Por:
Claudia Isabel Delgado Sánchez
Las
empresas desde siempre se han catalogado como parte importante de la sociedad y
por supuesto de la economía, gracias a las diferentes actividades que estas
llevan a cabo, con fines de satisfacer necesidades de los demás y por supuesto
propias. Pero la actividad empresarial no debe limitarse a producir bienes o
servicios con el fin de obtener a cambio una ganancia favorable, hoy en día las
organizaciones deben apuntarle a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
De
esta forma, la RSE se constituye como un nuevo marco de gestión empresarial que
aplicado adecuadamente ayuda a fortalecer el papel de la empresa en la sociedad
y lo alinea con las necesidades sociales y ambientales de la misma. Para la
Unión Europea, consiste en un “integración
voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y
medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus
interlocutores[1].”
Por
otro lado, es importante tomar en cuenta que el concepto de RSE ha evolucionado
con el tiempo y a nivel internacional, en principio surgió de la filantropía,
luego paso a ser parte de la inversión social, más tarde evolucionó a la
inversión social estratégica, para finalmente consolidarse como gestión de la
RSE, que debe estar relacionada directamente con el negocio y debe comprender
el cómo de todo lo que hace la compañía.
Principalmente
la RSE se encamina hacia aspectos económicos, sociales y medioambientales, y es
al interior de cada empresa donde se elige el enfoque que quiere dársele, ya
sea desde la ética empresarial, en los aspectos sociales o desde el desarrollo
de los Recursos Humanos; y aunque lo anterior parezca sencillo, en la realidad
es mucho más complejo y menos evidente, ya que las empresas no optan por
aplicar el modelo de RSE voluntariamente, sino muchas veces obligados por el
público, que les hace caer en cuenta de aspectos importantes que deberían tener
en cuenta como empresa y que son necesarios para equilibrar su actividad
económica con el daño que de alguna u otra forma le causan al medio ambiente
y/o a la sociedad.
Según
el Grupo Empresarial EPM, para definir las políticas de RSE al interior de la
compañía y que estas se vean reflejadas a sus clientes, es necesario tener
conocimiento de que la RSE debe nacer como un compromiso social directamente relacionado
con el negocio, cuyo propósito es la sostenibilidad y del cual se busca obtener
un crecimiento. Seguido de esto, es pertinente que la empresa busque un
equilibrio entre lo económico, lo social y lo ambiental para obtener mejores
resultados y por supuesto no olvidar que la inversión social debe ser
voluntaria, y llevarse a cabo desde una gestión social que termine en acción
social, que debe estar debidamente planeada para no llegar a convertirse en
empresas de beneficencias a los más necesitados.
En
su página web, EPM afirma que la compañía entiende la RSE como “los compromisos
de origen obligatorio o voluntario que EPM asume en su relación con los grupos
de interés conservando como objetivo central la sostenibilidad.”[2] Pero
este concepto tan bien logrado, que denota compromiso y responsabilidad, en la vida real no es tan responsable.
En
junio de 2011, un grupo de campesinos y pequeños mineros se movilizaron contra
los atropellos de EPM en la construcción de represas, tomando como base las
falsas declaraciones que en ese tiempo hizo EMP en contra de los campesinos y mineros
habitantes de Amalfi, Antioquia, motivo por el cual la construcción de las
hidroeléctricas fue interrumpida, y las afectaciones económicas y ecológicas a
las que tuvieron que someterse, sin encontrar ninguna respuesta ni solución por
parte de la entidad[3].
Otro
caso similar tuvo lugar en septiembre del 2012, un plantón frente al edificio
EPM en contra del mega proyecto Hidroituango, como forma de mostrar presencia y
resistencia ante los conflictos que se han venido generando en los municipios
de Ituango, Toledo, San Andrés de Cuerquia y Briceño. Esta vez, EPM tampoco
atendió el llamado de las comunidades afectadas por dicho proyecto, demostrando
la no voluntad de diálogo[4].
Los
anteriores casos ponen al descubierto ciertas inconsistencias de la Responsabilidad
Social Empresarial de EPM, que no es la única empresa en Colombia o en el mundo
que profesa unas políticas responsables, y que al momento de ponerlas en
práctica son los resultados y la sociedad los que tienen la palabra.
En
este sentido, Adela Cortina asegura que el nuevo mantra que deben asumir los
Estados y las empresas de cualquier dimensión debe ser “Proteger, respetar y
remediar” ya que no sólo los individuos son responsables de sus actuaciones, sino
también las organizaciones, algunas de las cuales tienen un enorme poder, y a
mayor poder, mayor debe ser la responsabilidad asumida[5].
Con
el fin de evitar abusos, atropellos y extralimites en el papel de las empresas
con la sociedad en la que se desenvuelven, la ONU creó el Pacto Global de las
Naciones Unidas, con el único objetivo de fomentar la ciudadanía corporativa e
invitar al sector empresarial a ejercer un papel protagónico en temas de
responsabilidad social y desarrollo sostenible, fundamentado en la integración de diez
principios que contienen respeto a los derechos humanos y laborales, protección al medio ambiente y la lucha
contra la corrupción[6].
Quizá
los puntos más delicados y a los que deba prestársele mayor atención del pacto global sean los que tienen que ver con
la protección del medio ambiente, ya que la mayoría de empresas al momento de
llevar a cabo su labor económica afectan casi siempre directa o indirectamente
el medio ambiente, y esto termina afectando tarde o tempano a toda la sociedad,
generando inconformidades y malestares en la población que se traducen en
manifestaciones, plantones, marchas y demás acciones populares que perjudican
la imagen, la reputación y la confianza de las organizaciones implicadas.
De
esta forma, “la Responsabilidad Social Corporativa no constituye una opción adicional
ni un acto de filantropía. Una empresa socialmente responsable es aquella que
lleva adelante un negocio rentable, teniendo en cuenta todos los efectos
ambientales, sociales y económicos –positivos y negativos- que genera en la
sociedad”[7]. La
responsabilidad de una empresa implica “dar cuentas”, ser más transparentes en
la información que ofrecen a la sociedad en relación con sus prácticas y formas
de gestionarse y por otro lado ser capaz de “dar respuestas” a las expectativas
que la sociedad tiene depositadas en la empresa, tener un comportamiento ético
ajustado a las normas sociales que le permitan garantizar la competitividad, la
aceptación y la confianza de los grupos de interés y de la sociedad en general.
[1] Libro Verde Sobre RSE (Unión Europea); La Responsabilidad Social
Empresarial Oportunidades Estratégicas, Organizativas y de Recursos Humanos.
Santesmases, Mestre Miguel
[2] Página web EMP: http://www.epm.com.co/site/home/institucional/sostenibilidadepm.aspx.
Tomado el 2/11/2013 – 8:12pm
[3]Página web La Pluma:
[4]Colombia Informa: http://notiagen.wordpress.com/2012/09/13/planton-en-contra-de-epm-por-hidroituango-video/.
Tomado el 2/11/2013 – 9:17pm
[5] Diario El País. Página web: http://elpais.com/diario/2010/02/04/opinion/1265238005_850215.html.
Tomado el 2/11/2013 – 9:46pm
[6] http://www.pactoglobal-colombia.org Tomado
el 2/11/2013 – 10:07pm
[7] Fundación Etnor. http://www.etnor.org/html/pdf/pub_guia-rse.pdf Tomado
el 2/11/2013 - 10:30pm
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