jueves, 15 de marzo de 2012

El rotundo pasar de los años en el oficio del periodismo.

Diego Armando Becerra Corredor.
El rotundo pasar de los años, permitió que antiguos oficios se convirtiesen en la estructura pilar, para la formación de las actuales labores contemporáneas especializadas.  Los oficios de la antigüedad, se medían por las exploraciones cotidianas que el hombre hacia en la geografía del mundo, en el entorno en el cual construía sus días. Desde luego, en aquel tiempo, se vislumbraba  la noción de intercambio  y la búsqueda de nuevos sustentos para estructurar una dinámica de trueque económico en lo antaño.  Sería oportuno esclarecer, que retratar en la historia los antiguos oficios perdidos, requiere  de la comprensión absoluta del tejido social que nació en el mundo desde hace más de  10 siglos y dar abordaje a un inmenso abanico histórico de civilizaciones sociales venideras, conflictos humanos y procesos de colonización.
Con una primera concepción de rigor en medio de las labores del mundo, recalco con vigor la mirada del Periodismo Colombiano desde su génesis. Desde sus inicios, el periodismo ha sido parte fundamental de la sociedad y de todo lo que ocurre en ella. Gracias a él es posible saber algo de lo que sucedió en el pasado, a la vez que registra el presente y esboza el futuro. En ocasiones y con el trinar de las primeras ideas de cubrimiento informacional, se concebía fácilmente la recreación escrita de una realidad humana, traída al papel de una forma natural, sucinta, escueta y lejana de temores a la hora de transmitir quehaceres públicos y sociales que se sugerían como de conocimiento colectivo.
Entonces sin pensarlo se trastocaban pensamientos y emociones de primeros lectores que hallarían fascinación por las primeras lecturas de realidad hechas papel. Desde luego, la noción primera de esbozar acontecimientos de lo público aún no despertaba  argumentos en cuanto a límite, creación y extensión. Este peculiar oficio de retratar vivencias humanas, busca primordialmente localizar sucesos presentes sobre un personaje o sobre un acontecimiento. Es allí donde la escritura del periodismo  adquiere el arduo compromiso de la inventiva, acompañada de actualidad, impacto en el público y carácter noticioso. 
Al aplicar el periodismo en tales condiciones,  la profesión adquiere una figura de un espejo, en donde se busca comprensión del accionar del hombre en el mundo, conocimiento de hechos en lugares lejanos imposibles de visitar, instituyéndose como la  forma más práctica de conocer el mundo y lo que sucede con él. En definitiva, es innegable la huella que el periodismo ha plasmado  en la  sociedad y todo lo que ha producido en ella, pues al ser un espejo de registro y reflejo, dibuja el contorno de los acontecimientos presentes y futuros, dado que en la difusión de información, el periodismo suscita toma de posiciones definidas frente a los acontecimientos, los grupos y las personas.
Por tal motivo, es imperioso que el periodismo aplique rigor en temas como la ética del periodista,  aquella ética que propende por la responsabilidad y los principios  en los que regirá su labor, para no afectar negativamente el curso de los acontecimientos que narra. Penosamente no siempre ocurre así, en ocasiones, la prisa por alcanzar posiciones sociales, hace visible la manipulación de situaciones y el logro de fines no siempre favorables, para la sociedad, los hombres y el mundo. Es en este punto donde a todas luces el periodismo y por supuesto, el periodista, asumen juntos un papel protagónico en procura de crear conciencia sobre las situaciones que acontecen, advirtiendo socialmente de las posibles consecuencias que ciertas acciones pueden acarrear, permitiendo nueva luz a todas aquellas acciones, que tienden hacia el bien común de las personas y el mundo. Finalmente, el periodismo, en uno de sus más valiosos aportes, proporciona herramientas informativas y cognitivas para que las relaciones de los hombres con los hombres y las de éstos con el mundo se tornen, cada vez más, en relaciones de fraternidad, hermandad y generosidad.
Aquello último, como temática resaltable y de contexto, en el que debe su pilar este escrito. Pero sería encantador poder transmitir el transcurrir del periodismo en el devenir de su propia historia y la transición de su quehacer ético con el paso de los años. El nacimiento del periodismo colombiano en su primer siglo, tuvo como su gran padre, la literatura;  se forjaban nuevos escritores partiendo de las viejas plumas más o menos ilustradas de la intelectualidad criolla.
De hecho, casi todos nuestros grandes periodistas, publicistas y editores de periódicos tuvieron ante todo una vocación literaria, que se materializaba en las cuartillas de los periódicos en forma de entregas por capítulos, mucho antes de la fortuna de alcanzar el rango de libros. Es apremiante concluir que en la sociedad colombiana, el periodismo y la literatura son inseparables. Los literatos crearon el periodismo y los periódicos formaron a los literatos. En suma, la publicación exhaustiva sobre la literatura fue una constante real durante el primer siglo de la existencia de la nación como república: no hubo prensa sin literatos ni hubo literatura sin expresión periodística. Es significativa la forma en la que el  periodismo ve la luz en una nación como la nuestra, repleta de ires y venires de la política y la economía, dibujando una manera particular de ejercer la prensa escrita. No es descabellado pensar que en la línea histórica de nuestro oficio, los vientos cambiantes de su ejercicio, y todas las condiciones socioculturales vivenciadas a través de los años, dieron al periodismo, giros evidentes en la transmisión de lo público.
Desde luego es imperante, la adaptación del ejercicio periodístico a las transformaciones sociales del mundo, y he allí, donde será posible describir los aconteceres del quehacer periodístico en el transcurrir del tiempo. Bien, me permito complementar este argumento con uno propuesto por uno de los grandes del Periodismo Ético: Javier Darío Restrepo. La transmisión de un modelo ético, parte en primera instancia, de la humanización de la labor informativa, ya que todo lo que conduzca a ignorar, hacer daño o destruir al otro nos deshumaniza.
 Las implicaciones éticas de un transparente ejercicio periodístico, están mediadas según Javier Darío, por un “pensamiento que direcciona el ejercicio periodístico directamente en la sociedad, porque el público está condenado a recibir información mediocre. Se necesita no sólo de ética sino de pasión, vida y dinamismo por esta profesión".
Fuentes Consultadas: “El Papel del Periodismo en la sociedad” Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
Web: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/periodismo/per1.htm 

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