La Deontología: un requisito indispensable para periodistas
Por:
Gineth Dayana López Ordoñez
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Adquirir
un título como profesional en determinada materia, implica además asumir una
gran responsabilidad, ya no sólo como persona unitaria sino también como un ser
social que incursiona en una colectividad para desempeñar una tarea específica.
Dicha tarea, será la que el profesional tendrá que defender y sacar adelante bajo
el requisito indispensable de la deontología, o como es bien conocida, la
“teoría del deber’.
Así
pues, según lo estipulado en algunos códigos de ética, la deontología es aquel conjunto
de normas morales que se debe respetar en el ejercicio de una profesión, dado
que, la disciplina profesional sanciona los comportamientos que violan esta
regla moral, tanto si se encuentran en las leyes, los reglamentos y códigos
penal, civil, como si no lo están[1].
Por
su parte, el diccionario de la Real Academia Española, certifica que la
deontología es aquella ciencia o tratado
de los deberes y obligaciones morales que tiene
un profesional, por tanto, es propiamente el ser humano quien da paso a la
ejecución de tal requisito, “es él el único sujeto de la Ética, el único
ser vivo que posee la capacidad de diferenciar el bien del mal y de obrar según
su libre elección”[2]
Es
precisamente esa facultad, la que remite, en este texto, discutir a cerca los
periodistas, quienes tienen el compromiso no sólo de transmitir mensajes serios
y confiables, sino además comunicarlos de una manera responsable y profesional.
Los medios de comunicación ameritan una profunda reflexión sobre su ejercicio y
el accionar mismo de aquel comunicador periodista que lo lleva a cabo, ante la
orientación del bien común y el servicio de la dignidad humana.
Hablar
de ética y de ese “deber ser” de la humanidad, permite dejar en claro que en el periodismo, a diferencia de otras
profesiones, la ética y la técnica laboral no están divorciadas, sino que por
el contrario son una misma cosa. Es decir, un periodista no podría, de ningún
modo, ser un buen profesional en lo que hace si el proceder de sus conductas con
el oficio es reprochable. Es por ello, que en el periodismo, según María T.
Herrán y Javier D. Restrepo, una falla en los principios éticos repercute
necesariamente en las calidades técnicas del periodismo.[3]
Sea
quizá por ello, que esta profesión se denota como una de las más arduas de
realizar, pues, con que un solo periodista se equivoque en su quehacer, su
falta repercute inmediatamente en cuestiones inadmisibles ante millones de
individuos, que son de primera mano quienes lo leen, lo ven y lo escuchan. “Ser periodista no es fácil, es una labor de
constancia más que de repentismos, y el público en general percibe la
diferencia”[4].
Actualmente,
no es un total desconocimiento el pésimo desarrollo que se le da a la información
y por el contrario, es evidente cómo el periodismo pierde credibilidad día con
día, al igual que muchos periodistas. Pero, ¿por qué se da esto? Paula López, periodista colombiana, considera que el
principal factor que incide contra la credibilidad "es el económico",
pero enseguida incluye otros como "la presión del jefe, que ejerce su
función como tal; el medio como grupo empresarial; el director o el círculo de
amigos de éste a la hora de escribir sobre determinados temas"[5].
Razones habrían de sobra para justificar malos periodistas y
por ende, un deficiente periodismo, pero este hecho no es más que el reflejo de
una pérdida ética y moral hacia el oficio mismo. Muchas veces se piensa que por
ser el primero se es el mejor, y no hay nada más errado que esto cuando de
comunicación se trata. En Colombia, estos profesionales caen en errores tan vagos
como el afán, que sólo se preocupan por conseguir la chiva, más no por ser
periodistas de calidad.
Aunque, también es necesario precisar que en este oficio hay
gran cantidad de personas que pisotean la profesión, creyendo vilmente ser
periodistas por el simple hecho de tener un micrófono en mano o una cámara en
frente.
La sociedad irónicamente se ha creído el cuento que toda persona que se dirige
a una masa, tiene la facultad de ser llamado periodista y esa es, justamente,
la llaga que molesta el ejercicio ético y responsable de los buenos
periodistas.
“El político, la reina de belleza, la
animadora, el locutor, se improvisan como periodistas de la noche a la mañana… y
ejerce entonces un periodismo que busca lo espectacular y sensacionalista en
vez de lo investigativo y lo perdurable, y que no se interesa en los principios
de la ética de la profesión”[6]. Con esto, no se pretende,
de ninguna manera, menospreciar la labor que se ejecuta desde estos otros
oficios, pero sí dejar constancia que el periodismo no es juguete que se arma y
desarma por cualquiera y menos en un abrir y cerrar de ojos.
Lo
anterior, no quiere decir que los periodistas sean profesionales con una ética
superior a la de otras personas u otros profesionales de diversas áreas, sino
que, como se expresó en párrafos anteriores, la ética y la técnica laboral, en periodismo, no están divorciadas, por
el contrario, son una misma cosa. Así mismo, los códigos de ética
estipulados para estos profesionales, tampoco son “normas de conducta
que implican desconocer las generales que rigen a la totalidad de los
habitantes, sino que son reglas dictadas para lograr una mayor calidad en los
servicios, y evitar comportamientos que puedan dañar la imagen de la profesión”[7].
Si bien, cada individuo podría decirse recibe
una formación ética y moral desde el hogar, aquel sujeto al que se llama
periodista es quien tiene claro que lo fundamental de la ética de los
periodistas es “informar veraz, exacta amplia y oportunamente, además de difundir,
exigir y defender de manera proactiva los derechos y deberes personales y
colectivos”[8]
y que no, por el contrario, es una mercancía hecha para vender. El “periodismo es difundir aquello que alguien
no quiere que se sepa, el resto es propaganda”[9], por ello, el requisito indispensable
de todo periodista es la deontología.
[1] Código deontológico. Capítulo 1.
Principios, definición y ámbitos de aplicación. En: Diplomado en
medicina legal. [Online]. Disponible en: http://medicina.usac.edu.gt/clinicas2/codigo.pdf Citado el 17 de mayo de 2012.
[2] WIERNA, Gustavo Enrique. Ética y
deontología. Universidad de Salta, Argentina. Septiembre de 2003. [Online]. Disponible en: http://issuu.com/oscuvilca/docs/libro-de-etica-y-deontologia-gustavo-enrique-wiern Citado el 18 de mayo de 2012.
[3]
HERRÁN, María Teresa y RESTREPO,
Javier Darío. Ética para periodistas. 2ª edición aumentada. TM Editores.
Febrero de 1995. Pág. 39. ISBN 958-601-590-4
[5] RODRÍGUEZ, Daniel y otros. La
credibilidad periodística en crisis. Voltairet-Org. 05 de enero de 2006.
[Online]. Disponible en: http://www.voltairenet.org/La-credibilidad-periodistica-en Citado el 18 de mayo de 2012.
[6]HERRÁN, María Teresa y RESTREPO,
Javier Darío. Ética para periodistas. 2ª edición aumentada. TM Editores.
Febrero de 1995. Pág. 46. ISBN 958-601-590-4
[7]
WIERNA, Gustavo Enrique. Ética y
deontología. Universidad de Salta, Argentina. Septiembre de 2003. [Online]. Disponible en: http://issuu.com/oscuvilca/docs/libro-de-etica-y-deontologia-gustavo-enrique-wiern Citado el 18 de mayo de 2012.
[8] FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los
periodistas y su marco ético. Sala de prensa: web para profesionales de la
comunicación iberoamericanos. Febrero de 2006. [Online]. Disponible en: http://www.saladeprensa.org/art656.htm Citado el 18 de mayo de 2012.
[9] VERBISKY, Horacio. Un mundo sin
periodistas. Buenos Aires. Planeta. 1998. Pág. 16.
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