jueves, 15 de marzo de 2012

RESPONSABILIDAD SOCIAL Y EMPRESARIAL

Por: Ángela Patricia Carreño Vesga
La creación de empresas es un tema que hoy en día motiva a miles de personas dispuestas a superarse y suplir la demanda del mundo actual. Si bien, el empresario es visto como una figura representativa que genera ingresos y productividad a la sociedad, además de esto, es quien satisface las necesidades y los placeres por los que las personas están dispuestas a pagar. Lo anterior, teniendo en cuenta que debe regirse bajo los valores éticos y morales que hagan de su negocio un proyecto próspero. No se trata simplemente de basarse en ideas para crear empresa, se trata de tener un fundamento ético bajo el cual el empresario como fundador no afecte de ninguna manera a los demás.
 Ahora bien, no puede considerarse un buen empresario a aquel que no considera la posibilidad de crearla para ayudar directa o indirectamente a la sociedad. Sin duda, éste primero debe tener claro para qué y por qué se debe hilar su idea, qué posibilidades tiene de prosperar y cuánto va a ayudar a quienes lo rodean. Es evidente que existen millones de empresas en el mundo que destruyen el medio ambiente y explotan a sus trabajadores a costa de un interés económico. Lo irónico, es que mediante la publicidad se le da a conocer a las personas una compañía supuestamente impecable, íntegra y próspera.
 Para lo anterior, Fernando Savater, en su libro, La Dimensión Ética de la Empresa, menciona siete virtudes que guían al empresario para que pueda tener éxito con su nueva idea y que a su vez conllevan al ejercicio ético profesional. El primero de ellos es la audacia, donde el empresario debe ser una persona con sentido de excelencia, con rectitud y voluntad, de lo contrario su empresa puede fracasar. El segundo es la capacidad de identificar el interés común, esta virtud es fundamental, puesto que las necesidades de los clientes y las demás personas son la esencia del negocio, no debe pensar en sí mismo, debe pensar en sus grupos de interés y lo que éstos requieren. Luego está la prudencia, aquí es donde el empresario debe saber elegir el negocio, que éste vaya acorde a su potencial y a sus capacidades, si no es así, pronto aparecería el fracaso. La responsabilidad es quizás la virtud más importante, ya que debe responder y hacer frente a cualquier situación de riesgo y crisis que se presente, de este modo, el empresario está en la obligación de asumir las dificultades y hacerles frente. Seguidamente está la eficacia, la cual supone la capacidad del creador mismo para generar y hacer producir su empresa, por supuesto es importante que existan ganancias. La ética de mínimos “le permite identificar a la empresa su utilidad social, su dimensión de justicia y su prudente asunción de riesgos de tal manera que sepa distribuirlos equilibradamente”[1]. Por el contrario, la ética de máximos vela únicamente por lograr la felicidad. Finalmente aparece la confianza, sin ella seguramente no habría empresarios, es decir, si una empresa no inspira confianza seguramente no tendría clientes, ni compradores. Una imagen engañosa y tramposa puede generar éxito, pero no por mucho tiempo.
Con todo lo expuesto anteriormente, el empresario tiene ciertas pautas para llevar acabo su proyecto empresarial, sin embargo, es fundamental que conozca el rigor ético que exige cada profesión u oficio, por lo tanto, se supone que previamente debe estar atento a estas normas. Como se dijo anteriormente, se trata de mejorar el nivel de vida de las personas, no de generar empleo forzoso que afecte la integridad ajena. Para ello, Savater en el capítulo, Deontología Empresarial, menciona algunos principios que se le pueden exigir a las empresas para que garanticen un trabajo con respeto hacia sus trabajadores, entre estos están: comunicación, autoridad, motivación y responsabilidad social.
La comunicación debe ser ficha clave, se debe fomentar el trabajo colectivo y el respeto por las opiniones y aportes de los demás. La autoridad no significa estrictamente mandar y agredir verbalmente, se trata de estimular y ayudar al trabajador a crecer laboralmente. Se puede motivar al empleado resaltando sus capacidades y virtudes dentro de la empresa. Por último, la responsabilidad social, mediante la construcción de  una mejor sociedad, contribuyendo a la educación y superación de los demás, y así, generando cambios favorables en la comunidad. “Una empresa con responsabilidad social está a favor de contrarrestar los aspectos negativos que propenden por el caos y a favor de volver a atar los lazos sueltos y de potenciar todas aquellas tendencias positivas en la sociedad que no han sido apoyadas lo suficiente”[2].
 Ahora bien, aún existiendo normas y deberes deontológicos que seguramente un empresario como ser profesional debe tener presente, existen millones de compañías que fabrican diariamente productos nocivos para el medio ambiente y los mismos seres humanos. Pero no es solo eso, puesto que la responsabilidad social no es simplemente crear buenos productos, se trata también de ofrecer un trabajo digno y con las mismas oportunidades para todos. Dentro del Pacto Goblan fueron propuestos varios puntos con el fin de velar por los derechos de los trabajadores y mediante los cuales, las organizaciones deben regirse para garantizar un trabajo digno, entre estos está: apoyar la eliminación de toda forma de trabajo forzoso; abatir y evitar prácticas de discriminación en el empleo; promover la responsabilidad social y por supuesto; evitar la vulneración de los derechos humanos de las personas. Sin embargo, hoy en día se señalan diversas empresas que no cumplen ni ofrecen una calidad de empleo a cambio de una imagen favorable.
 De esta manera, se supone que las compañías más prestigiosas y reconocidas a nivel mundial estarían libres de especulaciones o prejuicios, sin embargo, para citar un ejemplo, se hace necesario mencionar que el Pacto Global “Apoya la erradicación del trabajo infantil”. Si bien, no es ajeno que desde hace algunos años la compañía NIKE ha sido señalada por el trabajo forzoso e inadecuado con sus empleados, así mismo, por la falta de responsabilidad social empresarial, ya que se ha manifestado la presencia de niños en las áreas de elaboración de sus productos deportivos.
 En conclusión, las empresas, los empresarios y la sociedad, pueden forjar un futuro próspero sin necesidad de afectar indirectamente a quienes trabajan día a día, de igual manera al medio ambiente, si bien, un trabajo y desempeño con ética ofrece prosperidad y mayores resultados. “Los miembros de una sociedad en la que exista una sólida ética del trabajo y del comportamiento, tendrán más bienestar material que los de una sociedad en donde esa ética sea débil o no exista”[3]. Domingo García Marzá, en su libro, La ética como instrumento de gestión empresarial, expone lo citado anteriormente dando claridad y afirmando que indudablemente esta sociedad está escasa de ética, que los profesionales de hoy a cambio de logros, éxito y dinero, olvidan la importancia de ejercer dignamente, olvidando el  respeto y el valor por la sociedad a la que hacen parte.


[1] SAVATER, Fernando. La dimensión ética de la empresa. Bogotá: Siglo del hombre Editores, Fundación Social, 1998. Pág 23.
[2] Ibíd. Pág. 44
[3] GARCÍA Marzá, Domingo: La ética como instrumento de gestión empresarial/ comp. Castelló de la plana: Fundació Etnor: Fundació Caixa Castelló: Publicaciones de la Universitat Jaume I. D.L. 1996. Pág. 7

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