jueves, 8 de noviembre de 2012


La Deontología: un requisito indispensable para periodistas  
Por: Gineth Dayana López Ordoñez
“Si en todos tus dichos, actos y acciones haz mantenido el equilibrio entre los excesos y los defectos sin inclinarse el fiel de la balanza, habrás vivido en el marco de la Ética.”
Gustavo Enrique Wierna.


 
 






Adquirir un título como profesional en determinada materia, implica además asumir una gran responsabilidad, ya no sólo como persona unitaria sino también como un ser social que incursiona en una colectividad para desempeñar una tarea específica. Dicha tarea, será la que el profesional tendrá que defender y sacar adelante bajo el requisito indispensable de la deontología, o como es bien conocida, la “teoría del deber’.
Así pues, según lo estipulado en algunos códigos de ética, la deontología es aquel conjunto de normas morales que se debe respetar en el ejercicio de una profesión, dado que, la disciplina profesional sanciona los comportamientos que violan esta regla moral, tanto si se encuentran en las leyes, los reglamentos y códigos penal, civil, como si no lo están[1].
Por su parte, el diccionario de la Real Academia Española, certifica que la deontología es aquella ciencia o  tratado de los deberes y obligaciones morales que tiene un profesional, por tanto, es propiamente el ser humano quien da paso a la ejecución de tal requisito, “es él el único sujeto de la Ética, el único ser vivo que posee la capacidad de diferenciar el bien del mal y de obrar según su libre elección”[2]
Es precisamente esa facultad, la que remite, en este texto, discutir a cerca los periodistas, quienes tienen el compromiso no sólo de transmitir mensajes serios y confiables, sino además comunicarlos de una manera responsable y profesional. Los medios de comunicación ameritan una profunda reflexión sobre su ejercicio y el accionar mismo de aquel comunicador periodista que lo lleva a cabo, ante la orientación del bien común y el servicio de la dignidad humana.
Hablar de ética y de ese “deber ser” de la humanidad, permite dejar en claro  que en el periodismo, a diferencia de otras profesiones, la ética y la técnica laboral no están divorciadas, sino que por el contrario son una misma cosa. Es decir, un periodista no podría, de ningún modo, ser un buen profesional en lo que hace si el proceder de sus conductas con el oficio es reprochable. Es por ello, que en el periodismo, según María T. Herrán y Javier D. Restrepo, una falla en los principios éticos repercute necesariamente en las calidades técnicas del periodismo.[3]
Sea quizá por ello, que esta profesión se denota como una de las más arduas de realizar, pues, con que un solo periodista se equivoque en su quehacer, su falta repercute inmediatamente en cuestiones inadmisibles ante millones de individuos, que son de primera mano quienes lo leen, lo ven y lo escuchan.  “Ser periodista no es fácil, es una labor de constancia más que de repentismos, y el público en general percibe la diferencia”[4].
Actualmente, no es un total desconocimiento el pésimo desarrollo que se le da a la información y por el contrario, es evidente cómo el periodismo pierde credibilidad día con día, al igual que muchos periodistas. Pero, ¿por qué se da esto? Paula López, periodista colombiana, considera que el principal factor que incide contra la credibilidad "es el económico", pero enseguida incluye otros como "la presión del jefe, que ejerce su función como tal; el medio como grupo empresarial; el director o el círculo de amigos de éste a la hora de escribir sobre determinados temas"[5].
Razones habrían de sobra para justificar malos periodistas y por ende, un deficiente periodismo, pero este hecho no es más que el reflejo de una pérdida ética y moral hacia el oficio mismo. Muchas veces se piensa que por ser el primero se es el mejor, y no hay nada más errado que esto cuando de comunicación se trata. En Colombia, estos profesionales caen en errores tan vagos como el afán, que sólo se preocupan por conseguir la chiva, más no por ser periodistas de calidad.
Aunque, también es necesario precisar que en este oficio hay gran cantidad de personas que pisotean la profesión, creyendo vilmente ser periodistas por el simple hecho de tener un micrófono en mano o una cámara en frente. La sociedad irónicamente se ha creído el cuento que toda persona que se dirige a una masa, tiene la facultad de ser llamado periodista y esa es, justamente, la llaga que molesta el ejercicio ético y responsable de los buenos periodistas.
El político, la reina de belleza, la animadora, el locutor, se improvisan como periodistas de la noche a la mañana… y ejerce entonces un periodismo que busca lo espectacular y sensacionalista en vez de lo investigativo y lo perdurable, y que no se interesa en los principios de la ética de la profesión”[6]. Con esto, no se pretende, de ninguna manera, menospreciar la labor que se ejecuta desde estos otros oficios, pero sí dejar constancia que el periodismo no es juguete que se arma y desarma por cualquiera y menos en un abrir y cerrar de ojos.
Lo anterior, no quiere decir que los periodistas sean profesionales con una ética superior a la de otras personas u otros profesionales de diversas áreas, sino que, como se expresó en párrafos anteriores, la ética y la técnica laboral, en periodismo, no están divorciadas, por el contrario, son una misma cosa. Así mismo, los códigos de ética estipulados para estos profesionales, tampoco son normas de conducta que implican desconocer las generales que rigen a la totalidad de los habitantes, sino que son reglas dictadas para lograr una mayor calidad en los servicios, y evitar comportamientos que puedan dañar la imagen de la profesión”[7].
Si bien, cada individuo podría decirse recibe una formación ética y moral desde el hogar, aquel sujeto al que se llama periodista es quien tiene claro que lo fundamental de la ética de los periodistas es “informar veraz, exacta amplia y oportunamente, además de difundir, exigir y defender de manera proactiva los derechos y deberes personales y colectivos”[8] y que no, por el contrario, es una mercancía hecha para vender. El “periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda[9], por ello, el requisito indispensable de todo periodista es la deontología.


[1] Código deontológico. Capítulo 1. Principios, definición y ámbitos de aplicación. En: Diplomado en medicina legal. [Online]. Disponible en: http://medicina.usac.edu.gt/clinicas2/codigo.pdf Citado el 17 de mayo de 2012.

[2] WIERNA, Gustavo Enrique. Ética y deontología. Universidad de Salta, Argentina. Septiembre de 2003.  [Online]. Disponible en: http://issuu.com/oscuvilca/docs/libro-de-etica-y-deontologia-gustavo-enrique-wiern Citado el 18 de mayo de 2012.

[3] HERRÁN, María Teresa y RESTREPO, Javier Darío. Ética para periodistas. 2ª edición aumentada. TM Editores. Febrero de 1995. Pág. 39. ISBN 958-601-590-4

[4] Ibid., pág. 46-47.
[5] RODRÍGUEZ, Daniel y otros. La credibilidad periodística en crisis. Voltairet-Org. 05 de enero de 2006. [Online]. Disponible en: http://www.voltairenet.org/La-credibilidad-periodistica-en Citado el 18 de mayo de 2012.

[6]HERRÁN, María Teresa y RESTREPO, Javier Darío. Ética para periodistas. 2ª edición aumentada. TM Editores. Febrero de 1995. Pág. 46. ISBN 958-601-590-4
[7] WIERNA, Gustavo Enrique. Ética y deontología. Universidad de Salta, Argentina. Septiembre de 2003.  [Online]. Disponible en: http://issuu.com/oscuvilca/docs/libro-de-etica-y-deontologia-gustavo-enrique-wiern Citado el 18 de mayo de 2012.

[8] FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético. Sala de prensa: web para profesionales de la comunicación iberoamericanos. Febrero de 2006. [Online]. Disponible en: http://www.saladeprensa.org/art656.htm Citado el 18 de mayo de 2012.

[9] VERBISKY, Horacio. Un mundo sin periodistas. Buenos Aires. Planeta. 1998. Pág. 16.

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