jueves, 15 de marzo de 2012

La ética periodística en la radio.

Por:   Andrea del Pilar Moreno Quintero.
 La radio, es un medio de difusión masivo que llega a los radio escuchas de una forma muy personal, es uno de los medios de mayor alcance ya que llega a todas las clases sociales; por tal razón ofrece un cierto grado de participación ya sea en el acontecimiento o noticia que se esté transmitiendo.
 Es por esto, que desde un comienzo fue un medio importante para la sociedad, aparte de ser una manera de entretenerse, también se convirtió en una manera de educar a la gente desde sus casas. Pero pronto la comercialización y los intereses de los dueños de las cadenas radiales optarían por ofrecer en la mayoría de su programación proyectos orientados solamente al entretenimiento, factor por el cual la información en este medio perdió espacio, obteniendo pocas franjas para lograr este objetivo.
Debido a estos cambios y en el afán de conseguir más radio escuchas, se cambió el lenguaje para dirigirse a las personas, los temas a tratar al aire, la manera de tratar a las personas, elementos que empezaron a influir de forma negativa en el verdadero deber ser de la radio, pero que notablemente, influyó de manera positiva en los fines comerciales de las cadenas radiales aumentando el raiting de las emisoras y de alguna manera, afectó la formación crítica de la audiencia frente al medio. Un claro ejemplo es la transmisión de programas con poca información cultural y respeto hacia el oyente como lo es el cartel de la mega, donde al espectador se le trata sin ninguna clase de respeto y de tal manera se dirigen de forma grosera hacia el mismo, sin importarles el cómo se puedan llegar a sentir al agredirlas verbalmente.
Es así, como se crean códigos y normas que intentan regular el lenguaje, el sensacionalismo y otros factores en los que incurren muchos periodistas, pero luego se empezó a tener en cuenta también al oyente, no sólo como una persona pasiva sino como una persona que merece respeto, al menos el necesario, para que se sienta parte del medio que escucha y participe de ese proceso de retroalimentación. Pero como bien sabemos en ciertos casos ese respecto hacia las personas no se ve, pues son notorios los malos tratos y los insultos que reciben desde las cadenas radiales, en uno que otro programa como lo mencionado anteriormente.
Entonces, es allí donde se crea la figura del Ombudsman, que no sólo se encuentra en la radio, sino en otros medios como la prensa, televisión, etc. que en palabras de Flavia Pauwels "puede ser definido como aquella persona que en un medio recibe e investiga las quejas del público sobre la exactitud, la imparcialidad, el equilibrio y el buen gusto en la cobertura de las informaciones"[1]. Revelando así, la importancia de crear esta figura como mediadora entre el medio y los consumidores que se puedan ver ofendidos por el comportamiento, en este caso, de la radio.
Ya que como bien sabemos, los locutores de estas emisoras no les importa la manera en cómo se expresen por el mismo hecho de subir el raiting, y más porque esta sociedad se está acostumbrando a que esos programas son para divertirse del mal ajeno y aprovecharse de situaciones por la cual estén atravesando, ya sea por desamor, infidelidades, etc. Y que en muchas ocasiones las personas que hacen estos programas no tienen nada que ver como comunicadores y no tienen algún conocimiento al respecto sobre el rol de los periodistas y su marco ético.
Es entonces, cuando se dice que los medios deben pasar por un proceso ético de revisión por lo cual Gerardo Albarrán de Alba dice que “Los periodistas en cada país deben trabajar juntos para establecer y revisar estándares comunes de ética y profesionalismo.”[2]
Es por ello, que toda labor periodística que se realice en cualquier medio, en este caso en la radio, que fue el tema escogido, debe estar bajo un código de ética, donde se tenga en cuenta el profesionalismo de cada persona para ejercer sus labores como debe ser e impartiendo de una base moral por la familia, lo cual debería ser encargada de llevar la información a las demás personas, porque “el discurso ético es descodificado, interiorizado e interpretado por cada individuo según su propio marco de referencia ético interno, incorporándolo a éste en forma plena, de manera negociada o resemantizado críticamente sus términos.”[3]
Con todo esto, se puede decir que resulta difícil la consecución de una ética profesional en su totalidad, pues sin el compromiso de las personas y el conocimiento suficiente sobre las normas o códigos, el comportamiento de los profesionales en el periodismo va a seguir siendo el mismo, el facilismo de no tener que cumplir con ciertas normas que incluyen los intereses de la sociedad resulta siempre más interesante que regirse a ciertos reglamentos que obligan a las personas a acogerse a un actuar controlado.
Por eso, también se puede decir que la credibilidad de los medios está en las manos de los periodistas, pues “el futuro de la credibilidad de los medios de comunicación pasa por ese código ético o deontológico del periodismo que debería ser supervisado desde los propios órganos y asociaciones internas de los periodistas”[4]
Con esta propuesta, se podría lograr un “periodismo más íntegro que se rige por estrictos deberes autoimpuestos, que no sólo establecen las “reglas del juego” para sus periodistas, el marco y límites para el propio medio, sino un compromiso explícito con la sociedad y la opinión pública, en cuanto a veracidad e imparcialidad.”[5]
Además los constructos que guían la ética en las empresas de comunicación deben mantener coherencia en la clase de ética con la cual ejercen el ejercicio periodístico que rige un medio de comunicación según los códigos ya estipulados, estos deberes son autoimpuestos por la empresa de comunicación, pero por esto no deben ser auto regulados, ya que el libre albedrio podría ser un factor determinante y tentativo para no ajustarse a una ética transparente.
Finalmente, sería bueno que se crearan marcos según las iniciativas de las propias empresas de comunicación en su estructura interna, para que así exista un respeto, trato a las personas y que esto no sean mal manejados en un intento de generar cierto favoritismo hacia los interese del medio y no de la sociedad, algo que les pueda aportar y que tenga un compromiso para el bien de todos; ya que la responsabilidad social es un factor importante en el desarrollo de los medios, en este caso de la radio.
 Referencias
1.       PAUWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio pública argentina [online]. Consultada el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art644.htm
2.       ALBARRÁN DE ALBA, Gerardo. Objeto, sujeto y contenido de la autorregulación periodística [online]. Consultada el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art820.htm
3.       FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online]. Consultado el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art656.htm
4.       SANTOS HOLGUÍN, David. Al límite del buen hacer periodístico. [online]. Consultado el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.13rosas.com/2011/05/al-limite-del-buen-hacer-periodistico.html
5.       TAUFIC, Camilo. La autorregulación del periodismo. Manual de ética periodística comparada. [online]. Consultado el 07 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.c3fes.net/docs/

La nueva era de la radio

Por: Juan F. Giraldo A.
“Los medios ya sean viejos o nuevos, presentes o venideros, tienden a su complementariedad y no a su sustitución” 
Alberto Díaz Mancisidor.

Pocos han sido los aspectos de la humanidad que se han escapado del proceso de digitalización en la actualidad. La salud, la política, la educación, entre otros, han sido la muestra fiel del proceso de transformación de paradigmas tradicionales, donde se abre paso a estilos de vida creados y pensados en función de la virtualidad, la cual interviene en  ámbitos de índole personal o social, razón por la cual los ajustes de fondo y de forma  se convierten en acciones ineludibles cuando se evidencia la necesidad de satisfacer de manera virtual un hecho antes realizado de forma real.
Pues bien, los medios de comunicación no se escaparon de este fenómeno, por el contrario, se han sumergido en una era de la digitalización arrasadora que los ha obligado a “repensarse” con un carácter íntegro y comprometido, de manera que tengan la capacidad de actualización y adaptación, respondiendo de modo eficiente a la demanda de información generada por la red, la cual no escatima en cobrarle los errores y carencias propias de los medios tangibles y reales, obligándolos así a ser más rápidos y eficaces, con los factores de evolución y convergencia presentes en todo momento. 
Ahora, haciendo un enfoque específico en la radio, el medio que se ha caracterizado a lo largo del tiempo por su inclinación social y comunitaria, se evidencian una amplia gama de manifestaciones virtuales que comprometen, más no interfieren, con sus funciones de informar, entretener y educar plasmadas en una plataforma virtual, alimentadas por las nuevas tecnologías como herramientas que le proporcionan múltiples diferencias y, "Como en otras etapas de la historia de la radio, el cambio actual tiene un origen tecnológico inmediato: la tecnología digital"[1].
Luego entonces, si las características propias de la radio análoga cambiaron en materia de transmisión, emisión y recepción, no debe suceder así con su intensión, pues la objetividad, la inmediatez y la verosimilitud tienen que prevalecer sin importar cuál sea el medio de difusión, por esto, quienes están a cargo de ellos, deben ser personas que cumplan con las características propias de agentes que cuiden éstos principios básicos de la radio.
Por lo tanto, “Las transformaciones que está experimentando el sistema de comunicaciones moderno y que reclaman nuestra atención teórica, no pueden interpretarse únicamente considerando las estrictas transformaciones tecnológicas, sino que han de ser interpretadas, de una forma articulada, considerando otros factores”[2] razón por la cual se aclara que, no sólo los cambios al sistema binario de la radio intervienen en esta “revolución mediática” pues cuando un cambio de este calibre sucede, debe relucir un aspecto de vital significación, siendo este la ética mediática, con la cual se maneja y da curso a dicho avance en la historia de los medios.
Surge en efecto una situación paradójica pues “en un sistema tecnológico como el digital, potenciado por las prestaciones telemáticas, cualquier persona puede emitir noticias y opiniones con unas enormes posibilidades de difusión y de recepción universales”[3] otorgando así un grado de dificultad al realizador de los medios de comunicación, pues si bien la ciudadanía tiene el derecho de la libre expresión sin importar el medio, “lo único que puede identificar a los periodistas con respecto a otros informantes que actúan en la red es el compromiso ético solidario y progresista con la realidad y con la voluntad de obtener la descripción más fiel posible de la verdad por la vía del más amplio consenso de percepciones”[4].
Es en este punto cuando se realiza un balance de dicho medio de comunicación en Colombia y se vislumbra la problemática  por la cual se está viendo afectado, pues siendo el deber de los comunicadores conformar y enriquecer éste medio integrador y movilizador de comunidades, se percibe  que en la mayoría de los casos se está dejando a un lado, abordando así, aspectos poco favorables para el debido cumplimiento de sus funciones donde “el sensacionalismo, superficialidad, degradación  del idioma, pobre debate de ideas, desmesurada competencia por la primicia”[5] se convierten en algunos de los vicios más comunes que tienen los comunicadores a cargo de la radio, generando la inquietud sobre el adecuado manejo que hacen de ésta, además de la manera en que lo hacen,  rezagando así su labor profesional, y desarrollando una radio bajo la idea de la incursión de contenidos que ofrecen expectativas vanas y superfluas que sólo aumentan la audiencia y atraen mercado de manera poco idónea.
Sería pues labor de los verdaderos comunicadores, asumir el riesgo de llevar a cabo los retos y oportunidades que trae consigo la radio digital, “buscarán captar
oyentes diversificando la oferta de canales y servicios, de esta forma, obtendrán una suma de audiencias de sus diferentes soportes y programas que resulte atractiva para los anunciantes”[6] quienes de una u otra forma seguirán teniendo una participación marcada en la industria radial, pero quienes regulados por las mismas audiencias estarán en obligación de tener sus apariciones con mesura y respeto hacia el oyente, el cual dadas las circunstancias del medio digital tendrá aún más volatilidad, lo que generará innovación en cuanto a alternativas publicitarias.
“La radio vive un momento apasionante. Su función comunicativa está consolidada. Su presencia social es indiscutible. La radio está lejos de ser un medio en extinción.”[7] Muestra de ello es su constante evolución y ahora su marcada incursión en la era digital, donde el futuro que se avecina la muestra como un medio refrescante que evidencia que “Mientras haya oyentes, una vez más hay que afirmar, que la radio se vuelve a hacer cada vez que se abre un micrófono” [8].
Referencias. 
[1]GABINO Campos, María A. Mesa redonda del XV Jornadas Internacionales de la Comunicación, "Reinventar la radio" [en línea] disponible en www.saladeprensa.org. Consultado en 09 de noviembre.
[2]MORAGAS SPÁ, Miquel De. “Nuevas tecnologías y nuevas condiciones del pluralismo informativo”, en Actas del I Congreso Internacional Comunicación y Pluralismo, Universidad Pontificia de Salamanca, 25-27 de noviembre, Salamanca, 1994, p. 104.
[3]CASAÚS, Josep María. “Perspectiva ética del periodismo electrónico” [en línea] disponible en http://www.ucm.es/info/emp/Numer_07/7-3-Pone/7-3-03.htm. Consultado en 09 de noviembre.
[4]Ibíd.
[5]PAUWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio pública Argentina. [en línea] http://www.saladeprensa.org/art644.htm disponible en el portal sala de prensa.org  ubicado en  [www.saladeprensa.org] consultado octubre 25.
[6]MARTÍNEZ Costa, Ma. Del Pilar. “Un nuevo paradigma para la radio”. [en línea] www.saladeprensa.org consultado en 09 de noviembre.
[7]Ibíd.
[8]Ibíd.

OMBUDSMAN Y SENSACIONALISMO EN EL PERIODISMO DIGITAL

Por: Jhon Edinson Espinosa
La deontología, para muchos individuos puede ser un concepto completamente nuevo inclusive muy poco conocido. Probablemente tiene que ver con la falta de oportunidades para acceder a la educación superior, pero también por personas que si tienen o la tuvieron pero nunca la pusieron en práctica. A grandes rasgos, deontología “es el tratado de los deberes determinadas por la ética que, en definitiva, fija íntimamente nuestras obligaciones en relación con la bondad o la malicia de las acciones libremente ejecutadas”.[1] Una de las situaciones más complicadas para tratar es cómo llegar a la vida profesional  y no olvidar lo que tanto fue enseñado en las aulas de clase: no ponerle precio a las palabras, a la conciencia; mantenerla, promoverla, defenderla es entonces, tarea de los mismos profesionales y de entidades que aseguren que las normas que se creen sean acatadas por los profesionales y sobre todo comprobar que no se afecte a las demás personas.
Últimamente se ha hablado de la evolución de los medios de comunicación y su forma de informar. Ahora ya no sólo existe el clásico periódico impreso sino también los periódicos digitales y el envío de notas destacadas al teléfono móvil cada determinado tiempo. Se ha mencionado que este avance logró modificar la estructura de las noticias y se ha hecho necesario que se adecue el contenido dependiendo del medio desde el cual se esté emitiendo la información. Sin lugar a dudas no es igual redactar para un medio impreso que para un medio digital sobre todo si se tiene en cuenta que los medios virtuales tienen una gran ventaja al tener la posibilidad de actualizar la información con notas de última hora o hechos inmediatos. Sin embargo esta inmediatez ha hecho evidente que para muchos medios periodísticos digitales o impresos no les ha importado el contenido de la información que publican ni las imágenes que soportan tal información. De ahí que la ética esté empezando a desaparecer de estos contenidos y el sensacionalismo se haya empezado a apoderar de la mayor cantidad de secciones y espacios del periodismo digital.
Diariamente muchos entidades periodísticas con formatos impresos y digitales caen en el error de publicar noticias que atentan contra la dignidad de las personas y afectan su privacidad. Un ejemplo a nivel local es el más conocido diario Q’Hubo que tanto impreso como en su página web, publica notas sobre muertes trágicas, maltratos y asesinatos sin que haya por lo menos un control en la fotografía, en los colores y en las palabras que usa para titular la noticia. En el texto ética y sensacionalismo en el periodismo digital escrito por Mauro Cerbino, profesor y coordinador del programa de comunicación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) dice que “los textos periodísticos deben ser pensados de tal modo que alimenten el deseo de saber del lector. El no tener conciencia de esta responsabilidad, significa contribuir a producir un periodismo y una circulación de textos en el ciberespacio de tipo sensacionalista, en los que prima el goce irreflexivo, de fascinación y vaciamiento de la subjetividad”.[2]
Ya no es una sorpresa levantarse en las mañanas, sentarse frente al computador e ingresar a cualquiera de los medios de información digitales y encontrar desde la nota más disfrazada de elegancia de los más reconocidos hasta la que intenta capturar al lector con imágenes grotescas y palabras exageradas. “La mató por celos”, “Aplastado por una grúa”, titulares como estos y otros con peores términos son el día a día. Como es natural, las personas profesionales o no, deben buscar su sustento y tomando como excusa que “de alguna forma deben ganar dinero” desprestigian el oficio periodístico. Actualmente se habla que los periodistas ya no acuden hasta el lugar de los hechos y en la mayoría de veces usan imágenes que no fueron tomadas por ellos mismos, como dice Cerbino, “en el periodismo en general, el sensacionalismo se anida en la proliferación de imágenes puestas en circulación en las que muchas veces no aparece la mediación del periodista. Para poder funcionar así, la puesta en circulación de estas imágenes hace uso de tres discursos: la autenticidad, neutralidad y la objetividad”.[3] ¿Cuántas veces pasamos páginas y páginas las imágenes de apoyo sobre un hecho pertenecen a él o si fueron copiadas y pegadas de la web? ¿Existe alguien que se encargue garantizar la calidad de la información publicada en los medios virtuales?
Uno de los principios del periodismo es el de informar sobre temas de interés, y como últimamente se publica lo que más se venda, se ha empezado a destacar la función de una persona que controla el tipo de información que publica el medio o para el caso digital, las opiniones de los cibernautas cuando utilizan palabras que no son adecuadas; es el llamado Defensor del Lector o Ombudsman. Germán Rey quien ocupó este cargo entre el 2000 y el 2002 y que actualmente trabaja con el diario El Tiempo, define quién es este personaje: “...es el lector de lectores, es el mediador entre los ciudadanos y el medio, es alguien que actúa críticamente sobre la información producida y se cuida de no interferir los procesos de elaboración informativa en que la responsabilidad recae sobre los directivos, editores y periodistas. Actúa autónomamente ya que su independencia es la condición fundamental, hace existir temas, resalta actores y amplía la agenda social como agenda cotidiana”.[4]
A partir de lo anterior podría decirse entonces que es una persona que se convierte en la piedra en el zapato de muchos y como se señala en el Manual  de Redacción de  El Tiempo “ni dependencia hacia arriba ni autoridad hacia abajo[5]. De esta manera no hay límite de intervención sobre cualquier contenido publicado. Por ejemplo en ElTiempo.com, por cada noticia que se monta existe una sección en la parte inferior donde los lectores pueden dar sus apreciaciones sobre el hecho a manera de comentario y dependiendo de las palabras usadas este puede ser eliminado o permanente en el medio.
El periodista chileno Emilio Filippi en su texto “para qué un defensor de los lectores” aclara la importancia de que cada medio sin importar el ámbito donde se desenvuelva y la herramienta que utilice para difundir información, necesita un defensor del lector. “Hay experiencias donde se demuestra que cuando un medio ha introducido un Ombudsman en su equipo ha aumentado sustancialmente su nivel de credibilidad, confianza y prestigio”.[6]
De esta forma no hay lugar a dudas que la forma en que actúa un profesional del periodismo queda a sus convicciones y al valor que le da a su formación en este campo. Solamente de cada persona depende su buen desempeño y el toque de objetividad que le puede dar a cada nota. “Ese es un compromiso que se adquiere con la sociedad”[7] desde el momento en que obtenemos el título: mantener la sociedad bien informada lo más oportuna, veraz y objetivamente posible.


[1] SALA DE PRENSA. ¿Qué es Deontología? [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en: (www.saladeprensa.org.co)
[2]  CERBINO, Mauro. Ética y sensacionalismo en el periodismo digital. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[3]  CERBINO, Mauro. Ética y sensacionalismo en el periodismo digital. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[4] REY, Germán. El defensor del lector: un oficio en construcción.  [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[5]  REY, Germán. El defensor del lector: un oficio en construcción.  [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[6] FILIPPI, Emilio. Para qué un defensor de los lectores.  [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[7]  ALBARRAN, Gerardo. Contextos jurídico, político y social del defensor del lector. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)

Ahora la información es Amarilla.

Por  Jhoan Fernando Calderón  Bayona

Es difícil encontrar un medio de comunicación que pueda brindar a la persona la confianza de leer, oír o ver algún tipo de noticia, sin que éste quede impactado con el sensacionalismo con el que están bañados los medios de comunicación hoy en día. 
Hace unos días, se repartieron unos periódicos en un municipio cercano.  Este periódico fue creado por un estudiante de Comunicación Social y Periodismo de Octavo semestre de la Universidad Pontificia Bolivariana. Dicho periódico era dirigido a una provincia llena de historia y donde la gente grita que quiere cultura y que sea explotada en su municipio, pues señalan que otros pueblos tienen poca historia, pero que el turismo es monumental en cada época del año. A raíz de eso, se dio la idea de crear un periódico con el ánimo de resaltar todo lo que aquella gente quería expresar y aún más, cada persona de Socorro que tuviera algo por contar, narrara su historia y de este modo hiciera parte de un espacio que esperaba la participación de la mayoría de la comunidad. Lo más sorprendente de todo, es que las personas al tomar el periódico, lo criticaban; no por su tamaño de un cuarto y con tan solo dos folios, ocho páginas, sino que se preguntaban entre ellos: “¿y el muerto? ¿No trae vieja empelota? ¿Dónde está el horóscopo? ¿Cultura? ¡No gracias!”
Más que por un rechazo a un trabajo personal, el vendedor se preguntaba: ¿Para qué se estudia una carrera profesional cuando la gente no le tiene aprecio a un trabajo bien hecho? ¿Hace falta que ese periódico incursione como muchos otros lo hacen hoy en día, donde un color ”amarillo” sea la bandera representativa de sus noticias?
El término “amarillista” es un concepto usado hoy en día por los críticos de los medios y por la misma comunidad que adquiere y se alimenta de información, haciendo alarde de acontecimientos narrados, no tanto con el fin de que el público se entere de hechos y los ubique en un espacio determinado, sino que sus sensaciones se despierten de forma burda y con tan solo un título , por lo general con doble sentido, “gracioso” y corto pero preciso, acompañado de imágenes directas de sangre, cadáveres o eventos desafortunados, se genere la mayor de las ventas de un medio impreso a nivel local y nacional. Pero no por esto significa que sean los más leídos. Una cosa es que la gente lo adquiera y otra precisamente que se informen completamente por medio de ellos, pasando de ser comprados y ojeados, a una herramienta útil para limpiar vidrios o que utilicen el recorte de la mujer con poca ropa, para decorar un taller de mecánica.
A todo esto me pregunto ¿a la gente qué le gusta ver en la prensa? ¿ acaso lo adquieren para mostrar a sus vecinos el amigo (a), esposo (a) cualquier tipo de familiar o conocido, donde un medio lo convierte en payaso de su publicación y en muchas ocasiones la noticia es arreglada para favorecer a terceros?
El periodismo como cualquier otra carrera y con más ver este oficio, debe ofrecer un compromiso social y ético a una sociedad vulnerable a cualquier tipo de información y creyente de todo cuanto se le presenta. Es por ello, que la academia infunde realizar un ejercicio profesional y responsable, contando con el empeño de toda persona que ejerza un oficio por y para la comunidad. El periodista después de todo, es la voz de una sociedad con miras a ser vistos y escuchados, ante cualquier tipo de problemática.
En estos casos, según un artículo publicado en Sala de Prensa, Web Para Profesionales de la Comunicación Iberoamericanos,  en su capítulo 1, Principios Básicos, artículo 2, señala que “El periodismo y los periodistas deben estar siempre al servicio de la verdad, la justicia, la dignidad humana, el Estado democrático, la cultura de la tolerancia, el perfeccionamiento de la sociedad y la fraternidad entre los pueblos”. 
Es de sorprenderse que en un pueblo, como lo es el colombiano, donde la mayoría de las personas izan su bandera, pues se sienten orgullosas de serlo, algunos periódicos no respeten la dignidad de las víctimas en sucesos que a su vez  los vuelven noticia, o en burla de los lectores, con una redacción escabrosa e imágenes desagradables.
Por ejemplo, un artículo publicado por un periódico local, cuyo título en color amarillo y letra mayúscula, decía: “SE “TOTIÓ” EN LA AUTOPISTA”. Quien lea un anuncio de estos, se imaginará que una persona tuvo un grave accidente y quedó totalmente despedazado o como mínimo, un fuerte golpe con el cual perdió de inmediato la vida. Leyendo el texto, lo que sucedió es que un joven que conducía una moto, chocó contra otro vehículo que lo hizo perder el equilibrio y caer sobre la vía. El joven, no sufrió más que raspaduras en sus brazos y piernas y fue llevado a una clínica cercana.
Esto es un vivo ejemplo de que una imagen vale más que mil palabras, o en este caso, un texto puede despertar cualquier tipo de curiosidad, gracias al mensaje tan sensacionalista que se evidencia allí. Llamado de esta forma, ya que al leer el texto, el hecho noticioso no se presenta tan grave como pretendería ser por su encabezado, pero acá no se busca una lectura, se busca vender; burlar la integridad de las personas, pasando por encima de ellas, con el fin de generar noticia.
Se evidencian muchos casos donde la noticia es controlada y segmentada. Esto quiere decir, que solo publican lo que por conveniencia benefician a los protagonistas o a personas terceras. El profesionalismo de un comunicador y la ética que en él debe emerger, no se puede detener en laborar para medios controladores y anarquistas, que hagan de una persona preparada, alguien que solo se limite a manipular información y carecer de fuentes que den peso  y credibilidad a su nota. Según la Ética para Periodistas “la ética periodística está construida sobre dos bases fundamentales: una es el amor y respeto por la verdad y la otra es el servicio del bien común”,  viene del ser como tal y de la persona en cuanto a su formación humana”. Pero hoy en día, puede llegar a perderse al surgir con la necesidad de surgir y responder a las básicas en la vida de una persona.
El periodismo es poco valorado, pero un profesión integral y de pasión. Como decía un viejo docente, Juan Carlos Gutiérrez: “en tus zapatos se conoce que clase de periodista eres”.
BIBLIOGRAFÍA.
  • Ética Para Periodistas: María Teresa Herrán y Javier Daría Restrepo

La niñez y el periodismo en Colombia: una búsqueda por la defensa de sus derechos

Por: Jessica Correa Hernández
En los códigos de ética de la mayoría de los países hay una premisa común para el ejercicio periodístico “informar hechos de interés público de manera veraz”. Además se coincide en  promover la responsabilidad social como lo ratifica el Código de Ética del Círculo de Periodistas de Bogotá al señalar que “el periodista es responsable del poder que le dan a su profesión y los medios que maneja; por tanto es un deber maximizar sus buenos efectos y prevenir cualquier daño atribuible a sus informaciones”[1]. Cabe resaltar, que el público al cual se deben los periodistas en cuanto a su función no tiene las mismas características, necesidades e intereses. De esta manera, existe una población infantil, adulta y de tercera edad. De allí, que el manejo que se le dé a la información en coordinación con la responsabilidad ética que debe tener es distinto para cada público.
Ahora bien, en los diferentes medios nacionales a diario se emiten noticias con información de niños y niñas involucrados en delitos y hechos aterradores, en donde se olvida la protección y promoción de los derechos de los mismos, afectando por lo tanto con la integridad y la dignidad de los menores. Cabe entonces preguntarse ¿Los medios de comunicación de Colombia velan por los intereses de la población infantil y protegen sus derechos? Y si esto no es así ¿Cómo debería ser el actuar del periodismo en el trato que se les dan a los niños y niñas en las noticias?
En el texto ‘Periodistas Pilas con la Niñez’ realizado por el Proyecto de Comunicación para la infancia y la Mujer, el Ministerio de Comunicaciones, la Fundación Antonio Restrepo Barco y Unicef se señala que una de las funciones más importantes del ejercicio periodístico es “informar para generar una cultura de protección a la niñez, que no es otra cosa que asumir una responsabilidad social”[2]. De esta manera, se hace necesario que el periodista investigue los hechos relacionados con la población infantil y se convierta no sólo en un trasmisor de una información o una noticia bomba que despierte el morbo, sino en un multiplicador de una actitud de rechazo frente a la violación de los derechos de los niños (as) y exponer la realidad en su real y total dimensión.
En Colombia, varios han sido los hechos noticiosos sobre violaciones a los derechos de los menores como secuestros, asesinatos, desplazamientos, entre otros., pero lastimosamente tan sólo han sido momentos de fiebre periodística donde se tiene una noticia bomba porque su contenido despierta subjetividades y emociones en la sociedad, pero se deja a un lado la importancia que tiene la información de este tipo de noticias para el bien común y su función fiscalizadora. Para muchos es conocido el caso de Luis Santiago, el bebé de Chía (Cundinamarca) secuestrado y asesinado por su padre en octubre del 2009 o Johanna Macías, una madre que mató a su hijo Esteban Alejandro de ocho días de nacido en Piedecuesta (Santander) en Junio de 2009. Pero para los medios de comunicación tan sólo fue una noticia que explotaron en su momento y que después de un tiempo se olvidaron de casos como estos que ocurren a diario en el país y que no son denunciados. Bien lo dice en el texto ‘Periodista pilas con la niñez’ “lo peor es que este fiebre se les pasa pronto cuando descubren un nuevo delito y dejan de ocuparse de  aquel que tanto les horrorizó”[3].
De lo anterior, se puede decir que los medios siguen, simplemente, haciendo mención del “qué, cómo, cuándo y para qué” y dejan a un lado su función de vigilancia del entorno y velar porque las normas y los derechos se cumplan a cabalidad. De esta manera, la responsabilidad social del periodista “no es solo conocer la ley, las instituciones que ella crea o las relaciones que hay entre unas y otras (leyes e instituciones), sino también vigilarlas para detectar si son simples estrategias de imagen o por el contario, si cumple un papel eficiente eficiente a favor de la niñez”[4].
En este aspecto, también se debe decir que los medios de comunicación en Colombia se limitan a presentar estadísticas sobre estos hechos que atentan contra la dignidad y la integridad de la niñez, pero presentan sin contexto esa información. Por ejemplo, son muchas las noticias que en realidad son informes sobre la niñez que se encargan sólo de decir cuántos asesinatos de menores se han presentado, porcentajes de niños sin educación, en pobreza, abusados sexualmente, maltratos, entre otros., pero no se expone las causas, los efectos y las soluciones de estos hechos. En últimas, no se fomenta, desde los medios, una cultura de protección a la niñez.
Es necesario señalar que en Colombia, la mayoría de las noticias, incluidas las relacionadas con niños (as), se centran en el negativismo de los hechos aberrantes como la violencia, los asesinatos, los secuestros y los maltratos en todas sus formas a la población infantil. De allí, que en su responsabilidad ética y social los medios de comunicación deben abordar estos temas de una forma distinta, con optimismo, presentando alternativas de cómo superar estos hechos. Por ejemplo, no centrarse solamente en el maltrato a los niños (as) y los casos que se dan, sino en la solución, cómo tratar adecuadamente a un menor. Lo anterior es entender que otra de las funciones de los medios es difundir los derechos de los niños (as). Al respecto, Martín Gárate, en el texto ‘Periodista Pilas con la Niñez’ recalca que “los medios de comunicación tienen mucho que aprender para convertirse en los que deben ser: promotores del respeto de los derechos de los niños. Así mismo, tiene que aprender a buscar el bien superior de estos a través de la búsqueda de las causas de los problemas que aquejan a ésta población y de la presión a la sociedad (incluyendo autoridades) para que las resuelvan”[5].
Seguido a lo anterior, Gárate propone que los medios de comunicación “deben ayudar a que se creen estructuras, valores y leyes adecuadas para que esos derechos sean respetados”[6]. A su vez, deben difundir de manera masiva y colaborar en educar a la sociedad en su papel protagónico en la defensa de la población infantil, donde todos los sectores sociales, económicos y políticos se comprometan con ese fin. En este aspecto, y al realizar un recorrido por, tan sólo, los titulares de noticias cobre niños (as) se puede observar el trato sensacionalista y el abuso de la ingenuidad de los menores para hacer noticias que creen impacto en las personas y así aumentar el rating y/o las ventas.
Se podría decir entonces que muchos medios de comunicación del país, al hacer lo dicho anteriormente, están violando lo que dice la Convención Internacional de los Derechos del Niño cuando dice que todo menor tiene “derecho a ser protegido de toda forma de abuso, explotación, crueldad y de todo aquello que vulnera su derecho como persona”[7]. Al respecto, Isabel Cuadros, presidenta de la Asociación Colombiana para la Defensa del Menor Maltratado, manifiesta que un error de los medios de comunicación es utilizar a los niños con propósitos comerciales y “usar la imagen de un niño que ha sufrido con el fin de atraer televidentes, radioescuchas o lectores”[8].
Por otra parte, los medios de comunicación no respetan los derechos de la niñez al no cuidar el tipo de información que transmitan y que pueden consumir los menores. Por ejemplo, cuando un medio muestra imágenes relacionadas con la violencia, la droga, el alcohol y el sexo, sin tener en cuenta que hay niños (as) consumiendo este tipo de información. Si bien es cierto que en los medios no está el total poder y autoridad para controlar esta situación, tampoco contrarrestan la emisión de este tipo de información con otra donde se difundan valores. Es en este aspecto, donde sale a relucir la ética periodística, la cual implica “un permanente aprendizaje para sopesar cuándo el derecho a tener una familia y al derecho que tienen las personas a que se les respete su dignidad cuando se convierten en noticias”[9].
Finalmente, se puede concluir que los medios de comunicación en Colombia están lejos de velar por los derechos e intereses de la niñez, debido a que no hay compromiso por la defensa de esta población y en cambio, por el interés de vender, se avalan actitudes y valores equivocados. Cabe recordar que, con respecto a la niñez, la misión de los medios de comunicación es rescatar y promulgar valores éticos. Como lo expresa lo antes mencionada Isabel Cuadros los medios “les falta más agresividad para presenta los derechos de los niños, así como la problemática que los queja con recomendaciones para salir de esa situación, pero sin caer en el sensacionalismo”[10].

[1] CÍRCULO DE PERIODISTAS DE BOGOTÁ. Código de ética. Agosto 31 de 2006. P 4
[2] HERRÁN, María Teresa; JEREZ, Constanza Ángela y FRÍAS, Amilde. Periodistas Pilas con la Niñez. Imprecar Editores. Bogotá, 1998. P 2
[3] Ibíd. P 8
[4] Ibíd.  P 18
[5] GARATE, Martín. Los medios de comunicación: responsabilidad y respeto hacia la infancia. Instituto Internacional Responsable de la Defensa de los Niños, sección Chile.
[6] Ibíd.
[7] HERRÁN, Op cit.,  P 12
[8] Ibíd. P 49
[9] Ibíd. P 6
[10] Ibíd. P 49

TELEVISIÓN: RESPONSABILIDAD SOCIAL CON LA AUDIENCIA.

POR: Ekatherine Mojica
 Desde aquel 13 de Junio de 1954, fecha en la cual es inaugurada la televisión, la vida de muchos colombianos se ha ido ligando cada vez más con el auge de este medio de transmisión y recepción de imágenes.  Es por esto, que hoy en día resulta tan importante para cualquier ciudadano sin importar su edad, sentarse frente a un televisor, dejando atrás otras actividades  de su vida cotidiana. Actualmente, se podría decir que la televisión se convierte en  un integrante más en  millones de familias colombianas.  Beatriz Rodríguez Pérez, en el texto, Una televisión que manipula, una televisión que educa, menciona que “desde  la infancia se produce esta inclusión de la televisión en nuestras vidas, la situación de poder que va adquiriendo con respecto a nosotros marca nuestra infancia, llegando a ser tan importante que condiciona en gran medida el desarrollo del proceso de socialización de nuestros niños y niñas” [1].  Por tanto, la gran relevancia en la vida de muchos individuos, hace pensar que más que tener un compromiso por vender u ofrecer un producto que busque atraer  un mayor índice de  público o audiencia, la televisión tiene un deber con el desarrollo social de toda la sociedad.
No obstante, en la actualidad frente a esa responsabilidad que tienen los medios con el público, se presenta diversidad de cuestionamientos o críticas frente a la labor de la televisión como medio de educación o solamente como proporcionador de entretenimiento. Bien podría señalarse a los productores como únicos responsables, al querer solamente vender y aumentar intereses económicos de unos cuantos. Sin embargo, el error también recaería sobre  los televidentes o la misma audiencia que permiten que sus pantallas se llenen más de publicidad que de información.
 Aun así, la falta de contenido formativo no puede ser únicamente  responsabilidad de un público a quien se le ha enseñado a tener un pensamiento fuertemente ligado al  consumismo. Por tanto, “Los máximos responsables son la familia, la escuela y los propios medios de comunicación, todos forman parte de una sociedad que se ha olvidado o no quiere enterarse de que la televisión es educativa, el salto importante es usarla de manera didáctica, porque es un agente muy importante en la socialización cultural de nuestros niños y niñas” [2]. Ahora bien y pese a lo anterior, cabría preguntarse, ¿dónde queda la labor de las entidades que velan por un mejor funcionamiento de la televisión?
La Comisión Nacional de Televisión (CNTV), que hoy se encuentra a puertas de su cierre definitivo antes de cumplir sus 20 años de existencia; “es la entidad del Estado que en materia de televisión, planea, dirige y desarrolla las políticas; regula el servicio; gestiona el uso del espectro electromagnético; garantiza los derechos de televidentes y usuarios y los fines y principios del servicio, y promueve la competencia y la eficiencia en el sector” [3]. Es por esta razón, que para muchos puede que este mecanismo se comprenda como único y relevante en el trabajo  por el deber del desarrollo de la sociedad. No obstante, hoy en día queda en entredicho esta responsabilidad por el malestar comercial que compromete a la Comisión, no sólo por los intereses económicos, sino también por las influencias políticas.
En un artículo titulado  Problemas de televisión, publicado por el Periódico El Espectador, se evidencia que desde el 2008 la Comisión Nacional ha sido blanco de fuertes críticas desarrolladas a partir de evidencias en un procedimiento erróneo. En este texto, La Controlaría General de la República señaló a partir de un documento, que antes de procurar por una licitación para un tercer canal, la Comisión debería solucionar problemas internos encausados en la parte administrativa, con gran cantidad de deudas y sanciones por la DIAN;  y de recursos humanos con inconsistencias en la contratación de empleados. “El 17% de las hojas de vida de los funcionarios de la Comisión, en muchas de ellas las personas no presentaron su tarjeta profesional o incluyeron documentos ilegibles”[4].  Sumándole a todo lo anterior,  el comprometer la programación y la responsabilidad que se tiene con el mismo público, por buscar estos  intereses.
Y es que precisamente por una búsqueda ansiosa y depredadora por  generar en el público una posición solamente consumidora;  la televisión desde sus diferentes producciones ha dejado atrás el derecho de información que constituye a todos los ciudadanos, estipulado en el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia. Hombres, mujeres, niños y personas de la tercera edad, no sólo pueden ser catalogados como medios de consumo; a su vez, estos tienen la potestad para recibir información que les permita complementar educación y entretenimiento. Por tanto, se haría más que una necesidad, un fuerte deber, crear un contenido totalmente diferente al  que  solo busca basarse en los chismes de la vida de los famosos, realitys shows donde se genere escenas con alto contenido sexual y de morbosidad, auge de las tele-ventas,  furor de violencia y novelas dramáticas sin ningún sentido. Contenido que no sólo está generando deficiencias en la calidad de las producciones, sino también en el deterioro de costumbres, formas de pensar y de actuar de muchos televidentes. Peor aún, cuando no sólo se está ofreciendo una programación banal dirigida y producida por y para Colombianos, sino también, cuando se cae en el gravísimo y a veces absurdo error de recrear formatos internacionales para adaptarlos a un contexto colombiano.
Tal y como se mencionó al iniciar este texto, la televisión se convierte en un integrante más de la familia. Sin embargo, dada la grave crisis de contenido que hoy enfrenta las producciones colombianas y la falta de compromiso por parte de las entidades encargadas de vigilarlas, este integrante, se podría concebir casi como un enemigo destructor del núcleo familiar. Más que un instrumento para generar conciencias y llevar información oportuna y relevante para todo tipo de público, la televisión se ha convertido únicamente en un medio para transformar las mentes de los receptores y llevarlos a satisfacer los intereses de quienes lo utilizan para generar demanda en el mercado. Según Guillermo Marín, según su artículo titulado La Responsabilidad Social de la Televisión, “Si lo comparáramos con  la hipnosis, la televisión sería el péndulo y el programador un experto hipnotizador. Puede sonar arriesgado y quizás antojadizo realizar esta comparación, pero hay quienes creen en esta condición de la televisión, su visionado constante ha llevado a pensar que es un elemento muy práctico para la persuasión y manipulación de masas, el llamado poder de la televisión” [5].
Finalmente, cuando se hace referencia a la responsabilidad social, se debe tener claro que este no es un asunto que le compete solamente al mundo empresarial o a los medios impresos, es un compromiso que debe estar fuertemente ligado con cualquier tipo de organización que produzca un servicio, un bien o información para una sociedad entera. Con mayor razón, la televisión por tratarse de un medio con tanta influencia en la vida de millones de Colombianos, debe procurar y trabajar para que su contenido esté orientado hacia las necesidades de la gente, en el complementar el entretenimiento para llamar la atención, con la formación para generar educación. “El reto es entonces investigativo y creativo, y debe abarcar no sólo los noticieros, sino la creación de nuevos géneros, programas y formas narrativas que beneficien las necesidades informativas de la sociedad actual y mantengan los niveles de calidad y audiencia necesarias para mantenerse al aire” [6]. Por tanto,  el compromiso de la televisión con la sociedad no está simplemente en el vender, sino en generar educación y credibilidad en la programación, buscando con esto, no sólo aumentar los  niveles de audiencia necesarios para cualquier canal o casa productora, sino también lograr generar mayor desarrollo para todos.
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[1] Rodríguez Pérez, Beatriz. Una televisión que manipula, una televisión que educa. En línea]. [30 de Octubre  de 2011] disponible en (http://www.zemos98.org/festivales/zemos988/)
 [2]  Ibid, p 113
 [3] COMISIÓN NACIONAL DE TELEVISIÓN. [En línea]. [1 de Noviembre  de 2011] disponible en (http://www.cntv.org.co/cntv_bop/quienes/)
[4] EL ESPECTADOR.COM. Problemas de televisión. [En línea]. [1 de Noviembre  de 2011] disponible en (http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso-problemas-de-television).
[5] LA EXILIADA DEL SUR. COM. La responsabilidad Social en la Televisión. [En línea]. [1 de Noviembre  de 2011] disponible en (http://laexiliadadelsur.blogspot.com/2007/12/la-responsabilidad-social-de-la.html)
[6] Ruiz Moreno, Sandra. La trivialización de la información televisiva. [En línea]. [1 de Noviembre  de 2011] disponible en (http://www.saladeprensa.org/)

El rotundo pasar de los años en el oficio del periodismo.

Diego Armando Becerra Corredor.
El rotundo pasar de los años, permitió que antiguos oficios se convirtiesen en la estructura pilar, para la formación de las actuales labores contemporáneas especializadas.  Los oficios de la antigüedad, se medían por las exploraciones cotidianas que el hombre hacia en la geografía del mundo, en el entorno en el cual construía sus días. Desde luego, en aquel tiempo, se vislumbraba  la noción de intercambio  y la búsqueda de nuevos sustentos para estructurar una dinámica de trueque económico en lo antaño.  Sería oportuno esclarecer, que retratar en la historia los antiguos oficios perdidos, requiere  de la comprensión absoluta del tejido social que nació en el mundo desde hace más de  10 siglos y dar abordaje a un inmenso abanico histórico de civilizaciones sociales venideras, conflictos humanos y procesos de colonización.
Con una primera concepción de rigor en medio de las labores del mundo, recalco con vigor la mirada del Periodismo Colombiano desde su génesis. Desde sus inicios, el periodismo ha sido parte fundamental de la sociedad y de todo lo que ocurre en ella. Gracias a él es posible saber algo de lo que sucedió en el pasado, a la vez que registra el presente y esboza el futuro. En ocasiones y con el trinar de las primeras ideas de cubrimiento informacional, se concebía fácilmente la recreación escrita de una realidad humana, traída al papel de una forma natural, sucinta, escueta y lejana de temores a la hora de transmitir quehaceres públicos y sociales que se sugerían como de conocimiento colectivo.
Entonces sin pensarlo se trastocaban pensamientos y emociones de primeros lectores que hallarían fascinación por las primeras lecturas de realidad hechas papel. Desde luego, la noción primera de esbozar acontecimientos de lo público aún no despertaba  argumentos en cuanto a límite, creación y extensión. Este peculiar oficio de retratar vivencias humanas, busca primordialmente localizar sucesos presentes sobre un personaje o sobre un acontecimiento. Es allí donde la escritura del periodismo  adquiere el arduo compromiso de la inventiva, acompañada de actualidad, impacto en el público y carácter noticioso. 
Al aplicar el periodismo en tales condiciones,  la profesión adquiere una figura de un espejo, en donde se busca comprensión del accionar del hombre en el mundo, conocimiento de hechos en lugares lejanos imposibles de visitar, instituyéndose como la  forma más práctica de conocer el mundo y lo que sucede con él. En definitiva, es innegable la huella que el periodismo ha plasmado  en la  sociedad y todo lo que ha producido en ella, pues al ser un espejo de registro y reflejo, dibuja el contorno de los acontecimientos presentes y futuros, dado que en la difusión de información, el periodismo suscita toma de posiciones definidas frente a los acontecimientos, los grupos y las personas.
Por tal motivo, es imperioso que el periodismo aplique rigor en temas como la ética del periodista,  aquella ética que propende por la responsabilidad y los principios  en los que regirá su labor, para no afectar negativamente el curso de los acontecimientos que narra. Penosamente no siempre ocurre así, en ocasiones, la prisa por alcanzar posiciones sociales, hace visible la manipulación de situaciones y el logro de fines no siempre favorables, para la sociedad, los hombres y el mundo. Es en este punto donde a todas luces el periodismo y por supuesto, el periodista, asumen juntos un papel protagónico en procura de crear conciencia sobre las situaciones que acontecen, advirtiendo socialmente de las posibles consecuencias que ciertas acciones pueden acarrear, permitiendo nueva luz a todas aquellas acciones, que tienden hacia el bien común de las personas y el mundo. Finalmente, el periodismo, en uno de sus más valiosos aportes, proporciona herramientas informativas y cognitivas para que las relaciones de los hombres con los hombres y las de éstos con el mundo se tornen, cada vez más, en relaciones de fraternidad, hermandad y generosidad.
Aquello último, como temática resaltable y de contexto, en el que debe su pilar este escrito. Pero sería encantador poder transmitir el transcurrir del periodismo en el devenir de su propia historia y la transición de su quehacer ético con el paso de los años. El nacimiento del periodismo colombiano en su primer siglo, tuvo como su gran padre, la literatura;  se forjaban nuevos escritores partiendo de las viejas plumas más o menos ilustradas de la intelectualidad criolla.
De hecho, casi todos nuestros grandes periodistas, publicistas y editores de periódicos tuvieron ante todo una vocación literaria, que se materializaba en las cuartillas de los periódicos en forma de entregas por capítulos, mucho antes de la fortuna de alcanzar el rango de libros. Es apremiante concluir que en la sociedad colombiana, el periodismo y la literatura son inseparables. Los literatos crearon el periodismo y los periódicos formaron a los literatos. En suma, la publicación exhaustiva sobre la literatura fue una constante real durante el primer siglo de la existencia de la nación como república: no hubo prensa sin literatos ni hubo literatura sin expresión periodística. Es significativa la forma en la que el  periodismo ve la luz en una nación como la nuestra, repleta de ires y venires de la política y la economía, dibujando una manera particular de ejercer la prensa escrita. No es descabellado pensar que en la línea histórica de nuestro oficio, los vientos cambiantes de su ejercicio, y todas las condiciones socioculturales vivenciadas a través de los años, dieron al periodismo, giros evidentes en la transmisión de lo público.
Desde luego es imperante, la adaptación del ejercicio periodístico a las transformaciones sociales del mundo, y he allí, donde será posible describir los aconteceres del quehacer periodístico en el transcurrir del tiempo. Bien, me permito complementar este argumento con uno propuesto por uno de los grandes del Periodismo Ético: Javier Darío Restrepo. La transmisión de un modelo ético, parte en primera instancia, de la humanización de la labor informativa, ya que todo lo que conduzca a ignorar, hacer daño o destruir al otro nos deshumaniza.
 Las implicaciones éticas de un transparente ejercicio periodístico, están mediadas según Javier Darío, por un “pensamiento que direcciona el ejercicio periodístico directamente en la sociedad, porque el público está condenado a recibir información mediocre. Se necesita no sólo de ética sino de pasión, vida y dinamismo por esta profesión".
Fuentes Consultadas: “El Papel del Periodismo en la sociedad” Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
Web: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/periodismo/per1.htm