Por: Diana Carolina Pinto Silva
Para empezar, durante los últimos años los adelantos tecnológicos revolucionaron el mundo, sobre todo el de las telecomunicaciones y los procesos que de ésto se derivan. Así, el ámbito de la comunicación se vio permeado por nuevos retos que exigían estar a la vanguardia en la nueva era que no incluía solamente los medios electrónicos o convencionales, sino toda una nueva aldea digital que cambió las formas de comunicar e informar.
Es así como se da comienzo a los nuevos problemas a los que se enfrenta el periodismo, que no sólo tenía dificultades en los medios tradicionales, sino que adquieren una nueva dimensión en el medio digital. Los temas, como el sensacionalismo, ya no son propios de los medios de antaño, esos problemas éticos traspasaron la barrera de las redes digitales lo cual hace más difícil la comprensión y el manejo de lo digital "dado que el espacio virtual se caracteriza por ser el lugar de la construcción de "lo común" en el ejercicio y la puesta en escena de la inteligencia colectiva, el papel del periodista digital se plantea desde una cierta contigüidad con el "lector" y ya no en la separación tradicional[1].
Así entonces, se construyen sociedades y estructuras mentales a partir de la información brindada en la virtualidad que, debido a los problemas éticos, no siempre es veraz, objetiva y pertinente. Se forma a la comunidad con elementos que no contribuyen a la construcción de una opinión crítica que a la vez haga que las personas le exijan a los medios o las empresas editoras, en este caso de las redes virtuales, a que los respeten como lectores y los traten como tal.
Por otra parte, esos elementos que definen un "buen periodismo", en la parte digital han contribuido a que se incurran en procesos poco éticos; los periodistas por querer tener la primicia o cumplir con la puntualidad en la entrega de sus noticias, han dejado de lado el verdadero tratamiento de la información de una manera adecuada, resignándose ya sea por "pereza" u otras circunstancias, a tomar información publicadas en otros portales, hacer el proceso de copiar y pegar sin referenciar, si quiera, el lugar de donde tomaron la información ignorando, tal vez, que “para la Federación Internacional de Periodistas (FIP), en su declaración de principios, adoptada en el congreso de Helsingor (Dinamarca), en junio de 1986, el plagio comparte rango de gravedad con otros comportamientos reprobables: la distorsión malintencionada; la calumnia, la maledicencia, la difamación, las acusaciones sin fundamento; la aceptación de alguna gratificación como consecuencia de la publicación de una información o su supresión”[2].
Además de lo mencionado anteriormente, la virtualidad se ha convertido en un espacio democrático, donde las personas tienen derecho a opinar libremente, situación que no se da tanto en los medios tradicionales debido al cuidado de los intereses particulares que manejan las empresas, más que todo privadas. Sin embargo, se podría decir que tampoco hay como tal una independencia editorial en los medios digitales, tal lo menciona Guy Riboreau, quien a su vez, opina que la "globalización es la interdependencia mundial... y el control de los flujos económicos, comerciales y financieros, pero también de información, por un puñado de grupos poderosos que, en casi todos los países, representan una fuerza que puede imponer su propia visión del mundo a los políticos, poner en acción su propia estrategia"[3]
Es por esto, que se hace necesaria la presencia de una persona especializada, que conozca de periodismo y de ética para que actúe como ente regulador, a esta figura Flavia Pauwels la ha denominado en la radio Ombudsman, “que puede ser definido como aquella persona que en un medio recibe e investiga las quejas del público sobre la exactitud, la imparcialidad, el equilibrio y el buen gusto en la cobertura de las informaciones”[4], dejando entrever así, que esta figura no sólo es importante en la prensa, la radio o la televisión sin en cualquier medio, sobre todo en los digitales, que son los que actualmente mueven los cúmulos de información.
También se puede decir que dicha figura es necesaria debido a la cantidad de personas que acuden a los medios digitales o la internet para informarse, portales constituidos por foros públicos se han convertido en espacios de riñas e insultos donde las personas sacan a relucir su ignorancia por la construcción de un espacio crítico de la información brindada y es allí donde el intermediario debe hacer sentir su presencia, en la regulación de palabras mal utilizadas, vocabularios soeces y mal interpretación de la información.
Es en este mismo sentido, que los medios deben pasar por un proceso ético de revisión, es decir de autorregulación de lo cual Gerardo Albarrán de Alba dice que “no hay un modelo único de autorregulación que pueda ser copiado en todo el mundo. Los periodistas en cada país deben trabajar juntos para establecer y revisar estándares comunes de ética y profesionalismo”[5] que apliquen a las necesidades de cada región o de cada situación, pues son las diversas culturas las que a su vez hacen que las problemáticas ya sea de tipo ético o de otro carácter sean distintos en cada momento. Dicha autorregulación debe velar también por los derechos humanos de los usuarios, que brinde información veraz de manera que le permita a los mismos formarse críticamente frente a lo que consumen.
En resumidas cuentas, toda la labor periodística de cualquier medio, hasta de los digitales, que fue el ámbito en el que se centró el tema, debe estar regida por un código de ética que nace desde el hogar, desde la base moral impartida por la familia y que moldeará a las personas encargadas de llevar la información a los demás ciudadanos, porque “el discurso ético es descodificado, interiorizado e interpretado por cada individuo según su propio marco de referencia ético interno, incorporándolo a éste en forma plena, de manera negociada o resemantizando críticamente sus términos”[6].
Finalmente, no se debe dejar de lado la importancia de la labor periodística no sólo en los medios sino en cuanto al compromiso con la sociedad, siendo así la responsabilidad social un factor importante en el desarrollo pleno y el reconocimiento y certificación de calidad no sólo del periodista sino de la cada editorial o el portal para el cual trabaja.
1. CERBINO, Mauro. Ética y sensacionalismo en el periodismo digital [online]. Consultado el 26 de octubre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art950.htm
2. CANTARERO, Mario Alfredo. El “refrito” o plagio en los medios informativos [online]. Consultado el 26 de octubre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art648.htm
3. RIBOREAU, Guy. La deontología periodística frente a los cambios técnicos y la globalización [online]. Consultada el 26 de octubre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art409.htm
4. PAUWELS, Flavia. La experiencia del primer defensor del oyente en una radio pública argentina [online]. Consultada el 07 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art644.htm
5. ALBARRÁN DE ALBA, Gerardo. Objeto, sujeto y contenido de la autorregulación periodística [online]. Consultada el 07 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art820.htm
6. FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco ético [online]. Consultado el 07 de noviembre de 2011. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art656.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario