El
profesional del periodismo se debe a la gran audiencia y antes que cualquier
carácter de poder debe velar por el interés público, el cual debe ser su guía
en la actividad profesional; de igual manera el bien común debe ser su máxima
prioridad, es decir que los medios antes de publicar cualquier información debe
mantener la seguridad de la comunidad
más allá del afán por publicar. Por ello es indispensable que el periodista brinde
el material de información noticiosa basado en la buena fe y la objetividad de
tal manera que cumpla con el propósito final de informar a la comunidad veraz,
oportuna y suficientemente.
Tal
como lo plantea los autores Javier Darío Restrepo y María Teresa Herrrán en Ética
para periodistas, “es de suma importancia que el profesional de la comunicación
presente las distintas caras de la noticia y procure que donde se presenten más
de dos interpretaciones sobre los hechos aparezcan todos aquellos que sean
relevantes”[1],
de igual manera el contenido de la noticia debe ser exacto en los hechos y
contextos en que se presenta. Todos estos aspectos son necesarios para evitar
caer en el sensacionalismo, el cual el Código de Ética del CPB establece en su
artículo octavo. “El sensacionalismo es una deformación interesada de la
noticia, implica manipulación y engaño y, por tanto, burla la buena fe del
público”. Por ello, el periodista debe evitar la divulgación de hechos de este
tipo cuyo interés está fundado en la morbosidad y la curiosidad perniciosa. Sin embargo, muchos medios de comunicación caen en el culto del sensacionalismo, “el cual tiene como maña omitir y minimizar información que vulnera los intereses particulares, así mismo la información tiende a ser neutra o aséptica y la difusión de los hechos es agobiante y detallada donde muchas veces lleva a la violación de la privacidad y a la deformación interesada de la noticia”[2].
Ahora bien, cabe resaltar que el inmediatismo es un factor que influye sumamente en la acumulación de medios en el sensacionalismo, lo cual ha llegado a inferir en que la noticia o el cubrimiento de la información no se está realizando oportunamente, ya que los medios en su afán por publicar o transmitir han desechado temas que son de importancia como la participación ciudadana, la problematización de la ciudad o el país. Por tanto han dejado de lado temas de interés común para cubrir temas de la farándula criolla, reinados y la vida de políticos y jugadores; tal como lo afirma Ben Bagdikian en su libro sobre el monopolio de la comunicación en los Estados Unidos, “ Los medios gastan demasiado y despilfarra dinero en costosas llamadas internacionales a personajes de farándula, que investigar y buscar soluciones a los problemas del país, la academia y las universidades solo producen temas pesados, de poco interés para el público en Latinoamérica; pero los reinados de belleza son la manifestación más importante de la cultura y por ello merecen el mayor cubrimiento”. [3]
Un caso específico fue el ocurrido en Colombia por la periodista Graciela Torres más conocida como la ‘Negra Candela’ quien público en un programa de televisión un video que contenía escenas intimas de la actriz Luly Bossa con su compañero sentimental, aquí la periodista cometió la violación del derecho a la privacidad y a la intimidad cayendo en el culto del sensacionalismo tal vez por la falta de garantías en su ejercicio periodístico o en su afán por competir con otro medio televisivo.
Por otro lado, desde el punto de vista jurídico, en Colombia la corte Constitucional ha señalado que: “ En caso de conflicto insoluble entre ambos, la prevalencia del derecho a la intimidad sobre el derecho a la información es consecuencia necesaria de la consagración de la dignidad humana como principio fundamental y valor esencial, a la vez, del Estado social de derecho’ (CC, sentencia T 414, de junio 16 de 1992)”[4]
El respeto a la dignidad humana es fundamental en cualquier ejercicio profesional y más en el periodístico ya que este tiene mayor impacto social, otro caso pertinente de traer a discusión es el caso de la avalancha de Armero donde un noticiero grabó la agonía y muerte de un hombre al cual le realizaban preguntas absurdas mientras padecía, esto muestra que el periodismo sensacionalista hoy en día predomina netamente en el país donde prevalece el escándalo, el morbo y las polémicas dejando de un lado la actividad profesional con el objetivo de servir a la comunidad y de contribuir al bien común y a la información que vele por intereses comunes.
Pese a la falta de ética profesional, la concentración de medios , el inmediatismo y el afán por competir de unos medios con otros existen medidas por las cuales las personas víctimas del sensacionalismo pueden quejarse y así poder hacer valer sus derechos a la intimidad y dignidad humana.
Para ello, existe la rectificación que es un deber ético y jurídico que el periodista debe acudir cuando exista este tipo de aspectos mencionados anteriormente, “Desde el punto de vista jurídico, la no rectificación oportuna y en las condiciones que exige la ley, configura al delito de calumnia o injuria”[5] , desde el punto de vista ético esta rectificación es necesaria para el deber de veracidad en cuanto a la información que es entregada al público.
Para que la rectificación sea éticamente válida es necesario que sea “rápida es decir que el profesional debe enmendar su error apenas se haya percatado de la existencia, otros requisitos fundamental es que se publique con el mismo despliegue es decir que la rectificación no se de en lugares de menor importancia que en el que se haya publicado y que tenga el carácter de rectificación”[6]
Un caso representativo es el de Télex en el cual una agencia internacional de noticias divulgó la información a sus afiliados en todo el mundo sobre una supuesta lista de periodistas que tenían vínculos con el narcotráfico, información la cual fue suministrado por un supuesto miembro de las Fuerzas Armadas. Acá se evidencia cómo la agencia no se percató de contactar las fuentes directas como entrevistar a cada uno de los aparente involucrados, si bien la directora asumió la responsabilidad de la ligereza del redactor ,acudió a la rectificación en la cual se titulaba ‘ Periodistas Niegan Vínculos con Rodríguez Gacha’ en donde cada uno de los periodistas implicados dieron testimonio de que había sido un error o que ninguno de ellos ha tenido dichos vínculos.
Sin embargo, no se evidencia en ningún punto de la rectificación haber cometido el error, sino que se acude a construir otra noticia en la cual se expone las declaraciones de los periodistas involucrados con el fin de tener un equilibrio informativo, es decir que no se dio una rectificación como tal sino que se desvirtuó la información. En el capítulo “Rectificaciones y réplicas” del artículo segundo del Código de Ética del CPB establece: “Es obligación del periodista rectificar pronta y adecuadamente las informaciones, así no se haya exigido aclaración por parte del perjudicado”.[7]
Como lo establece anteriormente el código de Ética del CPB es de suma importancia que el periodista realice la rectificación, pero no construyendo otra información de la misma, sino que debe realizarse en condiciones propias donde las personas afectadas vean que si se está dando a da conocer la verdad de los hechos y por ende no sean acusadas o involucradas en hechos que no les atañen o que no ocurrieron en el modo en que el medio o periodista lo publica.
El bien común de las dos partes es el que finalmente lleva u orienta a la actividad profesional del periodistas teniendo en cuenta que el impacto social de los medios es hoy en día es muy poderoso y está ligado a la capacidad de reflejar lo que ocurre en un contexto determinado, este debe ser muy cuidadoso en cuanto a la información que emite y manipula para evitar caer en casos como los mencionados en el transcurro del texto.
Finalmente, el periodismo se enfrenta a una tarea rigurosa en cuanto a su ejercicio profesional donde se debe enfatizar en el bien común y los intereses comunes de la sociedad, ya que son estos aspectos lo que dan cabida al derecho de estar libremente informados y por ende abre espacios de participación en cuanto a la libre expresión de pensamiento y opinión, evitando caer en el culto del sensacionalismo y la información desvirtuada en la falta de fuentes y veracidad. Por tanto el ejercicio periodístico deben sustentarse en una información veraz que conlleve a la opinión pública y a los intereses particulares de una comunidad.