jueves, 21 de mayo de 2015

UNA PRENSA PARA LA PAZ

POR: Daniel Ávila León
Colombia es un país que desde su fundación ha estado marcado por la violencia, y  es natural ya para su población encontrar que la principal información divulgada por los medios de comunicación nacionales estén dedicados al cubrimiento de ésta. En la actualidad, el tema principal de la agenda mediática el proceso de paz que el gobierno colombiano está llevando a cabo con la guerrilla de las FARC, el más trascendental y antiguo grupo insurgente del mundo.
Desde el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) se dieron los primeros indicios de diálogos con el grupo guerrillero para llegar a un acuerdo y poder desarmarse, pero el incumplimiento del cese al fuego, tregua y paz fue desacatado tanto por el ejército como por las FARC, lo que llevó al fracaso.
En 1992, el presidente César Gaviria, estableció una mesa de negociación en Tlaxcala, México, pero la falta de confianza entre las dos partes y con la nueva carta magna “el Estado estrenaba una legitimidad que redujo ostensiblemente los márgenes para acordar las reformas a que aspiraban las Farc".[1] 
Luego vendría el vergonzoso acto de las FARC frente a la posibilidad de finalizar el conflicto durante el mandato de Andrés Pastrana, donde el grupo guerrillero se tomó la zona de despeje acordada con el gobierno, para fortalecer su pie de fuerza y realizar masivas masacres.
Actualmente se está llevando a cabo la que se dice ser la última oportunidad para este grupo guerrillero de desmovilizarse y reintegrarse a la vida civil, luego del anuncio oficial de Juan Manuel Santos el 4 de septiembre de 2012 reconociendo los diálogos previos y la posterior instalación de la mesa con los respectivos representantes de ambos bandos.
Ante estas negociaciones tanto grupos políticos como medios de comunicación se han mostrado a favor y en contra de este proceso de paz, lo que ha generado una polarización de la opinión pública y la perspectiva del ciudadano común, que ante la sobreexposición de juicios encontrados en los medios no se ha logrado unificar el deseo de rechazo o aceptación de las negociaciones llevadas a cabo en La Habana, Cuba.
Al hablar específicamente de los medios impresos, es importante señalar la fundamental responsabilidad que estos adquieren al informar sobre este tema tan trascendental, pues el impacto de los diarios y revistas noticiosas de Colombia como El Espectador, El Tiempo, Semana, etc. Es de un alto nivel para la sociedad nacional, y por tanto el grado de indagación de la información debe ser aún más riguroso de la mano del código de ética del CPB, que rige al periodismo en Colombia, y que comprende en su totalidad las normas que todo integrante de esta profesión debe cumplir para recibir el nombre de un verdadero periodista; quien en palabras de Hugo Aznar es aquel que “asume la responsabilidad principal en la defensa de los valores da la comunicación social”[2] y de la sociedad.
Colombia es un país que intenta refrendar a las víctimas de un conflicto que lleva más de 60 años y que ha violado los derechos humanos en todos los sentidos. Es por eso que desde el periodismo escrito de debe promover el afianzamiento de estos derechos para lograr una sociedad en paz. Y es por medio de  “la verdad y los principios democráticos”[3] la forma en que se alcanzará el objetivo.
Los medios de comunicación juegan un papel de vital importancia en la construcción de la visión del mundo que puedan tener las personas, y ante este poder que se tiene es necesario apuntar siempre en pro de la paz. José Desantes, en su libro Prensa, paz, violencia y terrorismo, plantea tres recomendaciones para que el periodismo siempre vaya encaminado a la obtención de la paz: 1) Rechazar el neutralismo informativo, referido a que para llegar al periodismo de calidad es imprescindible tener capacidad de discernimiento, de expresar un criterio y un juicio; 2) Es necesario entender mejor la naturaleza misma del terrorismo para hablar de él de otra manera; 3) El terrorismo requiere un periodismo de precisión, referido a la particularidad que tienen los medios de darle más importancia a la espectacularidad del hecho que encontrar la verdadera situación de fondo que está sucediendo. Todo esto, contrastando con las teorías que desde la academia se enseñan, donde el objetivismo es el elemento primordial del periodista, el cual solo le interesa cumplir con llenar los espacios de las 5w en una noticia (quién, qué, dónde, cuándo y por qué).
Finalmente, el periodista, independientemente de la sección informativa en que trabaje, está llamado a cumplir con los criterios de rigurosidad antes de publicar una noticia, y sobre todo, procurando beneficiar a la sociedad, pues el periodismo es la voz, oídos y ojos de aquellos que no son visibles. En palabras más cortas, es llamado el bien común, que Javier Darío Restrepo Y Teresa Herrán lo han definido como “el ideal que mantiene unida y activa a una comunidad”[4]; y es deber del periodista buscar poner por encima aquellos aspectos que beneficien a todos sobre aquellos que beneficien a una o pocas personas en particular.
Solo de esta forma se podrá construir una sociedad que viva en paz y un periodismo que una y no que divida, que en realidad se preocupe por visibilizar  y no buscar el lucro personal, porque entonces ya no se estará hablando de periodismo sino de una actividad empresarial que busca generar ganancias como cualquier empresa.

[1] ARIAS, Gerson, PRIETO, Carlos,  PERALTA, Milena, 2010, “¿Qué quieren las Farc? Agendas de negociación en los procesos de paz”, Fundación Ideas para la Paz, FIP, p22. Citado por: Sin autor. El origen (1943-1954). En: portal verdadabierta.com [online], noviembre 2012. [Citado 27, agosto, 2014].

[2] AZNAR, Hugo. Los códigos éticos del periodismo y responsabilidad social [online].  Publicación: Razón y palabra. (citado el 27 de octubre de 2014). Disponible en: http://www.intenalco.edu.co/Guia_normas_icontec.pdf

[3] FAUNDES, Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online].  Publicación: Sala de prensa. (citado el 27 de octubre de 2014) disponible en:  http://www.saladeprensa.org/art656.htm
[4] RESTREPO, Javier, HERRÁN, María. Bogotá: Ética para periodistas, 2005. p. 147

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