jueves, 15 de marzo de 2012

ÉTICA, PERIODISMO Y NUEVOS RETOS

Por Omar Guillermo Castro
Son muchos los  debates que se tejen en torno a los verdaderos alcances  de la ética en el ejercicio periodístico y su  representación en  los medios de comunicación. Si bien la historia misma nos  ha permitido ver claramente con sucesos que han quedado enmarcados para la recordación de la humanidad  algunos ingentes vacíos  en el terreno de lo ético y destellos de algunos aciertos, sería preciso definir con certeza cuál ha sido y es en la actualidad el principal papel que desempeñan en el transcurrir de la cotidianidad su efectividad y lo útil de su razón. 
Teniendo en cuenta lo anterior, lo más prudente será empezar  a definir algunos términos que nos ayudarán en la comprensión del tema, además de aterrizar conceptos y contextualizar  esta discusión. Para de esta forma poder vislumbrar cuál es el reto de la ética  en los medios de comunicación, se empezará por definir que es ética.
La  ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral la virtud el deber y el buen vivir, partiendo de este planteamiento es posible trasladar  la ética  al terreno de lo cultural, de lo social y lo público pues se trata de un conjunto de acuerdos consensuales que  propenden por la incansable búsqueda de, bien común y el equilibrio social, difiriendo del carácter subjetivo  atribuido a la moral que  sugiere  que cada individuo ostenta una única  e intransferible escala axiológica que determinará su comportamiento  en cada uno de los roles sociales que esta persona desempeñe.
 Conforme con  esta idea de subjetividad y objetividad   sería posible aducir que la ética no  es un asunto que le atañe  únicamente a las razones más íntimas de cada persona, en el plano donde  nadie debería intervenir: lo intrínseco y privado.   Por otra parte  sabemos también que deben existir mecanismos de control y códigos de conducta que confinen el albedrio humano a un “deber ser” que propenderá por el equilibrio social y el bien común.  La manera en que una persona ejerce su rol como profesional  desencadenará un sinnúmero de consecuencias a nivel público  que no  permiten ser tomadas a la ligera.
En el caso de un periodista las motivaciones de su proceder deben estar situadas en la responsabilidad, la honestidad y el respeto por los lectores y la profesión.
Todo aquel que ha decidido  ser periodista ha decidido concienzudamente ceñirse y acatar  cabalmente  los códigos  establecidos  en el deber ser de la profesión y cada uno de sus actos deben estar encaminados al cumplimiento de los preceptos  adoptados como propios.
 Será fácil recordar para todos el escándalo internacional  que hace algunos meses  se desató cuando el periódico británico “News Of The World”  admitió haber interceptado ilegalmente a más de mil personas y sobornar a miembros de Scotland Yard buscando información para sustentar sus primicias, el periódico perteneciente al magnate australiano de las comunicaciones Rupert Murdoch  debió cerrar sus puertas después del bochornoso incidente, que una vez más abre una profunda discusión sobre la profunda crisis ética que atraviesa el periodismo en nuestros días. 
El caso News Of The World es tan sólo un sencillo ejemplo de contextualización,  a nivel mundial se pueden contar por miles las irregularidades y atropellos cometidos por aquellos abanderados defensores de la verdad que el imaginario popular   reconoce en los periodistas.

En los anales de la historia reposan los ejemplos: desde noticias falsas como el  diario norteamericano que aseguraba la existencia de vida extraterrestre en la Luna, extraños seres alados morfológicamente parecidos a los humanos,  hasta la revista alemana que aseguraba tener en su poder los diarios íntimos de Adolfo Hitler, otro famoso  escandalo resultado de  la ausencia de códigos de conducta fue el protagonizado por Louis Seibold quién logró obtener un  un premio Pulitzer con una falsa entrevista realizada al entonces presidente norteamericano Woodrow Wilson.
 Si bien la realidad colombiana  es  un contexto único y difiere política, cultural y económicamente de Europa y Norteamérica,  no es precisamente un escenario donde el periodismo  y  el magnífico ideal de su ejercicio gocen  de las garantías que los periodistas anhelan, ni estos a su vez y las empresas periodísticas a las que sirven  son baluartes de la ética.
Los últimos informes del  CPJ  (Committee to Protect  Jorurnalists)  indican que Colombia sigue siendo uno de los países donde es más peligroso ejercer el periodismo; y es un hecho que deben existir determinadas condiciones que permitan un desarrollo pertinente del  trabajo de periodistas y comunicadores, razón que no subordina el reglamento ético en el cumplimiento de dicha labor.

Es decir,  haciendo a un lado los factores socioculturales que dificultan la tarea de informar oportuna y verazmente, no es esta  falencia una manta que cobije los desfases  éticos, los irresponsables vacíos  y atropellos  cometidos  por periodistas o pseudo periodistas que olvidan constantemente  el compromiso adquirido al decidir voluntaria y se pensaría noblemente  ejercer una profesión.
 Avanzando en esas principales falencias  no es complicado comprobar que hoy  en día en Colombia  es casi irrisorio hablar de periodismo independiente, periodistas sometidos a intereses económicos  y políticos de sus casas periodísticas,  casas periodísticas convertidas en plazas de mercado que ofertan su respaldo al mejor postor,  cantidades in mencionables de dinero de por medio y la pauta publicitaria que antipáticamente se impone. Coinciden Hugo Aznar y el Círculo de periodista de Bogotá en anunciar una escala de valores invertida donde los principios son negociables, elásticos y la excesiva permisividad  como hombres y empresas permite que un irresponsable afán  se imponga  sobre la verdad.
 Existen códigos internacionales que protegen  la  libertad  de prensa e información, en Colombia el artículo 20 de 1991 así  lo señala: “Las Personas tienen derecho a recibir información y a informarse” existen  manuales de ética periodística  y existen también por supuesto, códigos e instituciones defensoras de esta ultrajada profesión, pero ¿quién  vigila de cerca,  quién puede imponer el asunto ético?
 La globalización y el acceso a la información desmesurada en formato digital ,  además de desempeñar ese no injustamente  asignado rol  de salvadora de las comunicaciones juega también de manera paradójica el papel de verdugo de la verdad y la ética, y se suma a la profunda crisis que precedía a los demás medios.
 En este orden de ideas,  el asunto de lo digital  y lo global llega para hacer meya en el desalentador trance deontológico del periodismo actual, no son  pocos los esfuerzos que se deben realizar  para sobreponerse y alcanzar un estatus que dignifique la profesión, se requieren profundos cambios culturales, sembrar   las ideas apropiadas en el hombre , para  cosecharlas en el profesional,  es más que un simple problema de oficina , es  un vistazo de lo que somos como especie , el reflejo de cientos de años de cientos de años de convivencia y aceptación de modelos de pensamiento equivocados.
 El periodismo y el mundo piden un cambio radical, un gran reto como profesionales y personas.  Invertir nuestro más profundo pre saberes, concebir lo inconcebible: la inversión de prioridades.  Familia, academia, empresa, sociedad  tendrán que hacer lo que propio.

Bibliografía


Constitución Política de Colombia


http://www.cpj.org/

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