Bajo una realidad
“Interés
informativo”
Por:
Juan Sebastian Valencia Niño
El periodismo ha tenido un protagonismo exclusivo y
único desde sus inicios, recolectando, sintetizando y jerarquizando información;
ha sido utilizado para establecer y socializar normas básicas de supervivencia
y para sobrellevar las estructuras de poder en la sociedad; dentro de este
mismo contexto, un actor en los procesos históricos de cambio, de desarrollo y
de aceleración de la vida social en manos de unos pocos y bajo unos mismos intereses.
La prensa, la radio, la televisión y ahora la
internet, han sido los medios escogidos por excelencia de las masas, el todo y
en últimas el nada; basta citar a Flavia
Pauwels quien detalla la importancia de hacer una amplia
campaña de difusión sobre el derecho a la información sana, para generar
confianza y credibilidad al medio, una postura que busca cambiar el paradigma
de control de unos cuantos por la conciencia, la participación y la exigencia
del pueblo sobre el derecho a la revisión social democrática de lo que se
difunde y vende el periodismo, en pro, de una información veraz, exacta, amplia
y oportuna como se cita en “El Rol de los Periodistas” de Juan Jorge Faundes.
Un “Rol” que ha sido acompañado por una serie de
normas, leyes, decretos y demás acciones que buscan que los profesionales de la
comunicación asuman la responsabilidad principal en la defensa de los valores,
deberes y derechos de lo que se publica y a quienes se les publica; semillas de las que se esperan buenos frutos y
un periodismo trasparente que genere libertad, información de interés, de
fuentes reales, sin rectificaciones y sin manipulaciones e intereses.
Parámetros y directrices éticas que guarden y
protejan la dignidad de una persona y donde se privilegie el bien común por encima
del bien particular, como lo hacen expresar algunos entes no gubernamentales,
entre los que encontramos: La Federación Latinoamericana de Prensa
(Felap) en donde “la información, concebida como bien social, concierne a toda
la sociedad” y el “el periodismo un
servicio de intereses colectivos, con funciones eminentemente sociales
dirigidas al desarrollo integral del individuo y de la sociedad”; El código de
la Comunidad Europea de Periodistas que constituye “Toda acción periodística
debe estar dirigida al bien espiritual, social, intelectual y moral de la
comunidad” y el código de la Unesco, el
cual señala “en el periodismo, la información se comprende como un bien social
y no como un simple producto”.
Autores
como Javier Darío Restrepo, máximo referente en asuntos de ética periodística
en América Latina, y María Teresa Herrán,
presidenta del Círculo de Periodistas de Bogotá y miembro de su comisión de
ética, aseguran que el periodismo debe mirarse como un cuarto poder siempre y
cuando penetre las realidades sociales y sea un servicio irremplazable. “Ser
periodista es tener la oportunidad de cambiar algo todos los días” afirma
Restrepo haciendo mención al bienestar de la sociedad como totalidad, donde se
primen los intereses generales sobre los particulares y donde el profesional
del medio responda a cabalidad por lo que informa: un buen periodismo genera
libertad, pero un periodismo ligado al respeto de un código ético.
Al
mismo tiempo y siguiendo con los aportes del señor Restrepo, un buen periodista
debe ser ante todo una buena persona, su profesionalidad se construye sobre un
ser humano, ha de estar orgulloso de su
profesión, deberá tener un sentido de misión y de entrega total, será un sujeto
apasionado por la verdad, por la autocrítica, lleno de conocimientos y de independencia
a la hora de comunicar; es decir, que el
buen periodista mantiene intacta su capacidad de asombro, constantemente estará
formulándose preguntas y nunca venderá su ética profesional por los intereses
de unos cuantos.
Las
personas leen los periódicos y oyen los noticieros porque quieren creer en
alguien, de lo contrario no consumirían estos medios; desde esta perspectiva, un
compromiso ético, moral y legal que compromete a la empresa generadora de
información con sus consumidores y con la sociedad en su totalidad.
No basta
con la llegada del ombudsman a la organización, ni la del periodista más
reconocido, si en definitiva se tiene una persona “imagen”, sin voto, ni
oportunidades de corregir las fallas y cumplir sus funciones, todo por el
interés general y comercial del medio; su efectividad y su labor a desarrollar
dependerá del grado de compromiso y de responsabilidad social del canal con el
radioescucha o televidente, imparcialidad y precisión con lo que difunde.
Para
el caso de la televisión colombiana, es
la CNTV la encargada de desarrollar y ejecutar los planes y programas del
Estado en el servicio público de televisión; a la vez, la encomendada de velar
por el respeto y dignidad de las personas frente a los contenido que se emiten,
tanto periodísticos como de utilidad comercial. En la ley 182 de 1995 capítulo
II del contenido de la televisión y artículo 30, se expone el derecho a la
rectificación por parte del medio que afecte y agreda física, moral e
intelectual la vida de una persona en estado de inocencia; lo que permitirá una
rectificación de publicaciones inexactas o falsas que agredan públicamente su
buen nombre. Para este tipo de correcciones se han establecido una serie de
programas por parte de los canales públicos y privados, que parten desde sus
sales de redacción hasta la emisión en vivo o en diferido del error cometido
por parte del periodista.
Dentro
de este mismo contexto, es inaceptable los contenidos de información
periodística que los canales privados emiten durante el desarrollo de sus
noticieros, dejando por fuera y por los mismos intereses de algunos, temáticas
y verdades que dejarían al descubierto hechos reprochables y escandalosos,
donde se vería en más de una ocasión comprometido al mismo Gobierno, a personalidades
de la vida política y demás actores sociales que ponen en juego el futuro de
una sociedad; es decir, actos delictivos en contra del bien común.
Del
mismo modo, es sorprendente que noticieros con un “alto grado de credibilidad”
emitan situaciones que no conciernen al interés general de las personas; uno de
estos tantos ejemplos es posible evidenciarlo en uno de los canales privados de
la televisión colombiana, cuando presentan la vida política y de farándula de
nuestros gobernantes o cuando se limitan a mostrar videos descargados por la
web, exactamente de www.youtube.com con
informaciones erradas y que no son demostradas e investigadas por el periodista,
una falta de respeto con la persona que se sienta frente a una pantalla a
confiar en el medio de difusión.
En definitiva
y para la televisión, la prensa, la radio y ahora la internet, es evidente que
el fin ultimo de los mismos es vender publicidad y no informar la realidad de
una sociedad agotada por la barbarie y las secuelas de los conflictos internos.
Valdría
la pena que se preguntaran en qué situación y bajo que condiciones se encuentra
hoy en día la libertad de expresión, esa misma que se plasma desde 1991 en la
Constitución Política de Colombia en su artículo 20, la cual garantiza a toda
persona el derecho de expresar y difundir su pensamiento y opiniones; dónde
encontrar información exacta, amplia y oportuna que no este infiltrada por los
intereses de unos pocos y cómo hacer para que de raíz se eliminen los
monopolios informativos que ciegan la vida de la sociedad.
Bibliografía
·
RESTREPO, Javier Darío, HERRÁN, María Teresa.
Ética Para Periodistas. Bogotá. Grupo editorial Norma. 2005
·
FAUNDES, Juan Jorge. El Rol de los
Periodistas y su Marco ético. Disponible en http://www.saladeprensa.org/
·
RESTREPO, Javier
Darío. Video Ética Periodística. Disponible en http://www.youtube.com/watch?v=YmjrpOl8kCk
·
AZNAR, Hugo. Los Códigos de ética del
periodismo y la responsabilidad de los profesionales.
·
PAUWELS,
Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio pública
Argentina. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art644.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario