Por: Andrea del Pilar Moreno Quintero.
Debido a estos cambios y en el afán de conseguir más radio escuchas, se cambió el lenguaje para dirigirse a las personas, los temas a tratar al aire, la manera de tratar a las personas, elementos que empezaron a influir de forma negativa en el verdadero deber ser de la radio, pero que notablemente, influyó de manera positiva en los fines comerciales de las cadenas radiales aumentando el raiting de las emisoras y de alguna manera, afectó la formación crítica de la audiencia frente al medio. Un claro ejemplo es la transmisión de programas con poca información cultural y respeto hacia el oyente como lo es el cartel de la mega, donde al espectador se le trata sin ninguna clase de respeto y de tal manera se dirigen de forma grosera hacia el mismo, sin importarles el cómo se puedan llegar a sentir al agredirlas verbalmente.
Es así, como se crean códigos y normas que intentan regular el lenguaje, el sensacionalismo y otros factores en los que incurren muchos periodistas, pero luego se empezó a tener en cuenta también al oyente, no sólo como una persona pasiva sino como una persona que merece respeto, al menos el necesario, para que se sienta parte del medio que escucha y participe de ese proceso de retroalimentación. Pero como bien sabemos en ciertos casos ese respecto hacia las personas no se ve, pues son notorios los malos tratos y los insultos que reciben desde las cadenas radiales, en uno que otro programa como lo mencionado anteriormente.
Entonces, es allí donde se crea la figura del Ombudsman, que no sólo se encuentra en la radio, sino en otros medios como la prensa, televisión, etc. que en palabras de Flavia Pauwels "puede ser definido como aquella persona que en un medio recibe e investiga las quejas del público sobre la exactitud, la imparcialidad, el equilibrio y el buen gusto en la cobertura de las informaciones"[1]. Revelando así, la importancia de crear esta figura como mediadora entre el medio y los consumidores que se puedan ver ofendidos por el comportamiento, en este caso, de la radio.
Ya que como bien sabemos, los locutores de estas emisoras no les importa la manera en cómo se expresen por el mismo hecho de subir el raiting, y más porque esta sociedad se está acostumbrando a que esos programas son para divertirse del mal ajeno y aprovecharse de situaciones por la cual estén atravesando, ya sea por desamor, infidelidades, etc. Y que en muchas ocasiones las personas que hacen estos programas no tienen nada que ver como comunicadores y no tienen algún conocimiento al respecto sobre el rol de los periodistas y su marco ético.
Es entonces, cuando se dice que los medios deben pasar por un proceso ético de revisión por lo cual Gerardo Albarrán de Alba dice que “Los periodistas en cada país deben trabajar juntos para establecer y revisar estándares comunes de ética y profesionalismo.”[2]
Es por ello, que toda labor periodística que se realice en cualquier medio, en este caso en la radio, que fue el tema escogido, debe estar bajo un código de ética, donde se tenga en cuenta el profesionalismo de cada persona para ejercer sus labores como debe ser e impartiendo de una base moral por la familia, lo cual debería ser encargada de llevar la información a las demás personas, porque “el discurso ético es descodificado, interiorizado e interpretado por cada individuo según su propio marco de referencia ético interno, incorporándolo a éste en forma plena, de manera negociada o resemantizado críticamente sus términos.”[3]
Con todo esto, se puede decir que resulta difícil la consecución de una ética profesional en su totalidad, pues sin el compromiso de las personas y el conocimiento suficiente sobre las normas o códigos, el comportamiento de los profesionales en el periodismo va a seguir siendo el mismo, el facilismo de no tener que cumplir con ciertas normas que incluyen los intereses de la sociedad resulta siempre más interesante que regirse a ciertos reglamentos que obligan a las personas a acogerse a un actuar controlado.
Por eso, también se puede decir que la credibilidad de los medios está en las manos de los periodistas, pues “el futuro de la credibilidad de los medios de comunicación pasa por ese código ético o deontológico del periodismo que debería ser supervisado desde los propios órganos y asociaciones internas de los periodistas”[4]
Con esta propuesta, se podría lograr un “periodismo más íntegro que se rige por estrictos deberes autoimpuestos, que no sólo establecen las “reglas del juego” para sus periodistas, el marco y límites para el propio medio, sino un compromiso explícito con la sociedad y la opinión pública, en cuanto a veracidad e imparcialidad.”[5]
Además los constructos que guían la ética en las empresas de comunicación deben mantener coherencia en la clase de ética con la cual ejercen el ejercicio periodístico que rige un medio de comunicación según los códigos ya estipulados, estos deberes son autoimpuestos por la empresa de comunicación, pero por esto no deben ser auto regulados, ya que el libre albedrio podría ser un factor determinante y tentativo para no ajustarse a una ética transparente.
Finalmente, sería bueno que se crearan marcos según las iniciativas de las propias empresas de comunicación en su estructura interna, para que así exista un respeto, trato a las personas y que esto no sean mal manejados en un intento de generar cierto favoritismo hacia los interese del medio y no de la sociedad, algo que les pueda aportar y que tenga un compromiso para el bien de todos; ya que la responsabilidad social es un factor importante en el desarrollo de los medios, en este caso de la radio.
1. PAUWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio pública argentina [online]. Consultada el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art644.htm
2. ALBARRÁN DE ALBA, Gerardo. Objeto, sujeto y contenido de la autorregulación periodística [online]. Consultada el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art820.htm
3. FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online]. Consultado el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art656.htm
4. SANTOS HOLGUÍN, David. Al límite del buen hacer periodístico. [online]. Consultado el 06 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.13rosas.com/2011/05/al-limite-del-buen-hacer-periodistico.html
5. TAUFIC, Camilo. La autorregulación del periodismo. Manual de ética periodística comparada. [online]. Consultado el 07 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.c3fes.net/docs/