Por: Jhon Edinson Espinosa
La deontología, para muchos individuos puede ser un concepto completamente nuevo inclusive muy poco conocido. Probablemente tiene que ver con la falta de oportunidades para acceder a la educación superior, pero también por personas que si tienen o la tuvieron pero nunca la pusieron en práctica. A grandes rasgos, deontología “es el tratado de los deberes determinadas por la ética que, en definitiva, fija íntimamente nuestras obligaciones en relación con la bondad o la malicia de las acciones libremente ejecutadas”.[1] Una de las situaciones más complicadas para tratar es cómo llegar a la vida profesional y no olvidar lo que tanto fue enseñado en las aulas de clase: no ponerle precio a las palabras, a la conciencia; mantenerla, promoverla, defenderla es entonces, tarea de los mismos profesionales y de entidades que aseguren que las normas que se creen sean acatadas por los profesionales y sobre todo comprobar que no se afecte a las demás personas.
Últimamente se ha hablado de la evolución de los medios de comunicación y su forma de informar. Ahora ya no sólo existe el clásico periódico impreso sino también los periódicos digitales y el envío de notas destacadas al teléfono móvil cada determinado tiempo. Se ha mencionado que este avance logró modificar la estructura de las noticias y se ha hecho necesario que se adecue el contenido dependiendo del medio desde el cual se esté emitiendo la información. Sin lugar a dudas no es igual redactar para un medio impreso que para un medio digital sobre todo si se tiene en cuenta que los medios virtuales tienen una gran ventaja al tener la posibilidad de actualizar la información con notas de última hora o hechos inmediatos. Sin embargo esta inmediatez ha hecho evidente que para muchos medios periodísticos digitales o impresos no les ha importado el contenido de la información que publican ni las imágenes que soportan tal información. De ahí que la ética esté empezando a desaparecer de estos contenidos y el sensacionalismo se haya empezado a apoderar de la mayor cantidad de secciones y espacios del periodismo digital.
Diariamente muchos entidades periodísticas con formatos impresos y digitales caen en el error de publicar noticias que atentan contra la dignidad de las personas y afectan su privacidad. Un ejemplo a nivel local es el más conocido diario Q’Hubo que tanto impreso como en su página web, publica notas sobre muertes trágicas, maltratos y asesinatos sin que haya por lo menos un control en la fotografía, en los colores y en las palabras que usa para titular la noticia. En el texto ética y sensacionalismo en el periodismo digital escrito por Mauro Cerbino, profesor y coordinador del programa de comunicación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) dice que “los textos periodísticos deben ser pensados de tal modo que alimenten el deseo de saber del lector. El no tener conciencia de esta responsabilidad, significa contribuir a producir un periodismo y una circulación de textos en el ciberespacio de tipo sensacionalista, en los que prima el goce irreflexivo, de fascinación y vaciamiento de la subjetividad”.[2]
Ya no es una sorpresa levantarse en las mañanas, sentarse frente al computador e ingresar a cualquiera de los medios de información digitales y encontrar desde la nota más disfrazada de elegancia de los más reconocidos hasta la que intenta capturar al lector con imágenes grotescas y palabras exageradas. “La mató por celos”, “Aplastado por una grúa”, titulares como estos y otros con peores términos son el día a día. Como es natural, las personas profesionales o no, deben buscar su sustento y tomando como excusa que “de alguna forma deben ganar dinero” desprestigian el oficio periodístico. Actualmente se habla que los periodistas ya no acuden hasta el lugar de los hechos y en la mayoría de veces usan imágenes que no fueron tomadas por ellos mismos, como dice Cerbino, “en el periodismo en general, el sensacionalismo se anida en la proliferación de imágenes puestas en circulación en las que muchas veces no aparece la mediación del periodista. Para poder funcionar así, la puesta en circulación de estas imágenes hace uso de tres discursos: la autenticidad, neutralidad y la objetividad”.[3] ¿Cuántas veces pasamos páginas y páginas las imágenes de apoyo sobre un hecho pertenecen a él o si fueron copiadas y pegadas de la web? ¿Existe alguien que se encargue garantizar la calidad de la información publicada en los medios virtuales?
Uno de los principios del periodismo es el de informar sobre temas de interés, y como últimamente se publica lo que más se venda, se ha empezado a destacar la función de una persona que controla el tipo de información que publica el medio o para el caso digital, las opiniones de los cibernautas cuando utilizan palabras que no son adecuadas; es el llamado Defensor del Lector o Ombudsman. Germán Rey quien ocupó este cargo entre el 2000 y el 2002 y que actualmente trabaja con el diario El Tiempo, define quién es este personaje: “...es el lector de lectores, es el mediador entre los ciudadanos y el medio, es alguien que actúa críticamente sobre la información producida y se cuida de no interferir los procesos de elaboración informativa en que la responsabilidad recae sobre los directivos, editores y periodistas. Actúa autónomamente ya que su independencia es la condición fundamental, hace existir temas, resalta actores y amplía la agenda social como agenda cotidiana”.[4]
A partir de lo anterior podría decirse entonces que es una persona que se convierte en la piedra en el zapato de muchos y como se señala en el Manual de Redacción de El Tiempo “ni dependencia hacia arriba ni autoridad hacia abajo[5]. De esta manera no hay límite de intervención sobre cualquier contenido publicado. Por ejemplo en ElTiempo.com, por cada noticia que se monta existe una sección en la parte inferior donde los lectores pueden dar sus apreciaciones sobre el hecho a manera de comentario y dependiendo de las palabras usadas este puede ser eliminado o permanente en el medio.
El periodista chileno Emilio Filippi en su texto “para qué un defensor de los lectores” aclara la importancia de que cada medio sin importar el ámbito donde se desenvuelva y la herramienta que utilice para difundir información, necesita un defensor del lector. “Hay experiencias donde se demuestra que cuando un medio ha introducido un Ombudsman en su equipo ha aumentado sustancialmente su nivel de credibilidad, confianza y prestigio”.[6]
De esta forma no hay lugar a dudas que la forma en que actúa un profesional del periodismo queda a sus convicciones y al valor que le da a su formación en este campo. Solamente de cada persona depende su buen desempeño y el toque de objetividad que le puede dar a cada nota. “Ese es un compromiso que se adquiere con la sociedad”[7] desde el momento en que obtenemos el título: mantener la sociedad bien informada lo más oportuna, veraz y objetivamente posible.
[1] SALA DE PRENSA. ¿Qué es Deontología? [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en: (www.saladeprensa.org.co)
[2] CERBINO, Mauro. Ética y sensacionalismo en el periodismo digital. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[3] CERBINO, Mauro. Ética y sensacionalismo en el periodismo digital. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[4] REY, Germán. El defensor del lector: un oficio en construcción. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[5] REY, Germán. El defensor del lector: un oficio en construcción. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[6] FILIPPI, Emilio. Para qué un defensor de los lectores. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
[7] ALBARRAN, Gerardo. Contextos jurídico, político y social del defensor del lector. [en línea]. [24 de octubre de 2011] disponible en (www.saladeprensa.org.co)
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