Por: Nurian Prada Franco
El siguiente artículo surge de la preocupación del manejo que se le ha dado a la prensa en el ámbito mundial, ha pasado de ser una prensa que informa veraz y oportunamente a ser una prensa sensacionalista y amarillista. Según Sandro Macassi Director del Centro de Investigación de la Asociación de Comunicadores Sociales “Calandria”, “los diarios amarillistas son fuente de entretenimiento, de satisfacción de sus necesidades de protagonismo y también de voyeurismo público. Por lo tanto, no estamos frente a un lector de poca instrucción, ni desvinculado de la agenda política, no estamos frente al paradigma de la marginalidad, según el cual esta prensa se ocupa de los márgenes de la sociedad. Todo lo contrario, esta prensa resalta y apela a dimensiones que los otros diarios no se proponen, la función lúdica predominante. Ellos no tienen competencia en los diarios tradicionales que encasillan el entretenimiento a las secciones de humor y misceláneas”[1].
Además de esto el autor propone que los lectores de la prensa amarillista se encasillan en los siguientes factores:
· El gusto por el entretenimiento extremo por encima de la veracidad.
· Por los enfoques trasgresores, es decir, sin reparar en aspectos éticos, morales o de valores (de allí el gusto o la tolerancia frente a la crónica roja, el uso del cuerpo de la mujer como objeto y la escasa preocupación por la estricta veracidad de los hechos )
· Por la búsqueda de “horizontalidad social”, es decir de espacios, rostros y lenguajes similares a los suyos.
· Y finalmente la preferencia por las narrativas de acción en desmedro de una actitud más analítica.
En los últimos años tratar el tema de la prensa amarilla es un poco complicado, ya que a medida que pasa el tiempo han surgido avances tecnológicos que han puesto en riesgo el hacer o ejercer un buen periodismo. Según Adolfo Miguel Herrera en su texto “libertad de expresión, prensa y ética”, habla que un comunicador que parte de principios éticos y que quiere hacer de la dimensión ética en su profesión un bien inalienable, debe tener presente qué es lo que comunica, la veracidad de lo comunica y sobre todo ha de ser consciente que ejerce una influencia importante en la opinión pública. Debe tener asumido que su trabajo tiene un “carácter social” evidente.[2]
De ahí podemos deducir que el periodista debe informar, prevenir y educar, características que se ven ausentes en la conocida hoy prensa amarillista. Si empezamos a recordar las categorías conceptuales que nos propone Javier Darío Restrepo, como es el caso del bien común que va ligado con el aporte que hace Adolfo Miguel, la prensa sensacionalista ha tornado su rumbo a otros intereses y no propiamente para el de educar a la humanidad e informar, sino más bien a los intereses propios o tal vez los intereses de la institución. Y de eso se trata el bien común que ante los hechos que se producen el enfoque de la publicación, el valor e importancia que se le concederá en la edición a la información, etc. se deben inspirar en la utilidad y en el servicio para la comunidad[3].
Además de tener en cuenta lo que se debe informar, no hay que dejar a un lado la titulación, ya que el título de cualquier noticia debe ir acorde a lo que se está informando, al cuerpo de la noticia y no en lo que parece más conveniente al periodista o simplemente poner un título porque por medio de este aumentará la venta o comercialización de dicha prensa. Tal es el caso del periódico “Q’ hubo” de Barranquilla - Atlántico que titula las noticias para llamar la atención de las personas por ejemplo “Cuatro tiros por la espalda”, para informar que una persona había sido asesinada por medio de impactos de bala (Ver imagen) Esto es un claro ejemplo porque se nota que es un periódico sensacionalista y segundo que titulan las noticias de una forma burda sin ética profesional para vender y no para informar correctamente.
La titulación y el maniqueísmo son dos temas que van entrelazados, ya que el último trata del problema que se vive en los medios de información hoy en día y es que los periodistas se sienten jueces de la información que se está publicando, se sienten con el poder de juzgar a las personas o fuentes que conforman su noticia. Tanto es el efecto maniqueísta que no es la comunidad quién elige qué quiere saber, sino más bien el periodista es quién elige cómo quiere informar, qué debe informar, qué fuentes debe usar, y de ésta manera como se mencionó anteriormente se vuelven jueces de sus propias noticias olvidando brindar la información veraz y oportuna que el lector debe recibir.
Por otro lado cuando un periodista informa de manera equívoca, debe hacer la respectiva rectificación de forma rápida, en lo posible al siguiente día de lo sucedido, para no afectar la moral del implicado. En el caso del afectado (ciudadano) está en todo el derecho de pedir la réplica.
Y así el afectado no exija réplica es deber del periodista hacer la rectificación.
Bajo el capítulo “rectificación y réplicas”, el artículo segundo del código de ética del CPB establece: “es obligación del periodista rectificar pronta y adecuadamente las informaciones, así no se haya exigido aclaración por parte del perjudicado”; esto quiere decir que hay un código que ampara al perjudicado en caso de que él no sepa cómo hacer el debido proceso de la réplica.
Tal es el caso del presidente Juan Manuel Santos quién tuvo que rectificar una declaración emitida en días anteriores, ya que dicha afirmación afectaban susceptibilidades de personas implicadas. MSN Colombia encabezó la noticia con el siguiente lead: “Los familiares de los doce desaparecidos en la retoma militar del Palacio de Justicia de Bogotá, hace más de 25 años, pidieron hoy al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, que rectifique unas declaraciones en las que se solidarizó con el general retirado Jesús Armando Arias, condenado a 35 años de cárcel”. Esto quiere decir que tanto en el ámbito periodístico como en el político las personas están sujetas a recibir cualquier tipo de versión ya sea correcta o incorrecta.
Para concluir son muchos problemas los que la prensa afronta, entre esos el amarillismo y lo peor es que ellos son conscientes de la gravedad del asunto, pero por el simple hecho de vender y ganarle a la competencia con “la chiva”, pasan por alto los pequeñitos detalles del código ético y las categorías conceptuales.
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