jueves, 15 de marzo de 2012

Ahora la información es Amarilla.

Por  Jhoan Fernando Calderón  Bayona

Es difícil encontrar un medio de comunicación que pueda brindar a la persona la confianza de leer, oír o ver algún tipo de noticia, sin que éste quede impactado con el sensacionalismo con el que están bañados los medios de comunicación hoy en día. 
Hace unos días, se repartieron unos periódicos en un municipio cercano.  Este periódico fue creado por un estudiante de Comunicación Social y Periodismo de Octavo semestre de la Universidad Pontificia Bolivariana. Dicho periódico era dirigido a una provincia llena de historia y donde la gente grita que quiere cultura y que sea explotada en su municipio, pues señalan que otros pueblos tienen poca historia, pero que el turismo es monumental en cada época del año. A raíz de eso, se dio la idea de crear un periódico con el ánimo de resaltar todo lo que aquella gente quería expresar y aún más, cada persona de Socorro que tuviera algo por contar, narrara su historia y de este modo hiciera parte de un espacio que esperaba la participación de la mayoría de la comunidad. Lo más sorprendente de todo, es que las personas al tomar el periódico, lo criticaban; no por su tamaño de un cuarto y con tan solo dos folios, ocho páginas, sino que se preguntaban entre ellos: “¿y el muerto? ¿No trae vieja empelota? ¿Dónde está el horóscopo? ¿Cultura? ¡No gracias!”
Más que por un rechazo a un trabajo personal, el vendedor se preguntaba: ¿Para qué se estudia una carrera profesional cuando la gente no le tiene aprecio a un trabajo bien hecho? ¿Hace falta que ese periódico incursione como muchos otros lo hacen hoy en día, donde un color ”amarillo” sea la bandera representativa de sus noticias?
El término “amarillista” es un concepto usado hoy en día por los críticos de los medios y por la misma comunidad que adquiere y se alimenta de información, haciendo alarde de acontecimientos narrados, no tanto con el fin de que el público se entere de hechos y los ubique en un espacio determinado, sino que sus sensaciones se despierten de forma burda y con tan solo un título , por lo general con doble sentido, “gracioso” y corto pero preciso, acompañado de imágenes directas de sangre, cadáveres o eventos desafortunados, se genere la mayor de las ventas de un medio impreso a nivel local y nacional. Pero no por esto significa que sean los más leídos. Una cosa es que la gente lo adquiera y otra precisamente que se informen completamente por medio de ellos, pasando de ser comprados y ojeados, a una herramienta útil para limpiar vidrios o que utilicen el recorte de la mujer con poca ropa, para decorar un taller de mecánica.
A todo esto me pregunto ¿a la gente qué le gusta ver en la prensa? ¿ acaso lo adquieren para mostrar a sus vecinos el amigo (a), esposo (a) cualquier tipo de familiar o conocido, donde un medio lo convierte en payaso de su publicación y en muchas ocasiones la noticia es arreglada para favorecer a terceros?
El periodismo como cualquier otra carrera y con más ver este oficio, debe ofrecer un compromiso social y ético a una sociedad vulnerable a cualquier tipo de información y creyente de todo cuanto se le presenta. Es por ello, que la academia infunde realizar un ejercicio profesional y responsable, contando con el empeño de toda persona que ejerza un oficio por y para la comunidad. El periodista después de todo, es la voz de una sociedad con miras a ser vistos y escuchados, ante cualquier tipo de problemática.
En estos casos, según un artículo publicado en Sala de Prensa, Web Para Profesionales de la Comunicación Iberoamericanos,  en su capítulo 1, Principios Básicos, artículo 2, señala que “El periodismo y los periodistas deben estar siempre al servicio de la verdad, la justicia, la dignidad humana, el Estado democrático, la cultura de la tolerancia, el perfeccionamiento de la sociedad y la fraternidad entre los pueblos”. 
Es de sorprenderse que en un pueblo, como lo es el colombiano, donde la mayoría de las personas izan su bandera, pues se sienten orgullosas de serlo, algunos periódicos no respeten la dignidad de las víctimas en sucesos que a su vez  los vuelven noticia, o en burla de los lectores, con una redacción escabrosa e imágenes desagradables.
Por ejemplo, un artículo publicado por un periódico local, cuyo título en color amarillo y letra mayúscula, decía: “SE “TOTIÓ” EN LA AUTOPISTA”. Quien lea un anuncio de estos, se imaginará que una persona tuvo un grave accidente y quedó totalmente despedazado o como mínimo, un fuerte golpe con el cual perdió de inmediato la vida. Leyendo el texto, lo que sucedió es que un joven que conducía una moto, chocó contra otro vehículo que lo hizo perder el equilibrio y caer sobre la vía. El joven, no sufrió más que raspaduras en sus brazos y piernas y fue llevado a una clínica cercana.
Esto es un vivo ejemplo de que una imagen vale más que mil palabras, o en este caso, un texto puede despertar cualquier tipo de curiosidad, gracias al mensaje tan sensacionalista que se evidencia allí. Llamado de esta forma, ya que al leer el texto, el hecho noticioso no se presenta tan grave como pretendería ser por su encabezado, pero acá no se busca una lectura, se busca vender; burlar la integridad de las personas, pasando por encima de ellas, con el fin de generar noticia.
Se evidencian muchos casos donde la noticia es controlada y segmentada. Esto quiere decir, que solo publican lo que por conveniencia benefician a los protagonistas o a personas terceras. El profesionalismo de un comunicador y la ética que en él debe emerger, no se puede detener en laborar para medios controladores y anarquistas, que hagan de una persona preparada, alguien que solo se limite a manipular información y carecer de fuentes que den peso  y credibilidad a su nota. Según la Ética para Periodistas “la ética periodística está construida sobre dos bases fundamentales: una es el amor y respeto por la verdad y la otra es el servicio del bien común”,  viene del ser como tal y de la persona en cuanto a su formación humana”. Pero hoy en día, puede llegar a perderse al surgir con la necesidad de surgir y responder a las básicas en la vida de una persona.
El periodismo es poco valorado, pero un profesión integral y de pasión. Como decía un viejo docente, Juan Carlos Gutiérrez: “en tus zapatos se conoce que clase de periodista eres”.
BIBLIOGRAFÍA.
  • Ética Para Periodistas: María Teresa Herrán y Javier Daría Restrepo

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