EL
DESARROLLO Y EL CAMBIO SOCIAL
COMO RESULTADO DE LA PARTICIPACIÓN
COMO RESULTADO DE LA PARTICIPACIÓN
Por: Bernny Yasmir Sánchez Álvarez
“Desarrollo: progreso social,
igualdad, libertad y participación”
Evertt Rogers
igualdad, libertad y participación”
Evertt Rogers
El comunicador como gestor debe facilitar, estimular,
promover y proponer acciones encaminadas al logro de objetivos que busquen
satisfacer necesidades presentes de las comunidades en las que se desempeña,
creando así condiciones necesarias para la superación de desigualdades sociales[1]. Es
importante resaltar que tanto en los proyectos como de comunicación para el
desarrollo, como en las diferentes áreas, es indispensable la organización, de
modo que existan normas y principios que rijan y orienten de forma adecuada el
proceso, ayudadas por objetivos precisos que motiven a los actores a conseguir
resultados.
Para que se dé un proyecto de comunicación para el
desarrollo, éste debe ser decidido por la gente y no tras una imposición de los
gestores, esto ayuda a que la comunidad de apropie del proceso. Es en este
punto donde el comunicador debe intervenir, a través del diálogo, como
fundamento, para lograr una comunicación participativa en la que predomine el
intercambio de conocimientos y se contribuya a una reflexión sobre lo que la
población cree que es el desarrollo y cómo, un proyecto a ejecutar, puede
aportar al cambio[2].
En la Guía de Comunicación para la Gestión y el
Desarrollo Social se plantean cinco etapas que debe contener todo proyecto de
comunicación: diagnóstico, planeación, ejecución, seguimiento y evaluación, de
las cuales, siendo todas imprescindibles, son claves las dos primeras:
diagnóstico y planeación. Éstas caracterizadas principalmente por la creación
de estrategias de acercamiento a las comunidades y la garantía de participación
de las mismas, respectivamente, contemplan en todo su sentido una de las cinco
condiciones indispensables para que se dé el cambio social: “la participación
comunitaria y la apropiación”[3] que
fundamenta las demás etapas para que se desarrollen de forma idónea y
conveniente.
Así, con todo esto, el aporte del comunicador ha de ser
un acompañamiento continuo de contacto con la comunidad para lograr el
acercamiento, la apropiación y la participación de todos los involucrados en su
lucha social por alcanzar “el desarrollo, siendo ese progreso social, de
igualdad, participación y libertad”[4]. Continuando, la tercera fase: la ejecución,
parece ser la última, partiendo de que tal proyecto haya sido culminado, su
continuidad se hace nula. Es decir, la fase de seguimiento, que debe estar
presente desde la primera, desaparece abandonando así el curso del proceso
donde se ha de escuchar a la comunidad y conocer su percepción respecto al
impacto a obtener, entre otras cosas, para verificar que los objetivos
propuestos desde el inicio se estén cumpliendo y las metas a alcanzar puedan
ser las esperadas. Si se prescinde de lo anterior, no se abre paso a la
evaluación, así el diálogo y consenso con la población, que busca indagar en su
percepción inicial, desde el diagnóstico hasta la idónea culminación, se disipa
y, es ahí, cuando un proyecto que buscaba un cambio social se convierte en uno
más de simple obra que excluye a las personas y limita su participación siendo
ellas las principales involucradas.
En resumidas cuentas el comunicador debe permanecer como
catalizador ayudando a gestar cambios sociales liderando y estableciendo
vínculos estratégicos con las personas para contactar entes que brinden apoyo o
recursos a las actividades que se gestionan[5]
siempre pensando en mejorar la calidad de vida de la comunidad y fomentando su
participación activa.
No obstante, en este país lleno de concesiones y
contratos, donde la élite política tiene sus obscuras formas de actuar, no es
nuevo para nadie que el clientelismo es su instrumento por excelencia. Son
ellos los poseedores del dinero y, por ende, del poder, lo que, lastimosamente,
anula la mayor posibilidad de actuar en bien colectivo porque siempre hay que
responder a la satisfacción de necesidades individuales en virtud de lealtades
políticas. Luego todo esto conduce a que lo público no se conciba como un ente
de participación para que las personas diseñen su modelo de desarrollo[6] y se
restrinja a una elemental transacción de favores particulares. Un comunicador,
como gestor y en cualquiera de sus capos de acción, debe cuidarse de caer en
situaciones como éstas.
Cabe resaltar que, aun cuando el dinero mueve el mundo,
existen infinidad de casos que ilustran la labor eficaz del comunicador en
proyectos sociales que se valen de la organización abarcando todas las fases de
un proyecto. Para ilustrar está el caso del Proyecto de Medios de
Comunicación en Chiapas, México[7]
que buscó beneficiar a comunidades indígenas de la zona que habían sido
invadidas por fuerzas gubernamentales para destruir sus archivos e información
importante. Este proyecto consistió en lograr que los indígenas promovieran su
autonomía y transmitieran su cultura a través de su propia voz e imagen valiéndose
de la radio y el video producido por ellos mismos. Esto les ayudó a obtener
democracia, su derecho a la tierra y a que se respetaran los derechos humanos
lo cual tuvo implícito acabar con la pobreza y la injusticia. Actualmente, aún
cuando existe presencia militar en la zona las agresiones se redujeron pues las
arremetidas del ejército eran captadas por las cámaras.
En suma, decir todo esto, para recalcar que, como
comunicadores, tenemos una responsabilidad social que requiere la coherencia de
la teoría con los actos. Esto es, fuera de nuestro beneficio individual está
por encima el bien común de la población con la que trabajamos. La cuestión
consiste en que, si bien, no vamos a cambiar el mundo, no limitemos nuestro
oficio a videos comunitarios que expongan una problemática, sino que éste sea
el resultado más visible y concreto de toda una labor estratégica realizada
arduamente, que no prescindió de la comunidad como actor principal, para lograr
un cambio social
Recordar que la clave está, entonces, en entender que “la
comunicación es el nervio mediante el cual los distintos agentes, reflexionan y
rehacen la sociedad”[8] y
que “lo comunicativo es una dimensión básica de la vida y de las relaciones
humanas y socioculturales. Es el reconocimiento de la existencia de actores que
se relacionan entre sí dinámicamente (…)”[9]
para el logro de metas y objetivos comunes que han de beneficiar a todos.
[1] Red de Gestores Sociales. Unidad 1. Cap. 1. Pag 20
[2] Obregón, Rafael. ¿Diálogo o comunicación para el desarrollo y cambio
social?
[3] Gumucio, Alfonso. Comunicación para el cambio social: clave del
desarrollo participativo.
[4] Rogers, Evertt. La comunicación el desarrollo: el ocaso del paradigma
dominante.
[5] Red de Gestores. Gestión para el desarrollo social. Unidad 1. Cap 2,
pag 23.
[6] Velazquez, Fabio. Gonzalez, Esperanza. ¿Qué ha pasado con la
participación ciudadana en Colombia? Clientelismo y autoritarismo. Cap 1. P,
45. Fundación Corona. Bogotá. 2003
[7] Gumucio D, Alfonso. Informe para la Fundación Rockefeller.
[8] Red de Gestores Sociales. Comunicación para la gestión y el desarrollo
social. Unidad 2. Cap. 1, pag 43.
[9] Alfaro, Rosa María. Una comunicación para otro desarrollo. Abraxas
Editorial SA. Lima, 1993, pag 27.
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