalización que es “interdependencia
mundial... y el control de los flujos económicos, comerciales y financieros,
pero también de información, por un puñado de grupos poderosos que, en casi
todos los países, representan una fuerza que puede imponer su propia visión del
mundo a los políticos, poner en acción su propia estrategia”[4].
Además de lo dicho
anteriormente, a los problemas éticos del periodismo digital, también se suma
el sensacionalismo, que se supone no debería darse cuando se tienen en cuenta
la autenticidad, la neutralidad y la objetividad, pero que va a estar presente
y más si se trata de políticas económicas que lo que buscan es vender, creando
así una situación propicia para que fotografías, videos y textos no sean
tratados de la manera que merecen sino que llevan implícita o explícitamente
contenido que mueve al lector a curiosear la información con el único fin de
satisfacer su morbo. A lo que Mauro Cervino agrega:
“Si hacer periodismo es
saber comprender distintos lenguajes y traducirlos en relatos, el periodista
debe asumir que los relatos, los textos que él produce, representan un material
altamente sensible para el lector. Es decir que los lectores (de cualquier
medio) trabajan los textos emitidos por el periodista. En el caso del tipo de
comunicación instaurado por la red, que permite el intercambio de "muchos
con muchos" a diferencia de los modelos tradicionales de comunicación mediática,
se tiende a estructurar un escenario en el que se redefinen los limites y el
rol de quien produce las noticias y quien las consume”[5]
Por
esto y todo lo dicho anteriormente, el lector vuelve a jugar un papel
importante, se convierte en constructor de conocimiento mediático y como tal
también debería exigirle al medio que usa que sea ético, que lo informe como
debe. Los consumidores se convirtieron en personas permisivas, a quienes les da
igual si se les engaña o no, porque aprendieron a aceptar la información como
verdadera antes de corroborar y comparar con otros medios, dejando así de lado
la verdadera calidad con la que se debe tratar una noticia o hecho.
Pero para Juan Jorge Faundes
esto no resulta tan fácil, pues las premisas de informar veraz, exacta, amplia
y oportunamente “remite a temas epistemológicos relacionados con las nociones
de “verdad” y “objetividad”, así como de “información” y de “valor
periodístico”, exigiendo una reflexión en torno a ellos que no se puede eludir
si se quiere precisar a qué se está refiriendo esta regla”[6].
Y es que para que dichas
premisas y los códigos de ética funcionen, éstos deben ser reconocidos por los
periodistas, deben ser legitimados para poder aplicarlos, pues muchos podrían
pensar que los códigos de la ética profesional no sirven, pero es precisamente
por eso, porque el marco de lo común ha encerrado la práctica anti ética donde
el que actúa correctamente no es valorado porque “no aporta al negocio de la
comunicación”[7].
Siendo así esto un error, pues se debe tener en cuenta también los ajustes que
se deben hacer a dichos códigos según cada país, lo cual no es fácil pero
conllevaría a una reflexión acerca del tema que permita crear medianamente, a
su vez, un periodismo digital de calidad.
Finalmente, se puede decir
que el periodismo digital sigue siendo una modalidad naciente que requiere ser
intervenido y analizado tanto por sus creadores como por los usuarios, porque
es un trabajo en conjunto el que llevaría a ofrecer información de calidad y a exigir
el respeto debido que merece el consumidor; todo esto aplicando, para empezar,
“los códigos de ética que sí sirven. Y,
como las profecías que se auto cumplen, cuanto más convencidos estemos de que
sirven mayor será su eficacia y su utilidad, puesto que más común y habitual
será también conocerlos, aplicarlos y reclamar su cumplimiento cuando no se
produzca”[8].
[1]
CANTARERO, Mario Alfredo. El “refrito” o plagio en los medios informativos
[Online]. Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art648.htm
[2]
PAuWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio
pública argentina [Online] Consultada el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/
[3]
RESTREPO, Javier Darío. En defensa del derecho a la información [online]
Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art427.htm
[4]
RIBOREAU, Guy. La deontología periodística frente a los cambios técnicos y la
globalización [online] Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art409.htm
[5]
CERBINO, Mauro. Ética y sensacionalismo en el periodismo digital [online].
Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art950.htm
[6]
FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online]
Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art656.htm
[7]
FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online]
Consultado el 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art656.htm
[8]
AZNAR, Hugo. “Los códigos éticos no sirven” [Online] Consultado el 11 de mayo
de 2012. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art581.htm
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