Por:
María Fernanda Arbeláez Méndez
Como
uno de los medios más importantes dentro de los medios de comunicación masiva,
la prensa durante años se ha abanderado como el medio tradicional con mayor credibilidad
entre la percepción colectiva, asumido todo esto desde su bagaje histórico y la
relación intrínseca entre el poder político, así mismo, las casas periodísticas
más importantes en nuestro país, están relacionadas directamente con un
periódico, pero aun así, a pesar de ser uno de los medios más respetados y
consolidados en el paso de los años, ¿Qué pasa con la prensa escrita en
Colombia?Surge está pregunta, con la intención de evidenciar el panorama comercial en el que se encuentra el medio de comunicación tradicional, y la masificación de prensa sensacionalista amparada dentro de las mismas casas editoriales de los periódicos más respetados en éste país.
Cabe resaltar que la gran importancia que han adquirido los medios sensacionalistas en nuestro país es abrumadora, por ejemplo el diario Q´hubo, circula por 11 regiones del país, y se denomina así mismo un periódico popular, este medio supera en venta a todos los periódicos tradicionales de los departamentos colombianos, a pesar de que tiene una corriente notablemente amarillista, expresado en cada uno de sus contenidos.
Bajo estos referentes, que vislumbra la realidad actual, cabe referenciar a Javier Darío Restrepo, experto y referente en la ética periodística, que afirma: “No es suficiente que el periodista actúe de buena fe en el cumplimiento de su misión de informar, es necesario además que en su ejercicio profesional no defraude al público que ha depositado su confianza en él. Una manera de hacerlo es el sensacionalismo, que lleva a consecuencias tan graves como la trivialización de los derechos humanos y la ‘cretinización del público”.[1]
Sí
bien, la propagación de medios amarillistas es una realidad, ¿qué se puede
hacer cómo periodistas, para modificar ese panorama?, las reflexiones pueden
ser varias más aun cuando el ejercicio periodístico, muy pocas veces se asume
con el rigor
que se debería hacer, todo sacrificado por la instantaneidad mediática y la
postura notablemente económica que asumen los directores y dueños de empresas
periodísticas, es allí cuando empieza a jugar como salvavidas y herramienta
esencial para todo periodista los códigos éticos.
Códigos éticos, una herramienta
Desde
la aparición de los códigos éticos periodísticos en 1918 en Francia, este elemento
ha ofrecido herramientas claves, para desempeñar efectivamente la labor
periodística, ya que fija estándares de lo qué se debe hacer, protegiendo la
integridad de los contenidos y exigiendo la rigurosidad, en el desarrollo de
cubrimientos informativos, más allá de la instantaneidad. De
esta manera el Círculo de Periodistas de Bogotá, en su código ético, incluye
“La libertad de prensa es condición básica para que la sociedad tenga
conocimiento veraz, suficiente y oportuno de la realidad concreta del mundo.
Por lo tanto, debe ser mantenida a salvo de la intrusión o coacción de
cualquier sector público o privado”.[2]
Por
consiguiente desde los medios escritos se debe fortalecer la libertad de los
contenidos, salvaguardándola de cualquier interés personal o particular, así
mismo dentro de los códigos éticos, busca la publicación de información veraz y
suficiente cubierta así misma desde el principio de objetividad, abarcado
principalmente desde el ejercicio de buena fe.
De
esa forma el periodista también debe hacer uso adecuado de las fuentes, desde
varios elementos; una actitud crítica frente a ellos, su variedad y
complementariedad y verificación de la información, ya que desde esta premisa
se hace una labor más completa, que brinde a los lectores una información
integral que le permita a ellos sacar juicios de valor frente a los datos
publicados. Dentro
de esta postura, es pertinente tener en claro que es fundamental para los
medios poseer una independencia, que le permita al periodista la libertad de
manejar los contenidos, sin ninguna presión externa, esto está ligado a su obligación
moral de actuar de acuerdo a su
conciencia. Este
último elemento le permitirá obtener credibilidad y objetividad, que generaran
un mejor acercamiento a la realidad, por consiguiente un mejor ejercicio
profesional que ayudará a través de sus contenidos a fortalecer la labor y la
visibilización correcta de la realidad que se escribe.
Función ética de la prensa
Teniendo
en cuenta las premisas anteriores y dibujando el medio periodístico en una
realidad permeada y manejada desde los avances tecnológicos que le brindan a la
prensa escrita plataformas diferentes de publicación de contenidos e
instantaneidad de la información, cabe fortalecer el concepto de la Deontología
en la comunicación y elaboración de contenidos eficaces que sean útiles para
representar las realidades concretas que experimentamos.
En
primer lugar, se debe entender el rol moral que juega en cada uno de los
periodistas en la actualidad, permitiendo desde ese elemento personal, fijar
estándares propias que permitan informar veraz, exacta, amplia y oportunamente
desde los establecimientos generales de la ética, que establecidas
conjuntamente elaboran un paradigma socialmente conjunto que integre un
ejercicio soñado y responsable.
Desde
ese punto hay que establecer una primera premisa desde el concepto del individuo
y su propia concepción de realidad dependiendo del ámbito en el que interactúe,
por consecuencia cada ser humano, tiene percepción que está formada desde su
conocimiento particular que le permite establecer su accionar social. Así
mismo se debe incluir que el estar informado correcta y eficazmente, permite
una apropiación de la realidad, por consecuencia brinda elementos de
interpretación de las problemáticas sociales que afectan de manera directa el
entorno del individuo.
Llevándolo
en un ejercicio casi soñado de la veeduría ciudadana, que permite una
fiscalización social de los poderes del estado, la economía y la sociedad civil
en general, modificando el paradigma de
una población estática sujeta a las premisas únicas de los entes de
control. Convirtiéndose,
todo a través del ejercicio ético comprometido de la prensa y del periodismo,
en una sociedad consciente que es capaz de accionar la labor compleja de la
opinión pública y el control social integral. Por
consiguiente, la ética permite una difusión comprometida de la información de la
realidad compleja del espacio en que se presente, en el que con la utilización
adecuada de las técnicas y la modelización exacta en la utilización de los
sentidos y el complejo elemento investigador que se fusione con el valor moral,
comprometiendo un ejercicio capaz de alejarse de las presiones externas que
usan a los medios solo como entes difusores de sus beneficios personales.
De la prensa sensacionalista a una prensa popular
Así mismo los contenidos representan a la población civil en general desde todas sus posturas y niveles, permitiendo hacerla tan atractiva como cualquier medio que se escude en la prensa amarillista para lograr reflejar cada una de los círculos sociales.
Por consiguiente, la prensa en este momento tan cambiante, pero tan confiable, debe comprometerse a pasar del factor económico a una conciencia ética que permita durante muchos mantener a este medio de comunicación como el modelo de confiabilidad con el cual se propagaron los medios masivos.
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