Por: Manary Figueroa Hernández
"El verdadero periodista genera contenidos con un
mínimo de herramientas, los demás son sólo redactores".
La ruptura de un sentimiento.
La historia colombiana tiene tantos acontecimientos
para recordar, que hacerlo no le permite al pueblo avanzar sin remordimiento, y
sea él mismo el que se empecine en no dejar impune la ruptura visceral que
genera una “traición”. Aquella que genera repudio en la sociedad y la enceguece
por completo, tanto así que cuando cae en cuenta, ya han pasado días y tal vez
meses, en donde se evidencia una destrucción
masiva irreparable.
Hace poco más de 65 años comenzando la 1:00 de la
tarde, fue asesinado a las afueras de su despacho, el dirigente liberal más
importante de todos los tiempos. Jorge Eliecer Gaitán, recibió tres disparos
que le ocasionaron la muerte, dejando atrás años de lucha contra la corrupción,
la politiquería y la hegemonía partidista. Evento que desató la furia desmedida de los habitantes de la
capital colombiana quienes de inmediato procedieron a destruir cada centímetro
del núcleo urbano, a tal magnitud, que para el atardecer la ciudad ya se
encontraba en luz roja y los daños eran irremediables.Dicen que recordar es vivir un poco; los abuelos de esta generación por ejemplo, fueron testigos de la magnitud de este acontecimiento, algunos cuentan la historia con mesura, otros, si son liberales y aún guardan respeto por su partido, lo hacen con algo de nostalgia, pero siempre terminan explicando el motivo por el que dejaron atrás toda esperanza de salvación patriótica, esa que según Luis Antonio Hernández, partidista liberal de 76 años “aún no retoña en este país, y que difícilmente lo hará, se necesitaría que volviera a nacer otro Gaitán, y eso, es imposible”.
Periodistas
matutinos con pasión desmedida.
A este propósito se unió el periodismo escrito, si
bien Gaitán era considerado como el mejor orador de ese momento, los textos
periodísticos que se crearon para anunciar su muerte y posteriormente las
consecuencias del llamado Bogotazo fueron
desmedidos. En su edición del 10 de abril de 1948, Vanguardia Liberal, anunció
en su página principal el asesinado del dirigente, y posteriormente se
desplegaron 3 páginas escritas sin mesura por los periodistas del departamento.
Para el periódico liberal, el cual dejaba a la luz pública su posición
ideológica, fue un acto de traición por parte del gobierno nacional, según dice
su titular. El punto álgido del este asunto es que los periodistas encargados del artículo en cuestión, hicieron uso de las fuentes directas, corresponsales en Bogotá, anunciantes y periodistas radiales, para poder construirlo. Entre otras cosas, los escritores permanecían en el anonimato, porque, en ese entonces no importaba quién escribía o no para el tabloide, lo que verdaderamente importaba era el contenido y la veracidad de sus letras, acción que generaba descontento para el partido opositor, así que los liberales se dedicaban a construir textos como científicos en su laboratorio, como si fueran capítulos diarios de una historia sin fin. Todo sin dejar a un lado la seguridad de sus vidas y la de sus familias.
De lo anterior también se pueden tomar titulares como
“Masacre de liberales en Bucaramanga llevó a cabo anoche la policía de
Santander”, seguido de “los Liberales son masacrados por la policía del
Gobernador Ortiz González” contenidos que no guardaban reparo en someter al
escarnio público al directamente responsable de la masacre de liberales de 1948
en el Departamento.
Es así entonces como se empieza a considerar la ética
periodística como una herramienta primordial de un periodista que busca única y
exclusivamente la verdad de los hechos en su investigación, teniendo en cuenta
que así como existen parámetros reguladores para denunciar las irregularidades
del medio masivo, también existen deberes que el periodista tiene para el medio
en que trabaja. De esto hablan María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo en
su texto “Ética para Periodistas”. Ellos anuncian que “el periodista tendrá
siempre presente la lealtad que por los principios y normas de la normalidad
socialista, expresada en el cumplimiento de deberes especiales muy relacionados
con su profesión”[1].Del mismo modo, es de entenderse que para ese entonces las ayudas tecnológicas no eran muchas y la utilización de la imprenta hacía tardía la entrega de los ejemplares que a diario se repartían por todo Santander. Pero ésta no era precisamente una limitación, el poder de las letras que se escribían en el mismo, era el atractivo principal para sus lectores, porque lo que interesaba era estar al tanto de los diferentes acontecimientos de interés político, económico, judicial y cultural a nivel departamental, nacional y los exteriores que tuvieran nexos con el país. En ese entonces, el refrán ‘modernista’ que dice que una imagen vale más que mil palabras, no trascendía en la toma de decisiones a la hora de publicar un artículo periodístico; bastaba con la foto del personaje político del que se hacía referencia, y las ilustraciones que se publicaban, dibujos, más exactamente, se construían con motivo publicitario o comercial.
Periodismo
modernista tildado de superfluo.
En contraposición a lo anterior se da un gran salto en
la línea del tiempo para ubicar el contexto en el presente. La tecnología
evolucionada del periodismo moderno hace uso de sus herramientas para abastecer
la necesidad que exige la sociedad del ahora, ‘la inmediatez’. Para ello, es necesario
revisar el contenido del periódico Vanguardia, siendo este la muestra utilizada
para construir un comparativo entre su pasado y su presente. Pero esta vez no
se va a hacer referencia del periódico
impreso; haciendo uso de los aportes de las TIC (Tecnología de Información en
Comunicación) es preciso observar el contenido del periódico digital que es constantemente
actualizado y leído a nivel mundial.No se puede negar que resulta de gran utilidad que la sociedad pueda actualizarse de manera constante y no esperar hasta el siguiente día para enterarse de lo que pasó o no pasó en su entorno. Pero esta estrategia comunicacional no tiene tantas virtudes como se creería.
El periódico digital, sepultó la magia del periodismo escrito, invadió el texto de imágenes que le impiden al lector lograr su cometido, leer. También desapareció la función investigativa a la que se sometía todo periodista a la hora de crear sus textos; en el periodismo digital se observan textos copiados o transcritos que resultan superfluos para quien quiera saber exactamente lo que sucede con un tema en específico, porque los artículos ya no son artículos, son notas periodísticas resumidas, construidas con el pretexto de facilitarle la lectura al interesado y ahorrarle tiempo. Pero lo que se olvida es que para leer, es necesaria la disposición y el tiempo de quien lo requiera.
Para soportar lo anterior no se debe prescindir de Manuel
Castells y su texto ‘Comunicación en la Era Digital’ y el cuestionamiento que
hace sobre la revolución de las comunicaciones.
Pues bien, si los medios utilizaran adecuadamente los
preceptos que garantizan un resultado certero de la combinación del periodismo
escrito y las TIC, muy posiblemente la realidad sería diferente, puesto que el
autor dice que “comunicar es compartir significados, y depende del contexto de
las realidades sociales”[2]. Manuel Castells[3] también define las diferencias entre tres tipos de comunicación. Con respecto a la ‘Interpersonal’ dice que es una forma interactiva de comunicarse los unos con los otros con bucles de retreoalimentación. También habla de la ‘Comunicación Social’ de la que agrega que es tradicionalmente unipersonal, pero que para el caso de la comunicación digital, también puede ser interactiva. Por último utiliza el término Autocomunicación para ser utilizado de manera interactiva y colectiva. A manera de conclusión el autor asume que estos preceptos ayudan a coexistir, interactuar, pero sobre todo complementar la información que se transmite.
Llegando a este punto es posible detectar que el deber ser del periodista radica en qué tan importante es para él que sus contenidos sean los más veraces y los más contundentes del medio. Anteriormente trabajar para un periódico era sinónimo de soberanía; hoy en día ser llamado periodista de prensa digital no se diferencia de un redactor de noticiarios, el cual crea pequeñas cápsulas informativas y se limpian sus manos ubicando con la letra más pequeña, la fuente de a la que accedió para construir casi que al unísono dicha información. Ellos olvidaron que el periodista en prensa debe asumir el reto de convertir cualquier acontecimiento en un texto contundente y que le permita al lector dibujar un imaginario acertado del escenario en cuestión.
Es por esto que no es posible obtener un avance verdadero si el generador de información decide dormirse en los laureles.
[1] RESTREPO,
Javier Darío-HERRÁN, María Teresa. “Ética para periodistas”- Edición ampliada
para América Latina
[2] CASTELLS , Manuel. Comunicación en la Era Digital, Capítulo 2.
[Online] [Citado 19 de mayo de 2013].
También disponible en: < http://masnuelcastells.blogspot.com/2012/09/comunicacion-en-la-era-digital-capitulo.html>
[3] Ibid.