Natalia
Valencia García
Durante
años se ha visto evidenciado que para muchos la ética periodística no es más
que un ideal del deber ser del periodista que está bastante lejos de la
realidad y del contexto en el cual se desenvuelve quien ejerce el periodismo,
para nadie es un secreto que esta es una de las profesiones donde más se
evidencia la corrupción que acecha al mundo, además de ser uno de los oficios
más peligrosos a nivel mundial y en especial América Latina fue en
2011 la región más peligrosa del mundo para la integridad de los periodistas,
según un
informe de la entidad International Press Institute (IPI).
Las cifras demuestran que la libertad de expresión y de
prensa parecen más una utopía que algo real, según el periódico Clarín de Chile
en Colombia
fueron asesinados 143 periodistas, según la FLIP. En 2013 fueron
asesinados cuatro periodistas, otros tres tuvieron que exiliarse, uno fue
secuestrado, diez estuvieron detenidos ilegalmente, dos fueron heridos mientras
trabajaban y 75 recibieron amenazas de muerte. En total, 194 profesionales de
Colombia fueron víctimas de agresiones u obstrucción de su labor periodística. Lo cual genera
la duda acerca de ¿qué tan efectiva es la ética periodística que pueden tener
los profesionales cuando su vida esta en peligro? Y ¿cómo podría un periodista
hacer que los códigos éticos tengan un valor real a la hora de ejercer?.
Es clave definir que los códigos éticos son recomendaciones y pautas éticas
que sirven para regir a los profesionales que bien pueden ser periodistas, y
tienen el deber ser de informar a toda la sociedad y de fiscalizar a los
poderes del Estado, es allí donde inmediatamente aparecen los problemas,
fiscalizando e informando, un periodista debe saber que en su labor siempre
habrá alguien que a su vez lo está fiscalizando a él, bien sea para alabarlo,
amenazarlo y en algunos casos para sacarlo del camino si es necesario, por esto
a veces la ética periodística queda a un lado, porque aunque muchos se han
enfrentado con su propia vida a la verdad, otros no asumen su vida como el
precio que se deba pagar para que al menos se sepa esta por un tiempo.
Según Javier Darío Restrepo y María Teresa Herrán ‘La ética no es un concepto estático sino dinámico, por eso, en la
construcción de la ética para periodistas desempeña un papel decisivo la
voluntad individual y colectiva de reflexionar sobre si mismo y sobre la profesión,
así mismo esa ética es la ciencia de los valores morales y de su realización
por obra de los hombres y lo que dice que es bueno y que es malo, son los
juicios morales, pero no individuales sino universales ya que es el consenso el
que revela que hay conciencia común de lo que se ajusta o no a la naturaleza de
las cosas’[1],
y una de esas cosas es decir la verdad, como deber ser del periodista.
Los
problemas del periodista son esos, al fiscalizar e informar con los criterios
de veracidad que establece por ejemplo el código de ética del Círculo de
periodistas de Bogotá en el caso de Colombia, ya que como bien lo dijo George
Orwell y Horacio Verbitsky desarrolló un poco más la idea
‘“Periodismo
es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda“.
“Su función es poner a la vista lo que
está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no
amigos”’[2].
Es decir que si este oficio
se lleva a cabo como debe ser, se caminará en una selva de cemento.
De ninguna manera se promueve que esto no sea
así, es decir, no se sugiere mentir como una opción, ni ocultar, ni dejar de
velar por el bien común, al contrario se necesita que no solo los periodistas
sino las personas en general entiendan que quien pierde cuando se acalla la
opinión, cuando se mata a un periodista y cuando se cierra un medio no es solo
el periodista sino todos, toda la sociedad pierde cuando no se fiscaliza, toda
la sociedad pierde cuando no hay democracia, toda la sociedad se ausenta de la
verdad objetiva cuando hay menos medios, teniendo en cuenta que todos sin
excepción alguna tienen sus propios intereses, tal vez ha hecho falta que haya
conciencia colectiva de lo que verdaderamente significa el periodismo.
Resulta paradójico leer el Código de Periodistas
de Bogotá (CPB) en el preámbulo cuando expone que ‘la ética de la profesión
se fundamenta en unos principios dirigidos a establecer la responsabilidad del
periodista frente a la sociedad, el cual es claro y conciso en que el deber ser
del periodista no es solo con el mismo sino con el mundo que lo espera afuera’[3] entonces
se esperaría que ese mundo no por lástima
cuando un periodista muere o es silenciado sino por responsabilidad con
la sociedad en general salga a exigir que se respete el derecho a la vida, a la
libertad de expresión, a la libertad de prensa y sobretodo a la democracia.
Sin embargo no hay que negar que muchos no han
servido a la profesión con la ética que esta merece, sino que han creado un
sistema de lucro con ayuda de la corrupción para vender mentiras a la sociedad,
de las cuales sacan buen provecho económico, cuando se expone la pregunta ¿En esta selva de cemento
se puede tener ética periodística? no se hace referencia de ninguna manera a
las propuestas corruptas de muchos a los cuales no les interesa que la verdad
se sepa y aceptadas por cínicos, ya que como bien dijo Ryszard Kapuściński, “Los cínicos no
sirven para este oficio”; por el contrario, se
pretende abrir una discusión sobre qué tan real puede ser la ética periodística
para aquellos buenos profesionales que la defienden y la promueven aun poniendo
en peligro su propia vida.
A
veces optar por caminos buenos lleva a apostar la propia vida por un ideal que
muchos persiguen y es el de hacer un buen periodismo, seguramente muchos otros
optan por llenar sus bolsillos de dinero y su conciencia de basura cuando se
venden, pero aquellos que han muerto en honor al oficio del periodismo y a su
patria mereciente de la verdad han sido fieles muestras de que sí puede tener
ética periodística pero se pagará un alto precio por ella.
Nuevamente
citando a Ryszard Kapuściński “Para ejercer el
periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no
pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar
comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus
dificultades, sus tragedias”. Se puede comprender que no todos sirven para este
oficio, y los que sirven han tenido que apostarlo todo.
[1] Herrán M.T. y Restrepo J.D. (2005). Ética para
periodistas. (19 ed.) Editorial Norma. América Latina.
[2] La bitácora de ciencia y tecnología.
Reconstruyendo a Orwell. Fuente electrónica [en línea], Iguanamarina, http://iguanamarina.wordpress.com/2012/09/02/reconstruyendo-a-orwell-preambulo/.
[3] Código de ética del Circulo de
Periodistas de Bogotá. (1990). Fuente electrónica [en línea],
http://www.angelfire.com/de/ultimahora/AP.html
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