POR: Ekatherine Mojica
No obstante, en la actualidad frente a esa responsabilidad que tienen los medios con el público, se presenta diversidad de cuestionamientos o críticas frente a la labor de la televisión como medio de educación o solamente como proporcionador de entretenimiento. Bien podría señalarse a los productores como únicos responsables, al querer solamente vender y aumentar intereses económicos de unos cuantos. Sin embargo, el error también recaería sobre los televidentes o la misma audiencia que permiten que sus pantallas se llenen más de publicidad que de información.
La Comisión Nacional de Televisión (CNTV), que hoy se encuentra a puertas de su cierre definitivo antes de cumplir sus 20 años de existencia; “es la entidad del Estado que en materia de televisión, planea, dirige y desarrolla las políticas; regula el servicio; gestiona el uso del espectro electromagnético; garantiza los derechos de televidentes y usuarios y los fines y principios del servicio, y promueve la competencia y la eficiencia en el sector” [3]. Es por esta razón, que para muchos puede que este mecanismo se comprenda como único y relevante en el trabajo por el deber del desarrollo de la sociedad. No obstante, hoy en día queda en entredicho esta responsabilidad por el malestar comercial que compromete a la Comisión, no sólo por los intereses económicos, sino también por las influencias políticas.
En un artículo titulado Problemas de televisión, publicado por el Periódico El Espectador, se evidencia que desde el 2008 la Comisión Nacional ha sido blanco de fuertes críticas desarrolladas a partir de evidencias en un procedimiento erróneo. En este texto, La Controlaría General de la República señaló a partir de un documento, que antes de procurar por una licitación para un tercer canal, la Comisión debería solucionar problemas internos encausados en la parte administrativa, con gran cantidad de deudas y sanciones por la DIAN; y de recursos humanos con inconsistencias en la contratación de empleados. “El 17% de las hojas de vida de los funcionarios de la Comisión, en muchas de ellas las personas no presentaron su tarjeta profesional o incluyeron documentos ilegibles”[4]. Sumándole a todo lo anterior, el comprometer la programación y la responsabilidad que se tiene con el mismo público, por buscar estos intereses.
Y es que precisamente por una búsqueda ansiosa y depredadora por generar en el público una posición solamente consumidora; la televisión desde sus diferentes producciones ha dejado atrás el derecho de información que constituye a todos los ciudadanos, estipulado en el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia. Hombres, mujeres, niños y personas de la tercera edad, no sólo pueden ser catalogados como medios de consumo; a su vez, estos tienen la potestad para recibir información que les permita complementar educación y entretenimiento. Por tanto, se haría más que una necesidad, un fuerte deber, crear un contenido totalmente diferente al que solo busca basarse en los chismes de la vida de los famosos, realitys shows donde se genere escenas con alto contenido sexual y de morbosidad, auge de las tele-ventas, furor de violencia y novelas dramáticas sin ningún sentido. Contenido que no sólo está generando deficiencias en la calidad de las producciones, sino también en el deterioro de costumbres, formas de pensar y de actuar de muchos televidentes. Peor aún, cuando no sólo se está ofreciendo una programación banal dirigida y producida por y para Colombianos, sino también, cuando se cae en el gravísimo y a veces absurdo error de recrear formatos internacionales para adaptarlos a un contexto colombiano.
Tal y como se mencionó al iniciar este texto, la televisión se convierte en un integrante más de la familia. Sin embargo, dada la grave crisis de contenido que hoy enfrenta las producciones colombianas y la falta de compromiso por parte de las entidades encargadas de vigilarlas, este integrante, se podría concebir casi como un enemigo destructor del núcleo familiar. Más que un instrumento para generar conciencias y llevar información oportuna y relevante para todo tipo de público, la televisión se ha convertido únicamente en un medio para transformar las mentes de los receptores y llevarlos a satisfacer los intereses de quienes lo utilizan para generar demanda en el mercado. Según Guillermo Marín, según su artículo titulado La Responsabilidad Social de la Televisión, “Si lo comparáramos con la hipnosis, la televisión sería el péndulo y el programador un experto hipnotizador. Puede sonar arriesgado y quizás antojadizo realizar esta comparación, pero hay quienes creen en esta condición de la televisión, su visionado constante ha llevado a pensar que es un elemento muy práctico para la persuasión y manipulación de masas, el llamado poder de la televisión” [5].
Finalmente, cuando se hace referencia a la responsabilidad social, se debe tener claro que este no es un asunto que le compete solamente al mundo empresarial o a los medios impresos, es un compromiso que debe estar fuertemente ligado con cualquier tipo de organización que produzca un servicio, un bien o información para una sociedad entera. Con mayor razón, la televisión por tratarse de un medio con tanta influencia en la vida de millones de Colombianos, debe procurar y trabajar para que su contenido esté orientado hacia las necesidades de la gente, en el complementar el entretenimiento para llamar la atención, con la formación para generar educación. “El reto es entonces investigativo y creativo, y debe abarcar no sólo los noticieros, sino la creación de nuevos géneros, programas y formas narrativas que beneficien las necesidades informativas de la sociedad actual y mantengan los niveles de calidad y audiencia necesarias para mantenerse al aire” [6]. Por tanto, el compromiso de la televisión con la sociedad no está simplemente en el vender, sino en generar educación y credibilidad en la programación, buscando con esto, no sólo aumentar los niveles de audiencia necesarios para cualquier canal o casa productora, sino también lograr generar mayor desarrollo para todos.
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[1] Rodríguez Pérez, Beatriz. Una televisión que manipula, una televisión que educa. En línea]. [30 de Octubre de 2011] disponible en (http://www.zemos98.org/festivales/zemos988/)
[2] Ibid, p 113
[3] COMISIÓN NACIONAL DE TELEVISIÓN. [En línea]. [1 de Noviembre de 2011] disponible en (http://www.cntv.org.co/cntv_bop/quienes/)
[4] EL ESPECTADOR.COM. Problemas de televisión. [En línea]. [1 de Noviembre de 2011] disponible en (http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso-problemas-de-television).
[5] LA EXILIADA DEL SUR. COM. La responsabilidad Social en la Televisión. [En línea]. [1 de Noviembre de 2011] disponible en (http://laexiliadadelsur.blogspot.com/2007/12/la-responsabilidad-social-de-la.html)
[6] Ruiz Moreno, Sandra. La trivialización de la información televisiva. [En línea]. [1 de Noviembre de 2011] disponible en (http://www.saladeprensa.org/)
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