Por: Jhon Edinson Orduz Vera
Desde sus inicios el periodismo ha tenido una
fuerte incidencia en la sociedad y ha permitido crear lazos al rededor del
mundo gracias a los distintos medios de difusión como lo son la prensa, la
televisión y la radio; son estos medio masivos los que permitieron de alguna
manera que el periodismo creciera y permitiera que cada día personas alrededor
del mundo sean informadas veras y oportunamente.
Es aquí donde el periodismo necesita de
profesionales no solo capaces de informar, sino responsables en total medida de
la información que generan y divulgan, de mantener credibilidad en cada nota
periodística y generar confianza en el lector, televidente y radio escucha. Se
ve entonces necesario que un periodista necesite de la deontología para su día
a día, para ser un profesional íntegro y autónomo. ¿Pero si el tema deontológico
está bien estructurado por qué se siguen cometiendo errores por parte de los
periodistas en temas como plagios, injurias, calumnias, entre otras faltas a la
ética y la moral?Para dejar clara esta pregunta conviene analizar qué es deontología y aclarar definitivamente cuál es el deber ser del periodista. Por su parte, el diccionario de la Real Academia Española, certifica que la deontología es aquella ciencia o tratado de los deberes y obligaciones morales que tiene un profesional, por tanto, es propiamente el ser humano quien da paso a la ejecución de tal requisito.
Lo anterior corresponde a los deberes y obligaciones morales qué debe tener un periodista, claro está que esto lo adquiere a nivel personal y con el tiempo se crean en común acuerdo con sus colegas códigos de ética que en resumidas cuentas buscan estandarizar una conducta con principios razonables.
Es así como los códigos de ética y la deontología reúnen un conjunto de normas éticas y morales que se debe respetar en el ejercicio de una profesión, y son estas las llamadas a intervenir en cualquier sanción disciplinar y profesional, pues los comportamientos que violan estas regla éticas y morales, deberían ser tratadas con el mismo respeto que las leyes, los reglamentos y códigos como el penal y el civil.
Ciertamente, los códigos de ética estipulados para estos profesionales, tampoco son “normas de conducta que implican desconocer las generales que rigen a la totalidad de los habitantes, sino que son reglas dictadas para lograr una mayor calidad en los servicios, y evitar comportamientos que puedan dañar la imagen de la profesión”[1]. Por dichas razones se busca que los profesionales de la comunicación asuman la responsabilidad de sus acciones y velen por la defensa de “los valores, deberes y derechos, de lo que se publica y a quienes se les publica”; pues serían las condiciones mínimas para un periodismo límpido, sin manipulaciones, con información de utilidad y de fuentes reales.
Además, cada persona recibe una formación ética y moral desde su hogar, y a lo largo de su vida y su etapa formativa, en este caso el periodista tiene claro que lo fundamental es informar veraz y oportunamente, de forma exacta y amplia, de la manera más responsable posible; Pues como el Código de Ética del Círculo de periodistas de Bogotá señala “La comunidad tiene derecho a una información veraz, equilibrada y oportuna y el periodista está en el deber de proporcionársela en estos términos”[2]. En sí los códigos son una guía para evitar los errores que comúnmente se ven en los medios masivos. Sin embargo estos no funcionan por si solos, es importante que, se haga divulgación de su importancia y uso y que cada periodista los apropie para que no se conviertan en un listado de buenos propósitos.
Cabe señalar que, estos códigos de ética dependen de la cultura que se genere alrededor de las mismas y si se continua con la percepción que los códigos no sirven y se transmite esa percepción a los nuevos periodistas es probable que se convierta en una augurio de lo que podría pasar, por aquellos que no las cumplen; esto lo afirma Hugo Aznar “Se trata de profesionales que desdeñan totalmente la ética de la comunicación. Obviamente ellos son los primeros interesados en afirmar que los códigos no sirven para nada ya que de este modo contribuyen con sus palabras y con su ejemplo a que efectivamente sigan careciendo de valor y efectividad. Quienes afirman la inutilidad de los códigos por esta ‘razón’ en realidad no están manifestando una opinión, sino defendiendo un interés que se descalifica a sí mismo: el interés suyo de que las cosas no cambien y puedan seguir actuando en un contexto de total impunidad, sin tener que ajustarse a reglas u obligaciones éticas de ningún tipo” [3].
Según con lo anterior los códigos de ética son indispensables y necesarios en el ejercicio periodístico, además cada individuo y en este caso cada profesional de la comunicación es responsable de su actuar y ante todo responsable de su público pues cada una de sus publicaciones en los distintos medios masivos deben velar por el bien común, “Los medios de comunicación deben ser entendidos como un servicio a la sociedad, en el que los intereses comunes primen sobre los individuales en una búsqueda constante de la verdad, ya que por su carácter de difusión cumplen un papel importante en la formación de sus miembros, de ahí que sean considerados pilares fundamentales de las sociedades democráticas”[4] comenta Velásquez.
Debido a que es el bien común lo que debe primar es necesario que la verdadera justificación que tenga un periodista para informar es que tenga relevancia social pues como lo indica Carlos Soria “cuando la comunicación quiere hacerse social y pública se requiere una determinada y precisa finalidad: que aquello sirva para la construcción de la comunidad, es decir, que tenga relevancia comunitaria” [5].
Con lo anterior es posible precisar el rumbo y compromiso que tiene no solo el periodista sino también el medio que utiliza para difundir la información “los propios medios de comunicación, que son esencialmente mediadores sociales ni pueden, ni deben monopolizar la mediación” afirma Carlos Soria.
Es entonces al periodista al que le compete supervisar en todo momento el contenido de sus publicaciones, a monitorear los medios de comunicación, a estar atento que otros periodistas acaten las normas y códigos de ética y atender a cada lector, radio escucha y televidente, en pocas palabras y para darle un título formal que se convierta en ombudsman, que se sirva de mediador entre las sugerencias del público y los encargados del contenido de los medios masivos, que contribuya a la elaboración de estos contenidos y en especial de los contenidos periodísticos para que reflejen las normas profesionales y éticas del medio.
En este sentido y como lo deja claro Javier Darío Restrepo “Ese “deber ser” sólo puede ser llevado a cabo por una decisión libre del sujeto. En un momento determinado, él puede optar por ejecutar o no ejecutar la acción en el sentido señalado por el deber ser. Él es y sólo él, quien decide hacer la cosas como deben ser porque su conocimiento y su voluntad le indican que así deben ser y no de otra manera” [6].
Con todo y lo anterior, es notable el papel del periodista en su actuar profesional, debe corresponder a su moral y ética, debe ser responsable del contenido que publica, cómo lo publica y a quién se lo publica; y del mismo modo supervisar su entorno constantemente para fortalecer la ética en el ámbito profesional, pues como lo señalaba Aristóteles, “la ética es un saber práctico y no teórico, existe para guiar la práctica y hacerse realidad a través de la voluntad y la actividad de quien actúa”.
[1] FAUNDES, Juan Jorge. El rol de los periodistas y su marco
ético. Sala de prensa: web para profesionales de la comunicación
iberoamericanos. Febrero de 2006. [Online]. Disponible en: http://www.saladeprensa.org/art656.htm Citado el 15 mayo de
2013.
[2]Código de ética del Círculo de periodistas de Bogotá. [On
line]Disponible en: http://eticasegura.fnpi.org/2011/12/27/conozca-el-codigo-de-etica-del-circulo-de-periodistas-de-bogota/
Citado el 15 mayo de 2013.
[3] AZNAR, Hugo. Los códigos de ética no sirven. Sala de prensa:
web para profesionales de la comunicación iberoamericanos. Enero, 2004. [Online].
Disponible en: http://www.saladeprensa.org/art581.htm Citado el 15 mayo de 2013.
[4]VELÁSQUEZ, César
Mauricio. El
Defensor del Público: una figura por descubrir. [On line]Disponible en
http://www.redalyc.org/pdf/649/64900605.pdf: Citado el 15 mayo de 2013.
[5] SORIA Carlos. La ética de las palabras
modestas. Capítulo 3: La información de lo público, lo privado y lo íntimo. Medellín.
Editorial Universidad Pontificia Bolivariana. 1997.
[6] RESTREPO, Javier Darío, HERRÁN, María Teresa.
Ética Para Periodistas. Bogotá. Grupo editorial Norma. 2005
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