Por Sonia
Moscoso
La república de Colombia es conocida a nivel mundial como la
capital del café, esmeraldas y flores. No obstante, para el resto del mundo,
Colombia también es reconocida como un narco-estado. Es decir, un país donde su
economía nace a partir del del
narcotráfico y la violencia. Sin embargo, esta imagen ha sido adoptada por
el mismo país, tras sesenta años de conflicto armado. Cabe resaltar, que el protagonismo de personajes como Pablo Escobar,
los hermanos Ochoa, entre otros, es hoy
en día contenido televisivo en los
hogares colombianos.
“La verdad es que, en Colombia, sin tetas no hay televisión”[1] Afirma
el crítico de televisión Omar Rincón. Puesto que canales privados como RCN y
CRC, están vendiendo la idea de deificar
el estilo de vida de los más grandes narcotraficantes que este país ha
concebido. De esta manera, Rincón
manifiesta, “Las tetas de silicona, las prepago (putas finas) y el mal
gusto no son solo mafiosos ni paisas, abundan en todos los estratos y regiones
colombianas y son la marca de la televisión”[2].
Así pues, la misma televisión está vendiendo a Colombia como un
país de capos, silicona, drogas y armas, para el resto del mundo. Esto es el
resultado, de producciones como “El capo”
de RCN y “El patrón del mal” de
Caracol, donde se glorifica el narcotráfico como estilo de vida idealizado para
salir adelante en este país.
Para Liepins, “La raíz del problema es la
ignorancia”[3], Ya que es el mismo televidente el que permite que
este tipo de contenidos sean “prime time” en sus hogares. Así mismo, esta imagen de narco-cultura no solo es sintonizada por adultos, lo niños también se exponen a este consumo de
mala televisión. Como resultado, las generaciones más jóvenes aclaman el dinero, el poder, las mujeres y todo
aquello que posibilita la “vida fácil” a
través del narcotráfico.
A manera de crítica, los grandes medios de
comunicación en Colombia, tales como RCN y Caracol, son los principales
responsables de promover la narco-cultura en los hogares colombianos. Por
consiguiente, las personas conocen a mayor escala la vida del narcotraficante
Pablo Escobar, que la vida de Jaime Garzón activista político, abogado,
humorista, actor, locutor entre otros.
En un primer momento, “Los problemas de la exposición a la
televisión comienzan desde que el espectador se sienta frente al televisor sin
capacidad de distinguir entre la ficción y la realidad, entre lo trascendente y
lo irrelevante”[4]. Bajo esta premisa, es evidente que hay un
problema con el sistema educativo colombiano.
Siendo en gran mediad la poca educación que reciben los hijos en casa.
Esto se ve reflejado, cuando la familia
sintoniza con sus hijos, producciones
como “El capo”, “Las muñecas de la mafia” entre otros. Por lo tanto, en voz baja se aprueba desde la
casa el narcotráfico como un estilo de
vida y no se hace la crítica necesaria para que las futuras generaciones no se
apropien de la narco-cultura.
No es posible afirmar que la
narco-cultura presente en los medios de comunicación, sobre todo en la
televisión, provocará en los jóvenes a
ser futuros “Narcos”. Sin embargo, es necesario resaltar que “Los medios de comunicación deben evitar todo
aquello que induzca al delito, la violencia o el desorden civil, o bien que
resulte ofensivo para las minorías étnicas o religiosas”.[5] Desafortunadamente,
la televisión basura cargada de contenido poco éticos y morales, se consume a
diario como la misma “coca” que exhiben RCN y Caracol en sus novelas.
A manera de cierre, “una
televisión sin reglas está provocando la corrupción moral de la humanidad”[6].
Esto significa, que la responsabilidad de cambiar estos modelos de narco
televisión, recaen tanto en los productores como en los televidentes. Es absurdo que se deba
recordar a las grandes empresas de comunicación que ante todo, la ética y el
sentido común va primero que el dinero. Como expresó Jaime Garzón en su última
conferencia en 1997 “¡Por favor no se suene
con el mantel!”.
Como última reflexión
en este artículo, así como las personas tienen el control remoto para
sintonizar cada noche “El Capo”, también tienen la opción de cambiar el
programa y de esta manera cambiar la situación. Si las personas tomaran el
control (En todo el sentido de la palabra), y
por voluntad propia sintonizan contenidos ricos en cultura y
educación, Colombia dejaría de ser una
mentira de la caja chica.
[1] RINCÓN OMAR. Narco.estética y narco.cultura en
Narco.lombia. Revista Nueva Sociedad No 222,
julio-agosto de 2009, ISSN: 0251-3552
[2] RINCÓN OMAR. Narco.estética y narco.cultura en
Narco.lombia. Revista Nueva Sociedad No 222,
julio-agosto de 2009, ISSN: 0251-3552
[3]
LIEPINS E. KATHRINE. El poder de la pantalla
chica. En: Sala de prensa [en línea] http://www.saladeprensa.org/art779.htm Artículo 108. Octubre 2008
[4] JARAMILLO
EDGAR. Evolución y retos de la televisión. En: Sala de prensa [en línea] http://www.saladeprensa.org/art671.htm
Artículo 92. Junio 2006
[5]UREÑA REBECCA. Teorías normativas. En:
ComunicaciónFIT. [en línea] http://comunicacionfit.blogsecreto.com/3 . Blog.
Entrada mes Abril. Año 2014
[6]
“Against Television” Entrevista
con Karl Popper, filósofo y
teórico de la ciencia. Emitido por RAI (Radiotelevisión Italiana). Italia 1993
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