Por: Fabián Andrés Rueda Miranda
La Radio Educativa generó en el mundo, en su momento, una nueva perspectiva de la difusión del conocimiento como una herramienta que podía capturar audiencias remotas y que en la mayoría de los casos serían el objetivo de un proceso social determinado con fines estructurados en una participación colectiva.
Esta revolución comunicativa comienza a registrar experiencias en América Latina desde mediados del siglo pasado, donde pioneros como la estación mexicana XEU-AM le apostaron a procesos educativos para constituir una nueva visión de la radio en su país que hoy en día se mantiene. Estos proyectos radiales parten desde una perspectiva rural que en aquella época buscaban apoyar procesos sociales de alfabetización y educación básica.
Teóricos como Carolina Arteaga afirman que las difíciles condiciones de acceso a las instituciones educativas en lo que a distancias refiere permitió que la radio se fortaleciera en el sector rural mexicano como un medio económico, sencillo y de fácil adquisición para un hogar de dicha población.
En un contexto muy similar y por la misma época nace en Colombia la Radio Sutatenza, un proyecto radial dirigido por el padre Joaquín Salcedo que tenía como objetivo la difusión de contenidos culturales y educativos. En un principio esta radio sale al aire con un transmisor de baja potencia, pero luego de conseguir la licencia del Ministerio de Comunicación realiza su primera emisión transmitiendo música interpretada por campesinos oriundos de Sutatenza.
Después de recibir donaciones que ratificaban el éxito de este proyecto educativo Radio Sutatenza traslada sus instalaciones a la capital de país, donde se convertiría en la emisora con mayor cobertura en Colombia y uno de los más grandes ejemplos de Radio Educativa en el mundo entero.
Radio Sutatenza al igual que la XEU-AM, facilitaba a los campesinos el acceso a programas educativos sin tener que moverse de su casa o lugar de trabajo. Usaba como complemento a su metodología educativa una cartilla donde estaban impresos los contenidos que apoyarían el discurso radiofónico.
El proyecto tenía como base las ideas del padre Salcedo centradas en la educación, pues en ella veía un acercamiento hacía el desarrollo y el firme reconocimiento de las potencialidades de las comunidades. Por ello su eje temático no sólo giró en torno a la alfabetización y las matemáticas sino al manejo de temas tales como: salud, manejo de cultivos, higiene, medio ambiente, derechos humanos, etc.
Desde ese entonces Colombia tuvo la experiencia del poder de un medio masivo con fines sociales y la aplicación de un discurso metodológico para la capacitación de campesinos en la producción de sus distintos cultivos.
Los recuentos históricos de la Radio en Colombia se han extinguido lentamente por la carencia de intervención del Estado y el sector privado de adoptar la identidad frente a la propia cultura y el patrimonio sonoro; la anterior es una conclusión que plantea Nelson Castellanos en su artículo “La radio colombiana, una historia de amor y de olvido”[1]. Comenta allí el fuerte vínculo que genera la Radio con su audiencia en cuestión de la emisión musical, aquel recurso sentimental del medio, que lleva a sus oyentes fragmentar su vida en momentos y personas específicas que se encuentran inmersas en sus recuerdos.
Frente a aquellos vestigios restantes de una radio histórica, pocos aspectos inciden hoy en la Radio para ser vista más como una explosión de contenidos de entretenimiento donde el género musical ha sido tan sólo uno de los fuertes del medio frente a la Cultura de Masas.
El mencionado género musical ha sido uno de los recursos más utilizados por la radio comercial, que se ha encargado de crear espacios con secciones específicas dedicas a su criterio de objetivo en la comunicación. Muchas de estas experiencias radiales se han convertido tan sólo en franjas de tiempo dedicas a la transmisión de información de contenidos inútiles y que en muchos casos son evidentemente ofensivos. Es allí donde es posible citar ejemplos tales como El Cartel de La Mega, un programa parte de una de las emisoras comerciales filiales de RCN. El programa se transmite todas las noches en una franja donde aún el público infantil puede ser partícipe de la transmisión. Sin tener que dar mayor tiempo a la escucha del ejemplo, es fácil evidenciar el lenguaje utilizado de manera vulgar e insultante hacia los partícipes de este aberrante guisado de incoherencias. Es entonces cuando es necesario utilizar de manera interrogativa aquella teoría de Usos y Gratificaciones de los medios, donde Macquail (teórico funcionalista co – autor de la definición previamente mencionada), de seguro jamás creyó posible tales alcances de una masa que transciende muchas veces los parámetros de la racionalidad.
Dejando un poco de lado el mal sabor que genera pensar en el mal uso del medio, no todo es malo en la radio comercial. Es posible encontrar allí espacio serios donde figuras informativas tales como: Darío Arizmendi, Julio Sánchez Cristo, Juan Guillermo Ríos, Vicky Dávila, han hecho propuestas desde el ámbito informativo donde se puede resaltar lo en algunos casos puede ser mencionado como un espacio crítico.
De otro modo, la radio comercial no ha sido la única involucrada en lo que hoy en día es la evolución del medio en Colombia. Es entonces cuando hablamos de una diferente propuesta que ha buscado integrar aspectos que a la sociedad refiere, apropiándose de una cultura local, sus gestores, representantes, actores y sucesos; es allí cuando podemos hablar de la Radio Comunitaria. Este fenómeno radial ha permitido a pequeñas comunidades sociales generar un espacio de transmisión de información propia, sin tener que acceder a muy altos costos en una licencia, con un reducido campo de acción electromagnético, pero con un gran deseo de formular una propuesta participativa y con comunes intereses.
Proyectos como La Cometa en San Gil, Santander, ha permitido involucrar a las personas interesadas en el municipio en capacitarse desde el medio para ser gestores de información que más que entretenimiento, es un puente entre los miembros de su comunidad.
Otro gran ejemplo de comunidades que toman las riendas de un medio construido para su útil aprovechamiento es el caso de la emisora comunitaria presente en La Loma de Piedecuesta, donde el semillero de producción radiofónica Equinoccio de la Universidad Pontificia Bolivariana capacitó a los campesinos de dicha zona rural para explotar de buena manera su iniciativa por hacer radio.
Es posible decir entonces, que en la radio hay de todo y para todos. Lo importante es conocer el rol que se juega como audiencia y que somos los dueños del dial, que es importante asumir como principio ser una audiencia crítica. Es ese constante cuestionamiento el causante de patrocinar o no como público o quedarse como masa, lo que la Radio deja ver hoy en día.
[1] CASTELLANOS, Nelson. Revista Signo y Pensamiento. La radio colombiana, una historia de amor y de olvido.
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