POR:
Daniel Ávila León
Colombia
es un país que desde su fundación ha estado marcado por la violencia, y es natural ya para su población encontrar que
la principal información divulgada por los medios de comunicación nacionales
estén dedicados al cubrimiento de ésta. En la actualidad, el tema principal de
la agenda mediática el proceso de paz que el gobierno colombiano está llevando
a cabo con la guerrilla de las FARC, el más trascendental y antiguo grupo
insurgente del mundo.
Desde
el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) se dieron los primeros indicios
de diálogos con el grupo guerrillero para llegar a un acuerdo y poder
desarmarse, pero el incumplimiento del cese al fuego, tregua y paz fue
desacatado tanto por el ejército como por las FARC, lo que llevó al fracaso.
En
1992, el presidente César Gaviria, estableció una mesa de negociación en
Tlaxcala, México, pero la falta de confianza entre las dos partes y con la
nueva carta magna “el Estado
estrenaba una legitimidad que redujo ostensiblemente los márgenes para acordar
las reformas a que aspiraban las Farc".[1]
Luego vendría el vergonzoso acto de las FARC frente a la posibilidad de
finalizar el conflicto durante el mandato de Andrés Pastrana, donde el grupo
guerrillero se tomó la zona de despeje acordada con el gobierno, para
fortalecer su pie de fuerza y realizar masivas masacres.
Actualmente se está llevando a cabo la que se dice ser la última
oportunidad para este grupo guerrillero de desmovilizarse y reintegrarse a la
vida civil, luego del anuncio oficial de Juan Manuel Santos el 4 de septiembre
de 2012 reconociendo los diálogos previos y la posterior instalación de la mesa
con los respectivos representantes de ambos bandos.
Ante
estas negociaciones tanto grupos políticos como medios de comunicación se han
mostrado a favor y en contra de este proceso de paz, lo que ha generado una
polarización de la opinión pública y la perspectiva del ciudadano común, que
ante la sobreexposición de juicios encontrados en los medios no se ha logrado
unificar el deseo de rechazo o aceptación de las negociaciones llevadas a cabo
en La Habana, Cuba.
Al
hablar específicamente de los medios impresos, es importante señalar la
fundamental responsabilidad que estos adquieren al informar sobre este tema tan
trascendental, pues el impacto de los diarios y revistas noticiosas de Colombia
como El Espectador, El Tiempo, Semana, etc. Es de un alto nivel para la
sociedad nacional, y por tanto el grado de indagación de la información debe
ser aún más riguroso de la mano del código de ética del CPB, que rige al
periodismo en Colombia, y que comprende en su totalidad las normas que todo
integrante de esta profesión debe cumplir para recibir el nombre de un
verdadero periodista; quien en palabras de Hugo Aznar es aquel que “asume la
responsabilidad principal en la defensa de los valores da la comunicación
social”[2] y de la sociedad.
Colombia
es un país que intenta refrendar a las víctimas de un conflicto que lleva más
de 60 años y que ha violado los derechos humanos en todos los sentidos. Es por
eso que desde el periodismo escrito de debe promover el afianzamiento de estos
derechos para lograr una sociedad en paz. Y es por medio de “la verdad y los principios democráticos”[3] la forma en que se
alcanzará el objetivo.
Los medios de comunicación juegan un papel de vital
importancia en la construcción de la visión del mundo que puedan tener las
personas, y ante este poder que se tiene es necesario apuntar siempre en pro de
la paz. José Desantes, en su libro Prensa, paz, violencia y
terrorismo, plantea tres recomendaciones para que el periodismo siempre vaya
encaminado a la obtención de la paz: 1) Rechazar
el neutralismo informativo, referido a que para llegar al periodismo de
calidad es imprescindible tener capacidad de discernimiento, de expresar un
criterio y un juicio; 2) Es necesario
entender mejor la naturaleza misma del terrorismo para hablar de él de otra
manera; 3) El terrorismo requiere un
periodismo de precisión, referido a la particularidad que tienen los medios
de darle más importancia a la espectacularidad del hecho que encontrar la
verdadera situación de fondo que está sucediendo. Todo esto, contrastando con
las teorías que desde la academia se enseñan, donde el objetivismo es el elemento
primordial del periodista, el cual solo le interesa cumplir con llenar los
espacios de las 5w en una noticia (quién, qué, dónde, cuándo y por qué).
Finalmente,
el periodista, independientemente de la sección informativa en que trabaje,
está llamado a cumplir con los criterios de rigurosidad antes de publicar una
noticia, y sobre todo, procurando beneficiar a la sociedad, pues el periodismo
es la voz, oídos y ojos de aquellos que no son visibles. En palabras más
cortas, es llamado el bien común, que Javier Darío Restrepo Y Teresa Herrán lo
han definido como “el ideal que mantiene unida y activa a una comunidad”[4]; y es deber del periodista
buscar poner por encima aquellos aspectos que beneficien a todos sobre aquellos
que beneficien a una o pocas personas en particular.
Solo
de esta forma se podrá construir una sociedad que viva en paz y un periodismo
que una y no que divida, que en realidad se preocupe por visibilizar y no buscar el lucro personal, porque
entonces ya no se estará hablando de periodismo sino de una actividad
empresarial que busca generar ganancias como cualquier empresa.
[1] ARIAS, Gerson, PRIETO, Carlos,
PERALTA, Milena, 2010, “¿Qué quieren las Farc? Agendas de negociación
en los procesos de paz”, Fundación Ideas para la Paz, FIP, p22. Citado por:
Sin autor. El origen (1943-1954). En:
portal verdadabierta.com [online], noviembre 2012. [Citado 27, agosto, 2014].
[2] AZNAR, Hugo. Los códigos éticos del periodismo y responsabilidad
social [online]. Publicación: Razón y
palabra. (citado el 27 de octubre de 2014). Disponible en: http://www.intenalco.edu.co/Guia_normas_icontec.pdf
[3] FAUNDES, Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético
[online]. Publicación: Sala de prensa.
(citado el 27 de octubre de 2014) disponible en: http://www.saladeprensa.org/art656.htm
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