jueves, 21 de mayo de 2015

Una visión amplia de lo que involucra ser periodista.

Por Ludy Gabriela Clavijo Cobos
Son diversas las áreas en las cuales un comunicador puede ejercer su labor, una de ellas es el periodismo. En esta área, le es permitido impregna su estilo, su manera de ver el mundo y su objetividad, además le admite demostrar de qué está hecho y cuáles son sus bases éticas. No importa el medio al que se esté dirigiendo, escrito, radiofónico, televisivo o digital, ya que como lo afirma Gerardo Albarrán “la deontología periodística está por encima del medio”[1].  A pesar de  estas ventajas que posee esta profesión, al igual que otras, existe la ética, la cual se encuentra en al  ámbito personal de cada individuo.  Es por ello, que se han creado códigos dirigidos  y hechos  por periodistas que tienen como utilidad servir de guía para los profesionales que ejercen tan importante labor como lo es comunicar.  La existencia de estos códigos han traído consigo dos posturas, los que están de acuerdo por las normativas y los que no.  Por esta discrepancia, hay algunos profesionales, estudiantes y maestros de esta rama que se atreven afirmar que “Los códigos éticos no sirven para nada”[2], y se escudan en este argumento, para  “seguir actuando en un contexto de total impunidad, sin tener que ajustarse a reglas u obligaciones éticas de ningún tipo”[3], como lo asevera Hugo Aznar.
Las empresas de comunicación,  a su vez,  juegan un rol importante en la aplicación de estos códigos, ya que ellas poseen reglamentos y parámetros propios de cubrir las notas escritas o televisivas y en ocasiones se observa algunas inconsistencias que influyen en el ámbito personal del periodista.  Es común ver en los diarios o medios digitales, errores que recurren en la manera de cubrir las notas, la veracidad de la información, manejo de fuentes o replica entre otras. Puntos que se encuentran en el Código de Ética del Círculo de Periodistas de Bogotá y que muchos profesionales desconocen. En los medios radiales, otro son los sucesos que abarcan las problemáticas por parte de los titulados “periodistas” con el manejo del lenguaje radiofónico.
El sensacionalismo es otro punto que influye tanto en la el medio televisivo como en el digital. Allí se exponen imágenes poco gratas que alimentan la curiosidad de otros. El Problema, no se basa tan solo en eso, el problema es que “estas cámaras son operadas por periodistas desde un cierto punto de vista, que debe ser analizado, expuesto y mediado por el mismo periodista que presenta la imagen”.[4]
Debido a todos estos hechos y a la ruptura que han provocado los periodistas a estos códigos y a su  rol como periodista, se ha generado la oportunidad  al público de exigir  uno de sus derechos como consumidor, el cual hace referencia al derecho de reclamar.
Para ello, las compañías proveedoras del servicio de la información que se han visto involucradas en estos sucesos, por los errores cometidos de sus periodistas o por los parámetros que tienen para cubrir las notas, se creó la figura del ombudsman o defensor del lector escrito, virtual y el defensor del oyente.
¿De qué se encargar el defensor?  De “representar los intereses del público ante un medio y gestionar sus quejas particulares por coberturas y tratamientos periodísticos determinados”[5] según Gerardo Albarrán.
A pesar de que esta figura está dirigida para el público, las empresas de comunicaciones en ocasiones manipulan la labor del ombudsman para beneficio propio, ignorando las quejas o sugerencias que realizan los lectores. Y como este es considerado un “oficio en construcción”[6] como lo asegura Germán Rey, no existen límites o reglamentos exactos que hable del rol  y de las funciones  que implican este cargo.
Pero si las empresas de comunicación manipulan esta labor, ¿quién las manipula a ellas? “Cada vez más medios de comunicación son controlados de manera directa o indirecta por grandes grupos empresariales que ven en los medios una suerte de palanca que podría servirles para influir en políticos.”[7]
Por otra parte, esta acción  no varía en los medios digitales y para demostrarlo Dan Fisher mientras trabajó en MSNBC afirmó que “la queja principal que recibió de los lectores fue la información política tendenciosa, seguida de reclamaciones por errores tipográficos, gramaticales y en datos duros”[8], nada diferente a las quejas realizadas por el público lector de la prensa y lo señalado anteriormente.
Además de realizar el oficio de presentar las quejas de la audiencia al medio,  “la figura del ombudsman del lector sirve no sólo como tradicional puente de comunicación entre el usuario y el nuevo medio, sino como promotor de un diálogo ético indispensable en las redacciones digitales”[9] como lo certifica Gerardo Albarrán.
En la parte radiofónica las quejas presentes por parte de los oyentes son el mal manejo del lenguaje y el trato que recibe por parte de los locutores. Un caso ejemplar fue el abuso del lenguaje por parte de los locutores de la emisora Tropicana, la cual se dirige a un público juvenil. Allí no se evidenció la figura del defensor y por ende los locutores abusaban de su poder;  debido a la presión ejercida por el público finalmente fueron despedidos. Lo mencionado anteriormente demuestra que la labor del periodista no se limita y su parte ética y profesional, tampoco. Son muchos los casos en los que se han visto involucrado los periodistas y las empresas de comunicación y por ende esto se ha vuelto el pan de cada día.
La labor del defensor del televidente en Colombia aún no se ha evidenciado, como en otros países y  a pesar que la mayoría de sus empresas afirmen lo contrario. Esto es evidente en los canales de televisión, en los horarios que tiene en su programación; en los diarios y medios digitales, por las publicaciones y los errores presentes y la omisión de errores ya cometidos.  Pero de ¿quién es la responsabilidad? Según lo planteado en este texto, todos los aquí mencionados tendría algo que ver. El punto principal es que esto es una cadena, que comienza desde la labor del periodista y termina en la audiencia. Si el periodista tuviese entre sus argumentos y conocimientos base, lo que se refiere la ética y los códigos éticos, no se dejaría manipular por lo que las empresas de comunicación desean mostrar; no se presentaría quejas o reclamos al respecto del contenido  y por ende, la figura del defensor no fuera necesaria.
Pero vivimos en un país donde la manipulación la tiene pequeños grupos con grandes ingresos financieros, que mueven grande corporaciones y pequeñas mentes.

[1] ALBARRAN, Gerardo. La figura del defensor del lector en los diarios digitales. [ En línea ] http://www.saladeprensa.org/art405.htm [Citado 24 de octubre del 2014]
[2] AZNAR, Hugo. Los códigos éticos no sirven para nada. [ En línea] http://www.saladeprensa.org/art581.htm [Citado 24 de octubre del 2014]
[3] Ibid
[4] CERBINO, Mauricio. Ética y sensacionalismo en el periódico digital. [En línea] http://www.saladeprensa.org/art950.htm [ Citado 28 de octubre del 2014]
[5]  ALBARRAN, Gerardo. La figura del defensor del lector en los diarios digitales. [En línea] http://www.saladeprensa.org/art950.htm [Citado 28 de octubre del 2014]
[6]  REY, Germán. El defensor del lector: un oficio en construcción. [En línea] http://www.saladeprensa.org/art426.htm [Citado 30 de octubre del 2014]
[7] RIBOREAU, Guy. La deontología periodística frente a los cambios técnicos y la globalización. [En línea] http://www.saladeprensa.org/art409.htm [Citado 30 de octubre del 2014]
[8] FISHER, Dan. La figura del defensor del lector en los diarios. [ En línea] http://www.saladeprensa.org/art405.htm [ Citado 1 de noviembre del 2014]
[9] ALBARRAN, Gerardo.  La figura del defensor del lector en los diarios digitales. [En línea] http://www.saladeprensa.org/art405.htm [ Citado 1 de noviembre del 2014]

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