jueves, 21 de mayo de 2015

Colombia, una mentira de la caja chica.

Por Sonia Moscoso
La república de Colombia es conocida a nivel mundial como la capital del café, esmeraldas y flores. No obstante, para el resto del mundo, Colombia también es reconocida como un narco-estado. Es decir, un país donde su economía nace a partir del   del narcotráfico  y la violencia.  Sin embargo, esta imagen ha sido adoptada por el mismo país, tras sesenta años de conflicto armado. Cabe resaltar,  que el protagonismo de personajes como Pablo Escobar, los hermanos Ochoa, entre otros,  es hoy en día contenido televisivo  en los hogares colombianos.
“La verdad es que, en Colombia, sin tetas no hay televisión”[1] Afirma el crítico de televisión Omar Rincón. Puesto que canales privados como RCN y CRC, están vendiendo la idea de deificar  el estilo de vida de los más grandes narcotraficantes que este país ha concebido.   De esta manera,  Rincón  manifiesta, “Las tetas de silicona, las prepago (pu­tas finas) y el mal gusto no son solo mafiosos ni paisas, abundan en todos los estratos y regiones colombianas y son la marca de la televisión”[2].
Así pues, la misma televisión está vendiendo a Colombia como un país de capos, silicona, drogas y armas, para el resto del mundo. Esto es el resultado, de producciones como “El capo”  de RCN y  “El patrón del mal” de Caracol, donde se glorifica el narcotráfico como estilo de vida idealizado para salir adelante en este país.
Para Liepins, “La raíz del problema es la ignorancia”[3], Ya que es el mismo televidente el que permite que este tipo de contenidos sean “prime time” en sus hogares.  Así mismo, esta imagen de narco-cultura  no solo es sintonizada por adultos,  lo niños también se exponen a este consumo de mala televisión. Como resultado, las generaciones más jóvenes aclaman  el dinero, el poder, las mujeres y todo aquello que posibilita la “vida fácil”  a través del narcotráfico.
A manera de crítica, los grandes medios de comunicación en Colombia, tales como RCN y Caracol, son los principales responsables de promover la narco-cultura en los hogares colombianos. Por consiguiente, las personas conocen a mayor escala la vida del narcotraficante Pablo Escobar, que la vida de Jaime Garzón activista político, abogado, humorista, actor, locutor entre otros.
En un primer momento,  “Los problemas de la exposición a la televisión comienzan desde que el espectador se sienta frente al televisor sin capacidad de distinguir entre la ficción y la realidad, entre lo trascendente y lo irrelevante”[4].  Bajo esta premisa, es evidente que hay un problema con el sistema educativo colombiano.  Siendo en gran mediad la poca educación que reciben los hijos en casa. 
Esto se ve reflejado, cuando la familia sintoniza  con sus hijos, producciones como “El capo”, “Las muñecas de la mafia” entre otros.  Por lo tanto, en voz baja se aprueba desde la casa  el narcotráfico como un estilo de vida y no se hace la crítica necesaria para que las futuras generaciones no se apropien de la narco-cultura.
No es posible afirmar que la narco-cultura presente en los medios de comunicación, sobre todo en la televisión,  provocará en los jóvenes a ser futuros “Narcos”. Sin embargo, es necesario resaltar que  “Los medios de comunicación deben evitar todo aquello que induzca al delito, la violencia o el desorden civil, o bien que resulte ofensivo para las minorías étnicas o religiosas”.[5]   Desafortunadamente, la televisión basura cargada de contenido poco éticos y morales, se consume a diario como la misma “coca” que exhiben RCN y Caracol en sus novelas.
A manera de cierre, “una televisión sin reglas está provocando la corrupción moral de la humanidad”[6]. Esto significa, que la responsabilidad de cambiar estos modelos de narco televisión, recaen tanto en los productores como en los televidentes. Es absurdo que se deba recordar a las grandes empresas de comunicación que ante todo, la ética y el sentido común va primero que el dinero. Como expresó Jaime Garzón en su última conferencia en 1997 “¡Por favor no se suene  con el mantel!”.
Como última reflexión en este artículo, así como las personas tienen el control remoto para sintonizar  cada noche “El Capo”,  también tienen la opción de cambiar el programa y de esta manera cambiar la situación. Si las personas tomaran el control (En todo el sentido de la palabra), y  por voluntad propia sintonizan contenidos ricos en cultura y educación,  Colombia dejaría de ser una mentira de la caja chica.

[1] RINCÓN OMAR. Narco.estética  y narco.cultura en Narco.lombia. Revista Nueva Sociedad No 222, julio-agosto de 2009, ISSN: 0251-3552
[2] RINCÓN OMAR. Narco.estética  y narco.cultura en Narco.lombia. Revista Nueva Sociedad No 222, julio-agosto de 2009, ISSN: 0251-3552
[3] LIEPINS E. KATHRINE. El poder de la pantalla chica.  En: Sala de prensa [en línea] http://www.saladeprensa.org/art779.htm Artículo 108.  Octubre 2008
[4] JARAMILLO EDGAR. Evolución y retos de la televisión. En: Sala de prensa [en línea] http://www.saladeprensa.org/art671.htm  Artículo 92. Junio 2006
[5]UREÑA REBECCA. Teorías normativas. En: ComunicaciónFIT. [en línea]  http://comunicacionfit.blogsecreto.com/3 . Blog.  Entrada mes Abril. Año 2014
[6] “Against Television” Entrevista con Karl Popper, filósofo y teórico de la ciencia. Emitido por   RAI (Radiotelevisión Italiana). Italia 1993

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