Por: Melissa Niemann Duarte
La posibilidad de estar
frente a un micrófono dentro de una cabina con la intención de difundir
información de cualquier tipo, es en la modernidad uno más de los clásicos medios masivos de
comunicación como la prensa y la televisión, sin embargo la importancia de la
radio no ha pasado a un segundo plano, en la actualidad el número de emisoras
crece diariamente, todas dirigidas a públicos diferentes con estilos
diferentes.La versatilidad radial va desde el dial a.m, f.m y la virtualidad pero en esta diversidad ¿quién regula los contenidos emitidos? La figura encargada de regular la cantidad y calidad de programas radiales se considera como el ombudsman el defensor de pueblo, definición desde un principio de la creación de este término, pero acogido y apropiado desde la prensa radio y la televisión, como el defensor de los usuarios encargado de velar por los derechos de los mismos.
Sin embargo, la radio es el medio que menos cabida le ha dado a la defensoría del usuario, según Flavia Pauwels en su texto “ La experiencia del primer oyente en una radio pública argentina” solo un puñado de emisoras han tenido a bien ,regular sus contenidos por medio de un ombudsman ;Radio Canadá. Canadá, Radio Francia Internacional (RFI). Francia, Radio y Televisión de Andalucía (RTVA).España National Public Radio (NPR) –Washington. Estados Unidos, Radiobrás. Brasil, Radio Bandeirantes de Sao Paulo.[1]
El anterior y corto listado de emisoras con defensoría del usuario, llevan a preguntarnos ¿qué pasa con las emisoras del resto del mundo? ¿ Acaso los contenidos de estas no requieren de la intervención de un defensor del oyente?
Flavia Pauwels dimensiona cinco problemas que sufre la radio en la actualidad Sensacionalismo, superficialidad, degradación del idioma, pobre debate de ideas, y desmesurada competencia por la primicia .
A este punto estaría bien contextualizar esta temática a nivel de Colombia, y encontrar que así como la anterior autora califica los problemas de la radio en su texto, la realidad de nuestro país no es indiferente, la pluralidad de emisoras en dial y web permiten entrever la calidad de información transmitida a los usuarios.
La creación de contenidos debiera siempre estar regida por los códigos de ética periodística, suponiendo que el rigor informativo y la producción es realizada desde la comunicación social y la habilidad periodística, hecha por profesionales comprometidos a respetar los derechos de los oyentes por medio de la autorregulación, pese a esto la radiodifusión comercial pareciera evitar entes de regulación que controlen la calidad de sus publicaciones al aire, “Sensacionalismo, superficialidad, degradación del idioma, pobre debate de ideas, y desmesurada competencia por la primicia” [2]
A modo de ejemplo para evidenciar estos problemas, encontramos una fuerte influencia de las dos grandes cadenas radiales, RCN radio y CARACOL radio, cadenas que se han multiplicado bajo diferentes nombres y diferentes contenidos con emisoras tales como La cariñosa, Olímpica stereo, La vallenata y Tropicana por mencionar las de más recordación.
Programas radiales que trabajan bajo el tinte “amarillista” en el tratamiento de la información periodística, y en medio de la búsqueda por ser los primeros en publicar una novedad se disminuye la calidad de información, con fuentes para apoyar la información poco rigurosas, programas radiales en el que el tema principal es la sexualidad, que no tiene ningún pecado al compartirse al aire, pero que el mal uso del lenguaje hace obscenos los comentarios y se entra en una superficialidad estúpida que no pasa de un charla hecha por los locutores como si estuvieran en la sala de su casa, en una dinámica de recibir llamas de sus oyentes para “ aportar” al debate de ideas, que consiste en decir ,por ejemplo, su pose favorita en la cama, cómo coquetear, su peor ‘polvo’ y pedir que su canción favorita sea programada, música que a la vez también deja mucho que desear, reggaetón principalmente que degrada la imagen femenina.
Se supone que estos contenidos debieran ser producidos por profesionales de la comunicación y periodismo, con una formación no solo técnica sino también humanística comprometidos a respetar los códigos éticos debidos para la creación y difusión de contenidos públicos.
El papel resiste todo, incluso las creación de códigos profesionales, en la comunicación y periodismo; pero muchas veces y acá me baso en una expersión comúnmente conocida, del dicho al hecho hay mucho trecho ya que el cumplimiento es a nivel individual de la conciencia, “la eficacia última de los códigos éticos depende en gran medida del compromiso efectivo de los profesionales y si son ellos los primeros en dudar de su eficacia y no esforzarse por conocerlos y llevarlos a la práctica, entonces estos mismos profesionales están contribuyendo a que realmente sirvan de poco.”[3]
Esta cita textual de Hugo Aznar, invita a hacer un proceso reflexivo respecto a la calidad de profesionales ¿por qué no se cree en los código de ética periodística? Tal vez el problema no sea no creer sino no obrar, el problema radica en la falta, muchas veces, de oportunidades para laborar en un medio que trabaje con el sentido de comunidad o proyección social a cambio hay una amplia oferta de medios que trabajan por la ganancia de audiencias, y en su afán por ganar aceptación dentro de la sociedad generan contenidos pobres en creatividad, calidad y rigor, lo cual pone al recién graduad en la dualidad de hacer o no lo correcto desde los saberes de la academia y entonces es cuando los principios y estándares, son echados por el suelo, con la emisión de programas radiales colmados de publicidad, un uso del lenguaje deplorable y con una línea de producción que no pasa de postular la mejor canción, dar la primicia de la noticia o recibir llamadas de los oyente.
Claro está que los profesionales de la comunicación y el periodismo no siempre venden su principios por el primer avistamiento de trabajo, las grandes cadenas radiales no solo hacen convocatoria a estos profesionales sino también a “programadores musicales “ o sea discjockey que si bien tienen otros sabes no desmeritados, no poseen lo necesarios para hacer emisiones al aire con la responsabilidad requerida y la gravedad de esta situación es que no solo se baja el nivel de información si no que también se violan los derechos de los oyentes.
El estilo fresco y juvenil que quieren mantener emisoras como Tropicana u olímpica stero, está basado en el uso de un supuesto lenguaje “sensual” por parte de los locutores que se toman el atrevimiento de referirse a sus oyentes con adjetivos tales como: “ Mamacita, mi amor, bebé, lindura” términos que estarían bien a juicio individual de cualquier ser humano para determinar a su pareja si es el caso, pero imperdonables cuando son utilizados en la producción radial.
La desesperante problemática de los contenidos radiales en las emisoras más populares de Colombia es la falta de imaginación para hacer programas diferentes, ya que están basados en intereses individualistas proyectados solo a la ganancia de dinero, sin preocupación por la ciudadanía. Contenidos que saquen a los colombianos de su zona de confort, del reggaetón, la frase de moda ej “ Tropicana está de moda niño” a estados superiores donde puedan conocer nuevos géneros musicales, temas que lleven al oyente a reflexionar en su actuar como ciudadano dentro de la comunidad, temas que refuercen los valores morales, temas dirigidos y pensados para todos los público emitidos en los horarios respectivos, aprovechando las grandes bondades y alcances que tiene la radio como medio de difusión.
La creación de programas debe tener un concepción capaz de abarcar todos los aspectos importantes al momento de trasmitir al aire, según Ivan Darío Chaín debe haber un orden que comienza desde identificar la competencia y desde ahí empezar a imaginar la programación, definir la audiencia y tener criterios claros, todo en un sentido ético para la producción un análisis de la competencia, no para dañarla sino para generar una mejor opción, imaginar contenidos ni más vulgares, ni con mas invitaciones a conciertos sino una programación diferente que genere un cambio dentro de la sociedad y con audiencias claras para hacer los contenidos indicados.[4]
El reto está en manos de los nuevos periodistas, jóvenes colmados de ideas con ganas de cambiar la realidad, para mejorar el futuro. L a creación de nuevas radios bajo la caracterización de los nuevos medios interactivos capaces de incluir a la sociedad en acciones por cambiar su propia realidad.
Cambios que se verán reflejados en la cultura ciudadana, en el modo de vida de muchos oyentes porque "La radio afecta a la gente de una forma muy íntima, de tú a tú, y ofrece todo un mundo de comunicación silenciosa entre el escritor-locutor y el oyente."[5]
[1] Pauwels, Flavia. La experiencia del primer oyente en una radio pública argentina, noviembre
2005.año VII,Vol3. http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:ZpvMXTthJLQJ:www.saladeprensa.org/art644.htm+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=co. Mayo 14 2013.
[2] Pauwels, Flavia. La experiencia del primer oyente en una radio pública argentina,
noviembre 2005.año VII,Vol3. http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:ZpvMXTthJLQJ:www.saladeprensa.org/art644.htm+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=co. Mayo 14 2013.
[3] AZNAR,Hugo. Los
Códigos Éticos del Periodismo y la Responsabilidad de los Profesionales,Razón y
palabra,No° 40, http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n40/haznar.html.
mayo 14 2013.
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