miércoles, 25 de mayo de 2011

LA DEONTOLOGÍA ES UNA NECESIDAD EN COLOMBIA

POR: Andrea Pedraza Mendoza

En la historia de la humanidad muchos inventos se han considerado innecesarios, algunas teorías imposibles y algunos hechos improbables. Más o menos esto es lo que sucede en cuanto se habla de una Deontología o de una ética para la comunicación, no se piensa en la posibilidad de mejorar la calidad periodística y comunicativa, menos viviendo en un mundo mercantilizado y cada día más deshumanizado. Sin embargo el hecho de que esto parezca algo que sólo se queda en los códigos de ética y en los intentos de algunos pocos, no quiere decir que no sea posible, sólo falta dar el primer paso.

Si bien es cierto que muchos son los que afirman que las normas y reglas no sirven para nada[1], como lo señala Hugo Aznar, también es verdad que desde el nacimiento de la comunicación como disciplina de estudio la preocupación por la formación de opinión pública ha estado presente, y esto conlleva a que cada día se investigue más acerca del tema, así como los distintos modos de llevar a cabo prácticas comunicativas e informativas más eficaces que cumplan su función social. La comunicación social-Periodismo debe ser considerada como una profesión más que como un oficio, y para ello necesita de una organización propia que regule internamente su profesión, sobre todo a través de un código ético[2].

El ejercicio periodístico es importante entre otras cosas porque constituye una fuerza que permite no sólo informar sobre los hechos que interesan al público, sino también porque a través de éste se investiga, interpreta y se opina, asimismo es un canal a través del cual se exigen los derechos y deberes personales y colectivos y por el cual se fiscaliza con independencia a los poderes del mercado y la sociedad civil[3].

En Colombia día a día se observan precisamente aquellos vicios comunes que tienen la profesión y que atentan contra las audiencias de los medios. Entre ellos se pueden mencionar algunos como el sensacionalismo, el plagio, la falta de veracidad, la ausencia de investigación, el llamado “unifuentismo”, y el trato de la información como mercancía, asimismo otros como los que menciona Flavia Pauwels  son: “la degradación del idioma, pobre debate de ideas, desmesurada competencia por la primicia”. Estas son razones de más para decir que la deontología no es una opción sino necesidad en este país.

Una de las causas, por la cual en Colombia es tan difícil combatir estos males, es porque los periodistas no cuentan con buenos salarios, ni con las condiciones adecuadas para cumplir su profesión. Es muy común observar como algunos periodistas tienen que realizar dos o tres trabajos para distintos medios masivos, muchas veces sin las garantías prestacionales correspondientes. Es por esta razón que también caen en la tentación de ocultar o publicar información por dinero, inventar historias o caer en el sensacionalismo.

 Además, “Fotoperiodistas, redactores y reporteros se encuentran entre los profesionales peor pagados en el mundo, según la compañía inglesa CareerCast que publicó un ranking mundial de remuneración de profesiones de profesiones que presenta un panorama negativo para fotoperiodistas, redactores y reporteros de diarios, revistas o televisión, al situarse entre los puestos 185 (40.000 dólares anuales) y 188 (34.000 dólares) de 200 empleos”. Asimismo el Observatorio de la Universidad Colombiana muestra una tabla de las carreras con menores ofertas de empleo disponibles en www.elempleo.com.co, ahí las carreras relacionadas con la redacción, edición y comunicación social son las últimas de la lista.

Una segunda razón de las faltas éticas en los medios, es la censura, acompañada de una falta de independencia del periodista ante la organización mediática. Un ejemplo de esto es que se realizan notas que perjudican a los que compran pautas publicitarias en los medios y por ello no son publicadas, o por el contrario se publican notas que favorecen a los mismos. También están los casos de los periodistas que son amenazados por los distintos grupos armados y que prefieren callar por miedo a perder su vida.

Por último se puede decir que otra causa es la que tienen que ver con la propia actitud del periodista frente a su trabajo. Se puede observar como muchos profesionales pierden el interés en presentar noticias de calidad, ya sea por rutina, por cansancio o simplemente por pereza. Para estos últimos faltan mecanismos que ayuden a sancionarlos.

Algunas alternativas para que estos fenómenos no sigan siendo el pan de cada día en los medios son los códigos ética en los cuales se incluyen artículos que tratan sobre las funciones y responsabilidades del periodista. Los códigos son una guía para evitar cometer los mismos errores que a diario se ven en la prensa, radio, televisión e internet. Sin embargo los códigos por sí solos no son la solución a los problemas, es importante que se haga difusión sobre su importancia y su uso, para que no sigan siendo otro listado de buenos propósitos. La eficacia de estas normas depende de la cultura que se genere alrededor de las mismas. Si se sigue creyendo que los códigos no sirven para nada y se transmite esa percepción a los nuevos periodistas lo más probable es que se convierta en una profecía auto cumplida, generalmente predicada por aquellos que menos las cumplen.




El ombudsman, es otra posibilidad para regular la profesión, y se define como “aquella persona que en un medio recibe e investiga las quejas del público sobre la exactitud, la imparcialidad, el equilibrio y el buen gusto en la cobertura de las informaciones”[4]. No obstante en nuestro país no existe alguien que haga este tipo de trabajo y no por falta de gente idónea para el cargo, sino por falta de garantías en su seguridad personal, por la falta de apoyo civil,  y por la competencia entre medios. El único espacio que se genera en la televisión para la revisión de los contenidos informativos lo trasmiten en horarios que no son vistos por la gente, además de que se les hace poca publicidad, pues a los medios no les interesa mostrar sus propias falencias frente a los contenidos.

Es importante resaltar también en este tema que uno de los medios que más necesita de este tipo de regulación es la radio. En algunos programas se observan todo tipo de abuso en contra de las buenas costumbres de los oyentes, quiénes no tienen más remedio de cambiar de canal, como si con sólo hacer eso niños y adolecentes no pudieran tener acceso a la información que se trasmite, incluso en el transporte público. Ante esto habría que apelar a los patrocinadores que apoyan económicamente a estas emisoras, pedir apoyo estatal para que se establezca un espacio público en el cual las personas puedan ejercer un control en los contenidos radiales. Mientras que en los medios digitales son los propias empresas periodísticas quiénes deben asignar a alguien que cumpla este papel.

También, los gremios, organizaciones, colegios o asociaciones de periodistas, sirven como mecanismos de autorregulación, que  según la Federación Internacional de Periodistas[5] cumplen entre otras, estas funciones:

1.     Proteger la libertad de prensa y de los periodistas y preservar las normas de la profesión
2.     Fomentar la formación y el perfeccionamiento profesionales de los periodistas
3.     Favorecer la relaciones y la ayuda mutua entre sus sindicatos y miembros
4.     Promover la formación y el crecimiento de sindicatos nacionales de periodistas
5.     Reunir datos sobre las condiciones de empleo en la profesión
6.     Aumentar el prestigio y reforzar la función social de la profesión.

En Colombia existen muchos de estos gremios, pese a ello no son muy visibles en la sociedad. Vale la pena revisar lo que ellos están haciendo por la transformación de la sociedad, porque finalmente la unión es la que hace la fuerza, sólo de esta forma se pueden sacar adelante diferentes proyectos comunicativos, tanto organizacionales, como legales que ayuden a y a la protección de los derechos y deberes de los periodistas. 

Sin embargo los códigos de ética, el nombramiento de un ombudsman, ni los gremios u organizaciones, son garantía para mejorar la calidad de la información. Además de esto hace falta la generación de receptores críticos que estén dispuestos a recibir una información, aunque quizá más lenta, también más completa, veraz y oportuna. Para la creación de los mismos es necesario que se impulse desde las escuelas y los colegios actividades que propendan por una análisis más detallada de las noticias, creando así una de cultura de “no tragar entero” y tal como lo afirma Hugo Aznar “debe pasar de considerarse más que una simple masa a ser parte de activa y responsable de la actividad mediática. Para ello es necesario que propietarios y directores de los medios de comunicación decidan dedicarles espacios, instrumentos, y representantes que les defiendan y los apoyen”.

En cuanto esto último, es preciso también que se mencionen dos formas de control que organismos periodísticos tanto públicos como privados deben considerar en función de cumplir su labor social, estos son: las líneas editoriales, las cuales “deben someterse a los principios deontológicos elementales del periodismo[6]” y los comités de éticas, cuyos miembros “se encargarán de detectar las violaciones a los códigos , lo que les permite abrir una discusión deontológica en su redacción para evaluar la situación  concreta y llegar a la mejor solución posible”[7]. Estos dos son muy escasos y visibilizan la falta de compromiso de las empresas de medios con sus públicos. En Bucaramanga son inexistentes este tipo de regulaciones y muy necesarias teniendo en cuenta que tan sólo tenemos tres periódicos, dos de ellos de la misma editorial.



[1] http://www.saladeprensa.org/art581.htm. AZNAR, Hugo. Los códigos de ética no sirven. Enero, 2004.
[2] CEBRÍAN, Juan Luis, Los Marcos de la Acción Periodística. Pág. 103.
[3] http://www.saladeprensa.org/etica.htm. FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético. Febrero de 2011.
[4] http://www.saladeprensa.org/art644.htm. PAUWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyenteen una radio pública argentina. Noviembre de 2005.
[6] http://www.saladeprensa.org/art405.html. ALBARRA DE ALBA, Gerardo. La figura del defensor del lector
en los diarios digitales. Diciembre de 2002.
[7] Ibídem.

La televisión: un medio ¿para informar o comunicar?

Por : María Fernanda Díaz Sanabria
Informar veraz, amplia y oportunamente como lo plantea Juan Jorge Faundes [1]dejando a un lado la idea de narrar un hecho a partir de imágenes y testimonios. La televisión más que ser un medio que transmita hechos noticiosos debe ser un medio de expresión y control de la opinión pública sobre el mando de los asuntos que afectan a todos los ciudadanos.
El comunicador tiene la obligación de velar para que en la producción de un programa televisivo se respeten las normas éticas y los derechos que tienen las personas a expresar y difundir sus expresiones. De igual forma el derecho que tiene el público a estar informado de los acontecimientos lo cuales deben tener una investigación preliminar antes de ser revelados.
Como lo planteaba José Redondo González  en su artículo ‘’Televisión y ética’’ hoy día la ética brilla por su ausencia en los medios. El seudoperiodismo se destaca  por la ausencia de  verdaderos profesionales reflejándose en aquellos programas llenos de personajes ordinarios e ignorantes con un lenguaje grosero.
’’ Es difícil que los padres traten de inculcar a sus hijos los valores de la ética, la moral, el respeto y el esfuerzo personal, con tanta telebasura’’[2]. La responsabilidad del contenido que se emite en muchos programas de canales privados recae sobre el comunicador social, pues debe ser él quién de acuerdo a unas normas pre establecidas en cuanto a los  horarios, decida que es conveniente para los televidentes de acuerdo a las edades y los intereses de la sociedad.
La televisión debe emplearse como un nuevo lenguaje para el conocimiento de los niños y no sólo como un medio para divertir y entretener pues estos últimos contienen fines puramente comerciales debido a que no tienen ningún tipo de efecto desde el punto de vista del aprendizaje.
La televisión educativa puede generar interés en los niños siempre y cuando sea creativa en el uso de herramientas comunicativas como valor agregado en cuanto a entretenimiento.

‘’La televisión existe en todos los idiomas, se comprende sin que hable, reúne a su alrededor y grita para que otros callen, calla cuando otros gritan, pero no se esconde porque permanece, continúa, no termina, regresa, se pierde y vuelve. Sorprende. Simula saberlo todo’’[3].  
Los profesionales de ésta área no pueden olvidarse de una parte de la sociedad, que son los discapacitados físicos (ciegos, sordos) quienes también tienen  derecho a recibir información. Pues el periodismo deber ser un servicio de interés colectivo, con funciones eminentemente sociales dirigidas al desarrollo integral del individuo y de la comunidad. Se debe promover el respeto a las libertades de expresión como a los derechos humanos.
‘’La televisión es censurada, permitida, tolerada, criticada, maldecida, reprimida, clausurada, pero jamás olvidada o ignorada.’’ Por tal motivo se debe estar atento a los factores que promueven la deformación interesada de la noticia lo cual como se encuentra establecido en el código de periodistas de Bogotá implica manipulación, engaño y por tanto, burla de la buena fe del público.
Quien tiene la palabra, tiene un gran poder, pues por medio de ella no sólo se informa, también se denuncia y destruyen los intereses de una sociedad. Es deber del periodista rectificar los errores que pueda llegar a cometer en la emisión de cualquier noticia, y derecho del televidente replicar sobre aquello con lo cual se le vulneró algún derecho.
‘’El poder que han adquirido los medios es incuestionable, algunas veces creen tener más poder del que realmente detentan y buscan convertirse en protagonistas y jueces de la cosa pública, en más de una ocasión desvirtuándola hasta convertirla en espectáculo’’.[4]
Estos han venido adquiriendo importancia debido a que son voceros y transmisores visibles más llamativos de la opinión pública y su vez, contribuyen a formar esa opinión a través de sus influencias y  relaciones mutuas. Su importancia también reside en la formación de la opinión pública que se genera por la velocidad con que un programa televisivo puede llegar al público y el amplio escenario que abarcan. Una noticia difundida en un área muy poblada accede instantáneamente a millones de personas que, al difundirla, multiplican el alcance de la misma.


A pesar de que en Colombia existen códigos en los cuales se señalan las formas y parámetros que deben cumplir los medios de comunicación, sus funciones, derechos y obligaciones, es difícil que éstas sean respetadas por cuanto existe una sociedad capitalista  dispuesta a utilizarla como herramienta para poner de moda y ubicar ventajosamente productos, servicios y otros en las mentes de los televidentes sin ningún escrúpulo ético y con campañas altamente agresivas frente al televidente menor que no cuenta con la suficiente madurez para asimilar cierta información obscena y en algunas ocasiones pervertida.
‘’La lógica económica está clara. Los medios de comunicación forman empresas y han de conseguir ingresos para rentabilizar sus inversiones y dar beneficios. Puesto que estos ingresos dependen de la publicidad y a ésta le interesa llegar a la mayor cantidad de público, las televisiones tienen que aumentar su audiencia para incrementar sus ingresos publicitarios. La noción misma de audiencia proviene del ámbito publicitario y su predominio a la hora de decidir la programación refleja el papel dominante del mercado en este ámbito de la comunicación’’.[5]
Se cuestiona a este medio de comunicación como uno de los principales productores de subjetividad en la sociedad actual pues a través de sus mensajes y contenidos se configuran y crean opiniones, formas de pensar y actuar.
Según Hugo Aznar[6] lo que legitima el sistema de audiencia es el supuesto de que responde a la elección libre del público. En sociedades individualizadas y consumistas como las nuestras este supuesto es fundamental: se supone que previene el paternalismo cultural y que coincide con el funcionamiento habitual del mercado y del sistema democrático.
Esta opinión se ve reflejada en los contenidos que se ofrecen a los televidentes en su mayoría de veces alimentando un morbo de la comunidad frente a la desgracia y la calamidad vivida por algunos sectores de la población, explotando cínicamente las diferentes abísmales de la sociedad, un ejemplo de esto telenovelas como los Victorino, pandillas guerra y paz, juego limpio, en donde de forma cruda y grotesca se presenta al público muchos antivalores y posiblemente una puerta a la corrupción que dañan mas antes de educar contrario a la labor periodística ejercida en otros programas como los especiales de pirry, la noche , el radar , dedicados a investigar y buscar fuentes formales que generan cuestionamiento y actitudes de cambio frente a la realidad que se vive hoy en día.

Bibliografía:
·         www.elpais.com. Televisión y ética,REDONDO GONZÁLEZ José - Valladolid - 05/01/2008
 Martes, 17/5/2011. Fecha de consulta: 14 de mayo 2011
·         Alexis Núñez Oliva lunes 15 de junio de 2009, ¿Qué Es La Televisión?
·         ECO Umberto. Crítica al periodismo. Tomado de: http://www.avizora.com/publicaciones/comunicacion/textos/critica_al_periodismo.htm. Fecha de consulta: 22 de mayo 2011


[1] FAUNDES Juan. El rol de los periodistas y su marco ético. www.razonypalabra.org.mx, fecha de consulta: martes 8 de febrero 2011
[2] REDONDO GONZÁLEZ José. Televisión y ética. www.elpais.com. Martes, 17/5/2011. Fecha de consulta: 14 de mayo 2011
[3] NÚÑEZ Alexis. ¿Qué Es La Televisión? ,http://www.portv.net/2009/06/que-es-la-television.htm
Fecha de consulta: 22 de mayo 2011
[5] AZNAR Hugo . Televisión, telebasura y audiencia: condiciones para la elección libre
[6] AZNAR Hugo . Televisión, telebasura y audiencia: condiciones para la elección libre

¿La culpa es de la televisión?

Por  Wolfgang Eiffel Arias Prada
El medio que más se consume a nivel mundial es la televisión, ya que, a pesar de que el internet está ganando aceleradamente terreno, la brecha entre los países desarrollados y los países en vía de desarrollo en cuanto a la alfabetización digital, es todavía muy grande como para que éste último vaya a la cabeza.
Al respecto conviene decir que al ser el medio de mayor consumo requiere de un amplio análisis, puesto que la cantidad de personas a las cuales afecta es más que considerable.
Queda definido que la relevancia de la televisión no está en discusión. Ahora bien, ya que afecta a tantas personas cabe preguntarse, desde el punto de vista ético, es decir, desde lo que es mejor para todos, si la televisión es beneficiosa o no.
Con esto en mente, y tomando como hipótesis que el consumo de televisión puede llegar a entorpecer las capacidades comunicativas de las personas, conllevando por ende al detrimento de su calidad de vida, basándose en el argumento de la película El insoportable, en la cual un instalador de cable interpretado por Jim Carrey, se convierte en un neurótico acosador, todo a causa de haber sido abandonado por su madre al cuidado del televisor, se intentará develar la responsabilidad de la televisión en este tipo de problemas sociales.
Así mismo, el doctor William Belson, ha llevado a cabo investigaciones en Londres, Inglaterra, sobre los efectos de la televisión en diferentes actividades culturales. En dichas investigaciones, se pudo constatar que “la televisión ha tenido un efecto bastante pernicioso en muchas de las artes ya institucionalizadas y en los objetivos de un ocio más cultural”.[1]
De tal modo que, formas de comunicación como las artes ya institucionalizadas, se están viendo afectadas por el predominio de la televisión, sin tener claridad aún, de si ésta es capaz de suplir a las anteriores.
Al lado de ello, el reconocido escritor argentino puso a discusión, en su libro La Resistencia, que “El estar monótonamente sentado frente a la televisión anestesia la sensibilidad, hace lerda la mente, perjudica el alma”.[2]
Al llegar a este punto, queda entonces confirmada la hipótesis inicial, al menos por Sábato, quien no sólo toma en cuenta los perjuicios comunicativos, sino que va más allá, y coloca la situación en un plano trascendental, haciéndose inevitable cuestionarse sobre las bases de su planteamiento.
Análogamente, cabe preguntarse por el caso colombiano particularmente, de la mano del papel de la Comisión Nacional de Televisión, CNTV, en los efectos que tiene la televisión en las audiencias.
Basándose en la Ley 1106 de 2006, "por la cual se consagran unos instrumentos para la búsqueda de la convivencia, la eficacia de la justicia y se dictan otras disposiciones", la CNTV tiene una gran responsabilidad frente a lo que puede estar ocurriendo con las personas que son afectadas, para bien o para mal, por la televisión.
Dado que una de las poblaciones más expuestas a la televisión, y quizás, más vulnerables a ella, son los niños, conviene analizar en detalle hasta qué punto la televisión puede ser crucial en su desarrollo.
A partir de la afirmación del investigador británico James D. Hallordan, “Los niños son particularmente susceptibles a la presentación estereotipada de grupos, situaciones, ocupaciones, etc., cuando tienen poca experiencia o incluso ninguna en relación con ellos”… “El papel de la televisión y de los otros medios en el desarrollo de los otros medios en el desarrollo de los estereotipos raciales es una muestra de lo interior y una muestra que precisa una investigación diferente. Si los medios sólo nos muestran a los inmigrantes cuando se encuentran en situaciones de crisis, ¿debemos extrañarnos de que haya un amplio uso de estereotipos raciales?”.[3]
Con sano criterio se puede decir que el manejo de la información en la televisión, en especial con los niños, requiere de un cuidado especial, lo cual se traduce en el manejo de las temáticas expuestas, además de los horarios de las parrillas de programación.
De otro lado, Hallordan aclaró que “es corriente asegurar que allí donde las actitudes y los valores se encuentran bien formados es difícil que la televisión ejerza gran influencia”.[4] Con base en esto, la responsabilidad se traslada sobre los otros formadores, que en la mayoría de los casos vienen a ser los padres, o las figuras paternas, así como los docentes y las instituciones educativas en general. ¿Cuál es el papel que toman los espectadores frente a la televisión? Ésta puede ser la clave para comprender los fenómenos anteriormente mencionados.
Con todo y lo anterior, Hallordan precisó, refiriéndose particularmente a los británicos, que “En la actualidad es bastante corriente escuchar que los británicos están, por fin, comenzando a tomar conciencia de su entorno visual”… “la televisión puede tener una parte en su desarrollo, aunque globalmente de forma indirecta”.[5]
De aquí, que, si bien es cierto que respecto a la televisión Sábato apuntó que “no sólo nos cuesta abandonarla, sino que también perdemos la capacidad para mirar y ver lo cotidiano”… “Muchas veces me ha sorprendido cómo vemos mejor los paisajes en las películas que en la realidad”[6], cabe resaltar el papel que puede tener generando conciencia del propio entorno visual, como bien lo indicó Hallordan.
Al llegar a este punto, se puede concluir, por sobre todo, que depende de cada persona decidir su papel frente a la televisión, ya que si ésta bien puede generar desarrollo, hay otra alternativa, y es la que planteó Sábato en La resistencia, la cual consiste en “No permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad que podemos gozar: una mesa compartida con gente que queremos, unas criaturas a las que demos amparo, una caminata entre los árboles, la gratitud de un abrazo. Un acto de arrojo como saltar de una casa en llamas. Éstos no son hechos racionales, pero no es importante que lo sean, nos salvaremos por los afectos”.[7]
Como se ve, los pequeños acontecimientos cotidianos a los cuales el hombre tiene la posibilidad de ser especialmente sensible, pueden ser los que les devuelvan esa humanidad a las personas que, sin darse cuenta, pueden haber perdido, o al menos, disminuido notablemente.
De cualquier modo, no viene al caso satanizar a la televisión, puesto que está demostrado que una televisión bien vista puede mejorar la calidad de vida de las personas, y si además, se tiene en cuenta la postura de Sábato de estar especialmente atentos, se puede no más que dar un buen augurio sobre la relación entre la televisión y la sociedad.



[1] BELSON, William. 1954 y 1955. Citado por HALLORDAN, James D. Los efectos de la televisión. Madrid (España): Editora Nacional, 1974. p. 209.
[2] SABATO, Ernesto. La Resistencia. Argentina: Editorial Planeta, 2000. p  14.
[3] HALLORDAN, James D. Los efectos de la televisión. Madrid (España): Editora Nacional, 1974. p. 62-63.
[4] Ibid., p. 63.
[5] Ibid., p. 210.
[6] SABATO, Ernesto. La Resistencia. Argentina: Editorial Planeta, 2000. p  13.
[7] Ibid., p. 130.

Los periodistas estamos cavando nuestra propia tumba

Escrito por: Tatiana Ordoñez Monsalve
“Aunque las primeras civilizaciones como la romana y la china intentaron hacer una especie de prensa  no fue si no hasta los años de 1450 cuando Johannes Gutenberg inventó la imprenta en Europa, los periódicos funcionaban bajo el patrón de hojas sueltas y dio origen a diversos diarios. En Colombia en el año de 1785 es cuando aparece una primera publicación en donde se notificaba “del terremoto y de la gaceta de Santa Fe”, Manuel del  Socorro Rodríguez (a quien se le da el título de padre del periodismo en Colombia) fue quien editó aquel informe.
La base para  fundar un periódico en Colombia el cual con el paso de los años  daría lugar a nuevos diarios se da desde los pensamientos políticos de la época , los gobernantes de la Nueva Granada necesitaban tener un medio que le permitiera llegar a todo el pueblo y de esta manera dar a conocer sus pensamientos e ideologías, cabe destacar que los periódicos no era usados únicamente para  publicaciones políticas si no que con el tiempo se fue implementando la introducción de artículos literarios lo cual le permitió a grandes literatos dar a conocer sus escritos y así tomar fuerza desde el periodismo.
Los periódicos eran tomados no sólo como un medio para informar a la población granadina de los sucesos de los ejércitos españoles, si no que se había convertido en una forma de expresión y en la futura escuela para formar nuevos periodistas debido a que no existía un lugar en el que se pudieran formar como profesionales de la comunicación.
A pesar de que los primeros periódicos apoyaran ideologías políticas, en el periodo del Frente Nacional  se empezó a dar un giro al periodismo, ya que los miembros de los distintos partidos políticos decidieron intercalar sus gobiernos para evitar más sangre y violencia en el país, gracias a este acuerdo los periódicos se abstuvieron de publicar informes que colocaran al descubierto los pensamientos de los conservadores y los liberales.
El periodismo colombiano, en la actualidad, es dueño de un inmenso poder’’[1] pero podríamos preguntarnos ¿De qué manera estamos utilizando el dominio que tenemos sobre la sociedad? Y ¿Cómo estamos correspondiendo a la buena fe y la confianza que la misma tiene en nosotros como periodistas?
A lo mejor tenemos claro que la clave para tener un buen periodismo es luchar por dar a conocer siempre la verdad, sin  importar las consecuencias, nuestro punto focal es la sociedad y la información que ellos conocerán gracias a la confianza que depositan en nosotros, tratando por todos los medios tener el mayor punto de neutralidad posible. Pero que sucede cuando ¿Empezamos a colocar los intereses económicos, políticos y hasta personales, por encima de nuestra integridad y objetivo como profesionales?
Lamentablemente aunque existen periodistas que se esfuerzan por tener claro su razón de ser, hay otros que lo olvidan por completo o lo recuerdan por conveniencia; independientemente de si pertenecemos al grupo de los íntegros o los flexibles, lo cierto es que hoy en día tenemos un problema que aunque sus inicios se dio desde la época medieval, en la actualidad ha traído grandes repercusiones en la ética periodística.
La prensa sensacionalista y amarillista cuyo objetivo no sólo es informar a la sociedad de los diversos acontecimientos que suceden en el mundo, si no a su vez despertar sensaciones a través de titulares e imágenes muchas veces sin escrúpulos que llamen la atención de la población de manera morbosa. Éste tipo de prensa aunque sea llamativa para la gente denigra el periodismo.
Así lo declara el código de ética del CPB, en su artículo 8: “El sensacionalismo es una deformación interesada de la noticia, implica manipulación y engaño, y por tanto, burla de la buena fe del público”.
María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo en su libro “Ética para periodistas” recuerda a los profesionales de la comunicación la responsabilidad que tenemos con la sociedad y ante todo el compromiso de ejercer siempre de forma correcta nuestra labor y la manera en que debemos ejecutar el poder que se nos ha impartido.
En el libro sus escritores exponen las razones más frecuentes por las cuales los periodistas olvidan a menudo su razón ser, algunas de estas son: “La falta de garantías para el ejercicio profesional, la concentración de medios, la obsesión de competir por el rating de sintonía y el inmediatismo”[2]
Es cierto que el prestigio y el reconocimiento es fundamental no sólo para la empresa periodística si no para el mismo periodista, no es malo querer ser importante ,destacarse y sobresalir ante la competencia, lo malo es en la forma en que lo estamos haciendo, es motivo de orgullo y de encomio si se es reconocido por ser íntegro, transparente ,eficaz y eficiente con la información que se imparte, es de admirar cuando el periodista se reconoce porque para él es fundamental su compromiso social, pero es algo vergonzoso y de pensar cuando se logra la sima, no solo pisoteando y viéndole la cara a las gentes que creen ciegamente en los dueños del cuarto poder si no lo más grave es que se están viendo la cara de si mismos, se están pisoteando ellos mismos y piensan que lo están logrando todo, puede que lleguen muy lejos, sobresalgan y sean reconocidos pero de manera sucia y corrupta, es bueno pensar ¿De qué manera estoy abonando o logrando mi objetivo para ser conocido en la comunidad?
Mario Alfredo Cantarero en su artículo “El refrito o plagio en los medios informativos” viene hablando de otra falencia a nivel mundial que en la actualidad es algo muy común en los colegios y en muchas carreras profesionales, pero aunque eso es un hecho preocupante, es aún más alarmante cuando los profesionales encargados de llevar la verdad y considerados  como la voz del pueblo también caen en la mala costumbre de “recoger, elaborar y publicar información del presente social actual, sin reconocer responsablemente los créditos del verdadero autor intelectual o del medio difusor, como establecen las normas deontológicas y jurídicas del derecho intelectual”.[3]
En este punto se puede hacer una conexión del texto de Herrán y Restrepo con el de Cantarero ya que por el afán del inmediatismo prefieren “refritar” la información, en vez de buscar complementos para la noticia o mejor noticias distintas, completas y de calidad que marquen la diferencia y respete las normas éticas, valorando el trabajo de los colegas y obteniendo créditos propios.
Según el Código de Ética Círculo de Periodistas Bogota, “informe transparente” en el  artículo 1 en el punto 2 dice que una noticia debe mostrarse por todas sus caras ,esto quiere decir que de una sóla noticia es mucha la información que se puede recopilar, aunque la tecnología es de gran ayuda para las personas, más cuando se trata del ámbito de las comunicaciones  ya que  ha creado una revolución en ella, se hizo fue con el objetivo de facilitar las tareas humanas no para promover la mediocridad profesional.
Aunque deberíamos respetar el intelecto ajeno, por iniciativa propia, por educación y por simple lógica, hemos caído en una decadencia ética tan grave que aún teniendo normas y reglas no nos importa pasar por encima de ellas y en muchos casos tomando en cuenta los fragmentos que más nos convengan.
Debemos despertar de ese sueño profundo en el que nos hemos emergido los periodistas, es hora de colocar los pies en tierra para asumir nuestro misión social con responsabilidad, entrega e integridad, la falta de ética es un problema serio al cual tenemos que colocarle un alto en el camino porque los daños que esta haciendo, son graves e irreversibles.
Todos los que elegimos ejercer este campo de las ciencias sociales, si no lo fuimos desde un comienzo lo aprendimos durante el camino de la formación profesional, que nuestra labor no es fácil, no es bien recompensada pero si es de mucho compromiso y entrega por los demás.
Nosotros como periodistas no tenemos que responderle a un jefe o a una empresa, si tenemos claros nuestros puntos y amamos lo que hacemos entonces entenderemos que nosotros debemos rendir cuentas es al mundo, no sólo servimos como su voz si no que también somos sus ojos ya que ellos ven lo que nosotros le permitimos ver, las gentes tienen unos derechos y la verdad y el estar informados es un derecho fundamental para ellos.
Nunca es tarde para empezar, tenemos que comenzar con respetar las normas que nos rigen a nosotros mismos, no por obligación si no por conciencia, la deontología es la esencia de la comunicación, para llegar lejos de manera correcta tenemos que recordar siempre cual es nuestro deber ser de la comunicación social. 
BIBLIOGRAFÍA
María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo, Ética para periodistas, capítulo 7: El periodista y la buena fe del público, Bogotá. CO. Tercer Mundo Editores. 1991.
Mario Alfredo Cantarero, El “refrito” o plagio en los medios informativos, http://www.saladeprensa.org/art648.htm  Noviembre 2005
Biblioteca virtual Luís Ángel Arango, Historia del Periodismo en Colombia, http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/periodismo/per78.htm
Código de Ética círculo de periodistas de Bogotá agosto 31 de 2006 , http://www.circulodeperiodistasdebogota.com/descargas/codigo_etica.pdf


[1] Biblioteca virtual Luís Ángel Arango ,Historia del Periodismo en Colombia, http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/periodismo/per78.htm
[2] María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo, Ética para periodistas, capítulo 7: El periodista y la buena fe del público, Bogotá. CO. Tercer Mundo Editores. 1991.
[3] Mario Alfredo Cantarero, El “refrito” o plagio en los medios informativos, http://www.saladeprensa.org/art648.htm  Noviembre 2005