jueves, 21 de mayo de 2015

Problemas éticos de los periodistas deportivos en Colombia

por: Roberto Cárdenas Jiménez

Es de suma importancia comenzar diciendo que en la historia del ser humano ha estado presente el deporte como una actividad implícita de la cultura y de la sociedad, pues es (y seguirá siendo) una forma de recreación y esparcimiento donde el hombre a través de esta ocupación se puede entretener, ejercitar e inclusive demostrar sus habilidades. Desde la antigüedad se han podido evidenciar diversas prácticas deportivas que han sido aceptadas por la comunidad tales como: las luchas de los gladiadores en el coliseo romano, las olimpiadas en Grecia, el juego de pelota creado por los mayas, entre otros.
Es por eso que al existir diferentes actividades deportivas así como el fútbol, el beisbol, el tenis entre otros, surge una de las ramas del periodismo conocida como periodismo deportivo, la cual se encarga de reunir información sobre diversos asuntos vinculados al deporte, sea a nivel local, nacional o internacional, con el fin de darlos a conocer en la comunidad para mantenerlos al tanto de lo que sucede en este ámbito. De manera que el periodista deportivo va estar estrictamente regido a temas de juego y ejercicio, pues lo único que le compete es enterarse e ingeniarse una forma (televisión, prensa, radio) para transferir ese conocimiento del tema, a las distintas clases de público.
Por lo tanto, antes de comenzar a hablar acerca de la ética de los periodistas deportivos en Colombia que es el tema que en realidad corresponde en este ensayo, es conveniente decir lo siguiente a manera de contextualización, y es que en Colombia la labor del periodismo deportivo se comienza a formar en cuatro momentos históricos claves: “el primero, se da en 1926 con los Juegos Olímpicos de Bogotá; luego en 1928, en los Juegos Deportivos Nacionales de Cali; después en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, cuando se comienzan a mandar periodistas desde Colombia a Alemania encargados de transmitirles al país todo lo acontecido respecto a los deportistas que estaban representando la nación cafetera; y por último en los años ochenta, que fue el instante donde se le llamó la época dorada del periodismo deportivo,”[1] debido a que en el país estaban surgiendo prácticas deportivas jamás pensadas como el ciclismo o el boxeo, además se comenzaba a percibir mayor interés por el público respecto al tema, y esto desembocó a que la cobertura informativa se ampliara.
Una tendencia que se ha comenzado a ver en el país es que la demanda de periodistas deportivos ha crecido y se ha vuelto muy desbordante, pero el problema no erradica en la cantidad de personas que ejercen esta rama del periodismo sino la forma cómo esas personas desempeñan su trabajo, pues  algunos (porque no son todos) tienen la concepción de preocuparse más por figurar, y menos se ocupan por ser buenos periodistas y cumplir a cabalidad con sus obligaciones éticas profesionales y tampoco le hacen honor a lo que realmente es un periodista deportivo.
Aunque parezca difícil de creer, en el periodismo deportivo también se han dado casos y momentos de escándalos éticos, y se hace énfasis en que es poco creíble y es complicado de que esto suceda, pues se parte del punto de vista que muchas personas desprestigian este ámbito del periodismo porque lo tildan de banal y poco trascendental y por eso es extraño que salgan a la luz pública algunos escándalos.
Algo que es común en el país respecto a este ambiente periodístico, es que se atenta contra los códigos éticos de manera directa y abrupta, sea en radio, prensa o televisión, por lo que se evidencia constantemente un sensacionalismo incesante por parte de los reporteros o informadores, donde se exagera de manera exponencial cualquier acontecimiento deportivo, es decir lo hacen ver más importante de lo que debería en realidad ser, dejando a un lado otros acontecimientos que son meritorios y sustanciales.
Por esta razón, esos periodistas deportivos realizan una labor desprovista de códigos éticos y de profesionalismo, porque transforman un suceso en espectáculo y se demuestra lo que Javier Darío Restrepo dice “no se le da la medida exacta a la noticia, se engaña sobre su real importancia”[2], es decir, se apunta en su totalidad a burlase de la buena fe del público, sea oyente, televidente o lector, de tal manera que también se juega con la incredulidad de las personas, sus emociones y a su vez con la confianza que esas personas depositan en el medio e inclusive en el periodista.
Un periodista deportivo muy reconocido en Bucaramanga que va acorde con lo mencionado anteriormente sobre la exageración mediática es Felipe Zarruk, locutor de radio y columnista de Vanguardia Liberal, quien realiza un trabajo falto de ética y de respeto con sus oyentes y lectores, pues está constantemente burlándose e irrespetándolos de manera directa y sin rodeos, además que no hay ningún control por parte del medio ni  mucho menos una medición por las consecuencias que pueden  generar sus actos ignominiosos, cargados de doble sentido y mala entraña.
Así pues, respecto al periodista deportivo en cuestión y carente de valores profesionales como Felipe Zarruk, se ve claramente que sucede lo que se discute en la lectura de Flavia Pauwels frente a la importancia de tener un defensor o mejor conocido como ombudsman en un medio de comunicación, sea en prensa, radio o televisión, y entiéndase este término como “aquella persona que en un medio recibe e investiga las quejas del público sobre la exactitud, la imparcialidad, el equilibrio y el buen gusto en la cobertura de las informaciones”[3]. Por supuesto se está haciendo énfasis en el medio radial, y se puede evidenciar que muy poco se aplica en Bucaramanga este protector y velador de los derechos de aquellos que reciben la información.
Por consiguiente, hay un gran descuido en la parte informativa deportiva en Bucaramanga sobre las personas que informan y utilizan el medio como catapulta a los ciudadanos, pues hay poca práctica en los códigos éticos y no hay una consolidación manifiesta sobre lo importante que es respetar a la audiencia y hacer que esos receptores, de igual manera puedan participar con el medio y con el periodista y que a su vez se les respete su integridad como seres humanos que tienen derecho a estar informados pero de la mejor manera.
Otro fenómeno que también se presenta en el país sobre los periodistas deportivos es que la información deportiva siempre se ajusta a las mismas temáticas, es decir, se habla de fútbol y de ciclismo y de ahí no se trasciende y no se trata de generar una ampliación en la brecha informativa, como si hubiera desidia por parte de los periodistas en investigar y tratar de encontrar cosas nuevas, partiendo del punto de vista de que en Colombia se ha empezado a observar el surgimiento de muchos deportistas en diferentes campos, por tanto, no habría ninguna excusa en decir que no hay nada nuevo.
Referente a lo dicho acerca de que la cobertura de información deportiva en Colombia es mínima porque casi siempre se habla de lo mismo, se podría decir entonces que el hecho de que la información deportiva esté tan limitada no es por cuestiones de capacidad por parte del periodista, sino porque el medio le obliga a esta persona a hacerlo así, debido a que el medio es el esclavizador del periodista y el periodista es el dependiente del medio y debe hacer lo que más le convenga al medio de comunicación.
Por tal motivo, Indiscutiblemente al periodista deportivo también le falta tener carácter y autonomía para decidir y por supuesto poner en práctica sus códigos éticos para que no suceda este tipo de cosas, ni mucho menos se le controle y se le cercene la libertad informativa. Lamentablemente en el área deportiva muy pocos periodistas tienen en cuenta algunos componentes esenciales que ayudan a hacer un mejor papel comunicativo en la sociedad. Estos componentes o factores son “ethos (valores, hábitos y costumbres), mos (moral: normas, reglas y códigos), doxa (impresiones, opiniones, creencias), episteme (conocimientos), actitudes (acciones generadas por ella) y objetos (monumentos, documentos, instituciones, hechos y en general manifestaciones sociales)”[4].
Por último, para que se forme un buen periodista deportivo en el país, haga un buen uso de su profesión y no produzca tantas fallas profesionales como el irrespeto al público, la desinformación, la exageración en la noticia, la falta de investigación, el sensacionalismo, el amarillismo, entre otras cosas negativas, que se evidencian hoy en día en muchos de los que supuestamente son ejemplo a seguir como: Iván Mejía, Felipe Zarruk o William Vinasco, es primordial que la persona que está en formación comience a creer de manera acertada y sin dudarlo, en el poder de los códigos éticos, basados en unos principios, esto quiere decir que esa persona debe actuar éticamente, preocuparse por el otro, tener una sensibilidad con el mundo y a la vez una empatía.
Por supuesto, todo esto adquirido también desde el hogar e inclusive desde los espacios académicos, con el fin de que el día de mañana surjan donadores de veracidad y no desinformadores o simplemente canales de información que solo hacen su trabajo porque sí. Partiendo desde la mentalidad que Hugo Aznar nos dice en su lectura, “los códigos sí sirven. Y, como las profecías que se autocumplen, cuanto más convencidos estemos de que sirven mayor será su eficacia y su utilidad, puesto que más común y habitual será también conocerlos, aplicarlos y reclamar su cumplimiento cuando no se produzca”[5]. Hasta que no haya ese pensamiento en nuestro país el periodismo deportivo estará destinado a la hecatombe y la inmolación.

[1] TORRES LOZANO, Nicolás. Periodismo deportivo, Qué ha pasado en las dos últimas décadas. Bogotá 2010. p11. Trabajo de grado (Comunicador social), PONTIFICIA Universidad Javeriana Facultad de comunicación y lenguaje carrera de comunicación social, énfasis de periodismo.
[2] RESTREPO DARÍO, Javier. Ética para periodistas. Bogotá 2005. p295. La responsabilidad del periodista. Norma.
[3] PAUWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio pública argentina [online]. Publicación: Sala de prensa. Disponible en: http://www.saladeprensa.org/.
[4] FAUNDES, Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online]. Publicación: Sala de prensa. Disponible en: http://www.saladeprensa.org/.
[5] AZNAR, Hugo. “Los códigos éticos no sirven”[online]. Publicación: Sala de prensa. Disponible en: http://www.saladeprensa.org/.

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